Desphina, activista griega, pone en perspectiva lo que significa para los movimientos sociales europeos el movimiento zapatista desde el 94 hasta la actual travesía. Habla de los horizontes que abre el Escuadrón 421 y describe cómo ha sido la solidaridad con las comunidades autónomas rebeldes en el caminar de la rebelión
Texto y fotos: Daliri Oropeza
ATENAS, GRECIA, Ελλάδα.- Caminamos desde la plaza Syntagma, donde se llevan a cabo protestas masivas, hacia el monumento a Alexandros Grigoropoulo, donde los colectivos zapatistas colocaron una pintura-regalo del EZLN a la juventud rebelde griega en el lugar donde fue sembrada su memoria en el barrio anarquista de Exarchia, después de su asesinato por parte de la policía griega. Durante el camino, realizamos la entrevista.
Desphina es una activista que los últimos 22 años ha viajado varias veces a territorio zapatista. Estudió filosofía. Su familia es sembradora. Participa actualmente en el colectivo Calendario Zapatista. Miembros de este colectivo participan en la solidaridad con los zapatistas desde el año 2000. Aprendió en la escuela el español, pero tras vivir en México, su conocimiento hace que la entrevista fluya.
Participó en la construcción del Centro de Formación de Promotores “Compañero Manuel” y de una biblioteca en la Selva Lacandona, en La Culebra, Municipio Autónomo Zapatista Ricardo Flores Magón. Inició en el 2000 y duró 4 años su construcción. Por largos periodos permaneció en la comunidad aprendiendo de las zapatistas y a construir.
En aquel entonces, Lucio, zapatista del consejo autónomo de Flores Magón, describió que “el municipio estaba buscando un apoyo para la escuela y el grupo de Grecia estaba buscando también cómo apoyar la resistencia. Y así nos encontramos (…) Nos gustó el proyecto que nos presentaron los griegos que es una escuela con salones de seis lados para que las bancas puedan formar un círculo. Son salones hexagonales no cuadrados. Así la educación diferente es desde las aulas”, dijo en entrevista con Gloria Muñoz en la revista Rebeldía.
Durante el recorrido, relata cómo ha nacido una articulación de colectivos y movimientos en Europa desde el anuncio de la Travesía Zapatista, inercia que no ha parado. Ya esperan a la delegación aérea zapatista. En su opinión, los zapatistas han contribuido en buscar los modos e inventar procesos para hacer funcionar a los movimientos sociales.
Desphina asegura que puede hablar durante días enteros de los aprendizajes que ha tenido a raíz de la solidaridad con el zapatismo y la construcción del centro “Compañero Manuel”.
Desde el 2000, mes por mes, grupos pequeños de seis o siete personas de Hellada (o Grecia) participaron en su edificación cada mes por tres años y medio. En su discurso al terminar la construcción, aseguraron:
“Se construyen y fortalecen relaciones entre movimientos político-sociales del mundo que quieren pensar y crear otras realidades. (…) “Mientras tratan de dividirnos en indígenas, europeos, blancos o negros, nosotros practicamos la solidaridad con los que sueñan un mundo diferente y justo; un mundo donde quepan muchos mundos”.
Y exclamaron “¡En las montañas de Chiapas y en las calles de Grecia la lucha es una sola!, las luchas no son ajenas”.
En aquel entonces, distintos y variados colectivos y personas griegas en solidaridad con la lucha zapatista, hicieron una campaña llamada «Una escuela para Chiapas”, en torno a la cual se agruparon para realizar la construcción en la Selva. Hoy en día hay tres colectivos en Atenas que se llaman Paliakate, Calendario Zapatista y Chispa de Solidaridad con l@s Zapatistas y Pueblos Indígenas.
Quienes fueron a construir la escuela de promotores son personas griegas ingenieras, arquitectos, estudiantes y trabajadores, hombres y mujeres sin ser parte de organizaciones filantrópicas o de supuesta ayuda a los indígenas. Cada uno hizo su propio esfuerzo para sufragar sus gastos.
