La convicción de Louise Michel

20 julio, 2021

Microfilme Postal, columna de opinión por Daliri Oropeza Alvarez

La maestra rural Louise Michel se convirtió en más que una leyenda de La Comuna de París por llevar su convicción revolucionaria hasta el último de sus días por la justicia, la igualdad, la disolución de las desigualdades sociales, la libertad y las mujeres

Twitter: @Dal_air

Al caminar por las calles de Montreuil, buscando las huellas de los movimientos sociales, avanzamos por un calle en donde Coline se detiene y con una expresión de gran asombro dice:

—¡Miren! ¡Una biblioteca con el nombre de Louise Michel! 

—Quiero saber quién es.

—Es una mujer muy importante que participó en La Comuna, aquí es muy reconocida -dice con una sonrisa grande en esa tarde de un extraño verano lluvioso en la orilla París. 

Louise —o Luisa en español— Michel fue maestra rural de primaria, que con el tiempo se dedicó a lo suyo: «agitar la conciencia de los trabajadores”, describe Mario Raúl Guzmán, quien asegura que «la heroína de la comuna”, por ser hija de una “sirvienta” y un burgués del Castillo de Vroncourt, desde pequeña observó las desigualdades sociales y de ahí tomó impulso hasta ser una persona central en La Comuna.

En «Instantáneas de Louise Michel”, Mario Raúl Guzmán recuerda lo que declaró ante el juicio ante el Consejo de Guerra del imperio:

“No quiero defenderme, no quiero ser defendida; pertenezco por entero en la revolución social y declaro aceptar la responsabilidad de todos mis actos; la acepto sin restricción. Ustedes me reprochan haber participado en la ejecución de los generales: ellos ordenaron disparar contra el pueblo en Montmartre; si yo hubiera estado ahí, no habría titubeado en disparar personalmente contra quienes dieron órdenes semejantes; (..) en cuanto al incendio de París, sí he participado; quería poner una barrera de llamas a los invasores de Versalles; no tengo cómplices, he obrado según mi propio impulso. ¡También me dicen que soy cómplice de La Comuna! Seguro que sí, puesto que La Comuna quería ante todo revolución social y la revolución social es el más vivo de mis anhelos; tengo el honor de haber sido una de sus promotoras”, describe Michel en su libro Mis recuerdos de La Comuna citada por Guzmán.

Pero antes de ir a París, usó la herencia de sus abuelos para abrir escuelas libres, donde los alumnos tuvieran participación activa y se involucraran con las ciencias y el arte. No daba clases en escuelas públicas por no estar de acuerdo con Napoleón III. Ya en la Capital abrió dos escuelas. Se afilió a la Unión de los poetas, y se convirtió en secretaria de la «Sociedad Democrática de Moralización» que defendía a las obreras. 

Su biógrafa, Irma Boyer, la describe como “hirsuta, salvaje y atrevida a la vez”, a lo que Guzmán agrega que además contaba con sensibilidad e imaginación.  

Primero formó parte de la organización de vecinas que vigilaban el barrio de Montmartre. Como guardia vecinal también portaba armas. Ella disparó contra quienes, en marzo de 1871, asesinaron a las multitudes populares que se manifestaban contra el gobierno, declarado República. A los maestros los describió como los “luminosos soldados de la civilización”.

Louise dedicó dos capítulos de su libro de memorias a las mujeres, por su numerosa participación. Calcula más de 10 mil combatientes. “No valemos más que los hombres, pero el poder no nos ha corrompido aún”, escribió la comunera. Narró que fueron cantineras, enfermeras, soldaderas, periodistas, agitadoras.

Ella tenía 40 años cuando se levantó La Comuna de París. En este tiempo abrió comedores para niños pobres de los barrios, entrenó mujeres para apoyar como enfermeras y también participó en barricadas con su fusil. Fue la primera persona en ondear la bandera negra, que después sería símbolo del anarquismo.

Después del juicio del Consejo de Guerra imperial, la enviaron por 10 años a la prisión en a Nueva Caledonia, isla colonizada por Francia donde conoció al pueblo Canaca. Ahí enseñó a los pobladores a leer y a defenderse, y ella aprendió también de ellos.

También fue juzgada por el Consejo de la declarada República, y después encerrada de nuevo pero en una cárcel de París:

“Una cosa que les sorprende y molesta es que una mujer se atreva a defenderse, no se acostumbran a ver una mujer que ose pensar conforme a la expresión de Proudhon, se quiere ver en cada mujer a la ama de casa o a la cortesana (..) Sabíamos que la manifestación no tendría éxito y, sin embargo, había que ir. Hoy nos hallamos en plena miseria. Nos denominamos república al régimen actual. Llamaríamos república al régimen actual (..) ¿pero en qué se diferencia su república del imperio?”, dijo en el juicio que le hizo la república y lo describe en sus memorias. 

Por varios años la encerraron. En la cárcel convivió con mujeres que también encarcelaron. La mayoría trabajadoras sexuales en ese entonces. Se volvió cronista y documentalista de sus historias.

Adolfo Gilly escribió sobre Louise Michel a propósito del nombre de su libro Por todos los caminos. Escritos sobre América Latina:

“Era la convicción de Louise Michel cuando apenas derrotada la Comuna de París aseguraba desde la cárcel ‘amigos y enemigos, volveremos por todos, los caminos por los más insospechados o evidentes remotos o cercanos imprevistos o anunciados la revolución’, ha vuelto siempre y aquí está. La certidumbre de esa permanencia explica a la razón y el título de este libro”.

Esto lo escribe después de citar su poema escrito desde Nueva Caledonia: 

“Volveremos, multitud innumerable, 

vendremos por todos los caminos”.

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