“Todo había sido diseñado en conjunto, con absoluto respeto a la concepción de la comunidad sobre la educación autónoma y de acuerdo con las características del entorno y los materiales de construcción disponibles y tradicionales, con espacios abiertos, puntos de encuentro dentro y fuera de los distintos edificios”.
Desphina describe esta experiencia como si hubiese sido ayer. Sin embargo, lo que ahora sucede es una travesía que les hace encontrarse, pero ahora del otro lado, con los zapatistas de visita. Lo cual, les hace salir de la decepción y la parálisis, y unir esperanzas en diferentes geografías.
—¿Qué esperanza mueve la solidaridad con esta reciente visita zapatista a territorio europeo?
—Bueno, como cuando surgió la revuelta y levantamiento en Chiapas, estamos también ahora en solidaridad. Nos remite a aquel entonces, cuando ya había caído la Unión Soviética. Aunque no simpatizaras con la URSS, toda la parte contraria hablaba del fin de la Historia. Había en el movimiento social de todo el planeta una decepción, una depresión. Era un sentimiento como si los de arriba, vencieron. Y entonces en 1994 surgió el Movimiento Zapatista. Eso nos dio una esperanza y una inspiración, cuando pensábamos que todo había terminado y que ya no había la guerrillas en América Latina. Tampoco había en los movimientos, un horizonte para cambiar el mundo.
Entonces surgió una guerrilla con una palabra diferente, con una manera de actuar bien diferente de lo que conocíamos. Eso dio esperanza a todo el mundo.
Creo y pienso que en estos días estamos en un momento similar. Los gobiernos progresistas han decepcionado a mucha gente. Ellos no cambiaron el camino del neoliberalismo. Así como en Grecia, también en América Latina. No cuestionaron el desarrollo y los proyectos extractivos, el progreso dicho desde el capitalismo.Los movimiento se quedaron otra vez sin un horizonte, los sueños grandes del pasado ya terminaron.
Hay un proceso de transformación interna de los movimientos respecto a sus maneras, que no ha dado frutos todavía, frutos visibles. Mucha gente que sí quiere esperanza en algo, soñar algo, desde lo más bajo, cuando no hay algo visible en el horizonte, ve que el Movimiento Zapatista nos ofrece, otra vez, esa oportunidad de soñar nuestro horizonte futuro de nuevo.
Es que aunque mucha gente no siga de cerca al zapatismo, como en la primera década después del levantamiento, se quedó en el pensamiento de muchas personas en el planeta como una revuelta que no se ha rendido, que tiene un ethos (εθοσ) y una ética diferente , sobre todo buscando maneras y caminos diferentes. Una vez más, el zapatismo lo hizo y así empezó esta travesía por la vida que nos da la oportunidad de soñar de nuevo en un futuro y un horizonte.
Es una oportunidad, es una posibilidad. No sabemos si esto va a durar. Tampoco sabemos si va a surgir algo nuevo de esto, como redes de resistencia en toda Europa. Solo sabemos que se abre una oportunidad, una posibilidad, una potencialidad.
—Con la inercia del anuncio de la visita zapatista ¿Qué significa en Grecia desde una perspectiva de las luchadoras sociales y los movimientos, esta visita?
—Lo que pasa con el viaje zapatista en Grecia es algo sin precedentes. Hay luchas muy concretas en Grecia pero dispersas o fragmentadas, y la oportunidad que nos da el viaje zapatista es coordinarnos entre nosotros, ¡todas! Grandes y pequeñas resistencias, movimientos, orientaciones políticas, anarquistas, solidarios, nos contactamos y formamos una Coordinación Griega por la Paz o Panhelénica. Esto no tiene precedentes, grupos tan diferentes entre ellos están en un proceso común para organizar el viaje zapatista. Y esto se reitera en cada país donde nos visiten.
Tenemos la oportunidad de crear unas redes fuertes. Todas las luchas dispersas en toda la Grecia, por ejemplo, contra los megaproyectos, contra el extractivismo, feministas, están intentando vincularse. Si no hubiera el viaje zapatista nunca iban a entrelazarse estas luchas.
Es muy importante pues en adelante nos da la oportunidad de encontrarnos. Aunque Grecia es un pequeño país, no nos conocíamos entre nosotras: las varias resistencias. Ya conocíamos que ahí había algo o una pequeña resistencia pero se sumaron un montón de resistencias en pequeñas ciudades, en pequeños pueblos de Grecia, que ni idea teníamos. Y eso que conozco cada rincón. Y ahí está resistiendo y provocando grietas. Eso es muy importante.
Los movimientos sociales griegos, después de gobierno progresista Sýriza, se fueron de caída. Una decepción. Mucha gente después de luchar fuertemente durante la crisis, durante el Movimiento de las Plazas, en Grecia como en el mundo, perdió sus esperanzas. Después de resistir tanto en las plazas, de mucha represión, dejó sus esperanzas al gobierno de Sýriza, que siguió con los recortes de austeridad y los megaproyectos. Mucha gente se sintió fuertemente traicionada, especialmente después de resultados del referéndum en el cual 63% de pueblo Griego votó por NO a los recortes ordenados por la deuda con la Unión Europea. Esa gente se quedó paralizada y decepcionada.
Ahora vemos una oportunidad para unir todas las esperanzas y echar de lado la decepción y la parálisis. Por eso difundimos esto en la sociedad griega, pues atrae a aquellos que quieren una esperanza y no la ven. Este es nuestro trabajo en este momento y espero que lo logremos.
En menos de un mes y medio se han organizado más de cien actos por toda la Grecia para la bienvenida de los zapatistas en pequeños lugares, en las islas, en las ciudades, en los bosques, en los barrios y eso es muy esperanzador. Coordinarse a nivel de país es más difícil y lo intentamos hay una movilización muy esperanzadora.
—Enlace Zapatista publicó las acciones por el aniversario del asesinato de Emiliano Zapata el10 de abril en toda Grecia…
—Y así siguió, así siguió en mayo, en junio, en julio, simplemente ya teníamos fuerzas, fue reunirlo todo y hacerlo visible. Porque ya estábamos trabajando por todas las partes y esperamos la visita de la delegación aérea.
—¿Cómo ha sido el movimiento antifascista, en particular respecto al grupo nazi Aurora Dorada (Χρση Αυγη)?
—Por muchos años, ha prevalecido un movimiento contra Aurora Dorada (Χρση Αυγη), fuerte, basado en las tradiciones antifascistas. El movimiento antifascista en Grecia, es una cultura bien arraigada desde la Guerra Civil, desde la guerra contra los alemanes, contra los nazis y luego cuando fue la Guerra Civil de anarquistas.
Por muchas causas, la resistencia nacional contra el fascismo es una bandera de todos los movimientos en Grecia. Cuando las condiciones fueron críticas, vimos el aumento de los votos por Aurora Dorada, y así entró al Parlamento Griego. Entonces reflejos de ese movimiento surgieron otra vez y era una lucha muy constante por muchos años hasta llegar a este juicio que les mandó a todos a la cárcel como una organización criminal.
Hay movimientos, grupos antifascistas en todos los aspectos de la vida política. También dentro de esa coordinación panhelénica hay grupos antifascistas. Es conciencia para todos los grupos. El antifascismo es lo primero en identidad.
Aunque se han muerto las figuras de aquel entonces, o son muy mayores, ya hay una cultura antifascista, una conciencia antifascista en la sociedad griega muy fuerte.
Esto lo vimos el día del juicio contra Aurora Dorada. Estaban ahí más de 60 000 personas exigiendo que se condenen los integrantes de Aurora Dorada. Dentro de la pandemia nadie esperaba una concentración con tantas personas ante ese tribunal, y pues sí.
Quienes estamos mayores, creíamos en los ochenta que ya habíamos terminado con el fascismo. Y luego surgió otra vez. Y estábamos en boca de todo el mundo. Pero los reflejos funcionaron y los de Aurora Dorada están en la cárcel.
El fascismo pasa por canales muy ocultos, no es sólo la actividad criminal de La Aurora Dorada, hay más maneras en la vida cotidiana donde se expresa el fascismo, se impone el fascismo por los medios de la comunicación, el fascismo y racismo que van de la mano.
En Grecia hay muchas personas refugiadas y muchos emigrantes.
Vale señalar que el 2015, cuando contaron que la Grecia tiene 10 millones de habitantes, más de un millón de personas son emigrantes y refugiados en todo el país, pues se les aceptó con los abrazos abiertos y se quedaron las redes de apoyo de los migrantes. Impresionante porque es una lucha constante y ahí los medios y los gobiernos, tienen las herramientas en sus manos para imponer sus conceptos, su racismo en la sociedad para dividir a la gente, pero también nos toca nosotros luchar para que no se quede así la sociedad, las dos cosas pasan.
—Con el antecedente antifacista, ¿qué fue lo que permitió las multitudinarias protestas en diciembre del 2008?
—Ya han pasado tantos años, era una revuelta de juventud sobre todo. Con tal fuerza, se hizo posible porque si la sociedad griega ya estaba harta y eso que aún no entrábamos en crisis. Harta de los procesos de individualización, de que solo unos cuantos son ricos, del consumo. Cuando surgió la revuelta juvenil, la sociedad griega mostró una tolerancia enorme a sus expresiones. Como si sus hijos tomaran venganza por todo lo que los padres habían perdido; no hablo de cosas materiales, todo lo contrario, en aquel entonces había mucho consumo. Como si tomaran venganza por algo muy esencial, perdido en toda la sociedad griega.
Así que la revuelta duró más de dos meses, con mucha violencia y el gobierno no podía hacer nada contra los jóvenes. Había represión claro. Sin embargo, al cerrar filas estaban al lado de sus hijos, y esto permitió que el tamaño de la revuelta de 2008.
Y de ahí empezaron muchos procesos políticos de una manera bien diferente hasta ahora. Cuestionaron a los partidos políticos, En los barrios, en las ciudades, en pequeños pueblos, aparecieron asambleas, intentamos poner en praxis el consenso y la democracia directa.
No era nada fácil porque… no las conocía nadie. Primero la revuelta de 2008, luego llenamos las plazas en 2010 y el 2011 donde ya las palabras auto-organización, autogestión, consenso, asambleas horizontales, se escuchaba y practicaba. La praxis en las plazas.
¿Sabes? Esos procesos que son una transformación muy, muy profunda llevan muchos años y se vuelven en cualquier momento un estallido. Como eran en las plazas, las revueltas, las vemos de repente. Aunque son procesos que ya habían. En opinión personal, los zapatistas han contribuido mucho, muchísimo, en buscar e inventar otros procesos para que funcionen los movimientos sociales. Entonces dan frutos en un estallido y luego otra vez se relajan, pero ya va algo que hemos logrado. Lo conseguimos y eso está tramado de manera subterránea para salir en otro estallido. Y así va.
Los zapatistas con su revuelta en 1994 dieron un empuje a los movimientos en todo el planeta. Como a los movimientos contra la globalización y de ahí salieron otros movimientos. Así se explican los procesos horizontales en la revuelta del 2008, aquí y en las plazas en todo el mundo.
—¿Qué aprendizajes rescatas de las experiencias de solidaridad en territorio zapatista que ahora se reencuentran en la travesía?
—Hay una relación permanente. En se entonces había relaciones generales de todo tipo con Chiapas o como observadores de derechos. Fue en la vida cotidiana de una comunidad, diferente a como llegaban otros solidarios. La construcción del CC y biblioteca era una fuente permanente. Así nos conocímos. Formamos los grupos.
Lo que nos dieron en aquel entonces, a pesar de la vida difícil de una comunidad, fue la seguridad de que este mundo si puede hacerse de otra manera. Lo que no creemos en Europa o en el Occidente es que estamos luchando y estamos luchando contra eso. Pero no lo creemos, en nuestro corazón no creemos que este mundo puede cambiarse. Y, sin embargo, esa experiencia en la comunidad era precisamente eso: sí puede hacerse de otra manera. Eso estoy esperando del viaje zapatista aquí en Grecia.
Todos los que ya esperan a los zapatistas, ya se organizan, todos quieren conocer cómo hacen la vida cotidiana allá. Cómo esos hombres y esas mujeres están actuando todavía en su cotidianidad. Cómo practican las instituciones de gobierno con sus propias maneras de ver el mundo y la autonomía…
En el 2000 llegamos a una comunidad sin electricidad. Fuimos con nuestro sueño: construir —el sueño de ellos tal vez— un centro de capacitación de promotores de educación en 1 600 metros cuadrados. Un diseño muy complicado en la Selva Lacandona, con una biblioteca de dos pisos en forma octagonal. Una locura.
Vimos y hemos aprendido de su manera de trabajar. Por cuatro años, cada tres días cambiaban los turnos. Y unos estaban caminando de noche para llegar a La Culebra a hacer su turno por tres días sólo con pozol. Bellinghausen bien lo decía: “El Partenón de la Selva Lacandona”. Bien lo decía porque ellos (los zapatistas) lo hicieron.
No tenían ninguna idea de un diseño, de arquitectura, ingeniería o construcción como esta tan complicada. Sin embargo, tenían la voluntad. Habían decidido cómo comunidades que van a construirlo. Y lo construyeron con organización y trabajo colectivo. Eso es un aprendizaje para mí al menos, pero creo también para cientos de griegos que participaron.
Es un pensamiento colectivo el de los zapatistas, y se expresa como colectivo, entonces los europeos van a tener muchos problemas para entender esto, en mi opinión.
En una entrevista con Gloria Muñoz, en la revista Rebeldía, Rubio, del consejo de educación que estuvo a cargo de la construcción por parte de la comunidad, describe su experiencia intercultural:
“Cuando los vi primero cuando los vi los primeros griegos, me dio hasta miedo. No estoy acostumbrado a hablar con otra raza, con los otros países. Tengo la idea en mi cabeza de que los extranjeros son los dueños los ricos los blancos pues yo lo veo como si todos los blancos son como gringos y me da miedo. Cuando los conozco a los griegos, ya se que son pobres, también como nosotros, y que ellos también luchan”.
—Creo que en el caso de la solidaridad de Helladas o Grecia, fue tal el hermanamiento que hasta las lenguas se abrazaron con un Diccionario Tseltal–Griego. Me parece fascinante, ¿podrías contar más de este documento conjunto?
—Ese diccionario lo completaba cada integrante del grupo que iba allá a la construcción del Centro y la Biblioteca. La compañera que lo tenía murió y se perdió ese diccionario, desgraciadamente. Sin embargo, fue una manera de hermanarnos, pues hubo voluntad de los griegos, las griegas y de las y los zapatistas de comunicar.
La mayoría de los zapatistas no hablaba castellano, sino tseltal. La mayoría de los griegos tampoco hablaba castellano, aunque siempre había un hispanohablante en cada grupo. Pero no hablábamos tseltal. Tampoco ellos el griego. Entonces hubo la necesidad de empezar a comunicar sobre todo durante el trabajo de la construcción, y no sólo en la construcción.
Así que empezamos ese esfuerzo en un cuaderno. En un principio decir las expresiones sobre todo y palabras en griego, en castellano y en el tseltal que hablan en La Culebra. Entonces era muy bonito porque todos los grupos que llegaban se apoyaban en el diccionario cada vez para decir algo a los zapatistas. Durante los 4 años de construcción se escuchaban los niños decir καλημερα (Kalimera o buenos días) en griego, ya saludaban en griego todos los niños de La Culebra.
Rubio también describió su experiencia con el lenguaje:
“Los dos aprendimos. Stavros aprende un poco de tseltal, y yo un poco de griego. (…) El compa Stavros habla poco español y yo hablo poco español entonces nos entendemos primero con puras señal cuando empezamos el trabajo de la construcción solo nos mostrábamos las cosas yo le decía en tseltal, y le muestra las herramientas. Y el contesta en griego, solo saben griego el nombre de las herramientas. Y por eso yo tuve que aprender su nombre de las cosas en griego”.
La caminata termina en esta calle peatonal del barrio de Exarchia. Aunque la entrevista pudo haber continuado.
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