Este lunes, el jurado electoral proclamó a Pedro Castillo presidente del Perú, tras el rechazo de las impugnaciones del fujimorismo. En una conversación con Pie de Página, Roberto Sánchez Palomino, diputado electo y vocero de la bancada de Juntos por el Perú (la coalición de izquierdas que fue derrotada por un humilde profesor) desmenuza el rol de los movimientos progresistas para conseguir la gobernabilidad en la región, frente a un sistema partidista que se hunde
Texto: Daniela Pastrana y Ernesto Ledesma
Fotos Duilio Rodríguez
CIUDAD DE MÉXICO.- Es la explosión popular de los ninguneados. Después de tener a cuatro presidentes distintos en cinco años, de que seis de los últimos siete mandatarios han terminado en prisión preventiva o en comparecencia restringida, y de ser el país con más mortalidad por covid-19 del planeta, Perú fue a las urnas y en segunda vuelta eligió a un profesor humilde, quechuhablante, mal orador, proveniente del movimiento magisterial, que usa sombrero, poncho y caballo.
Pedro Castillo Terrones irrumpió en el tablero político peruano, desbancó al fujimorismo, representado en la hija del expresidente más recordado de la historia reciente, desplazó a los partidos de izquierda y sacó del juego al “Partido del Pueblo”, creado hace cien años como un movimiento antiimperialista.
“Es un fenómeno cultura y social, la explosión popular de los ninguneados, que en 10 días irrumpió como un actor que ha modificado todo el panorama político. Izquierda y derecha sufren de esta fragmentación del sistema de partidos”, dice Roberto Sánchez Palomino, congresista electo y presidente de Juntos por el Perú, la coalición de izquierdas derrotada por Castillo en la primera vuelta.
Sánchez Palomino conversa con Pie de Página en una visita de dos días a México, donde se encuentra con las dirigencias de Morena y del Partido del Trabajo. Hablamos de la crisis del sistema de partidos, de la pandemia, de la fractura social que ha dejado el neoliberalismo y de los retos para los movimientos progresistas.
Cuenta del terremoto que cimbró a la coalición de izquierda que preside en abril pasado, cuando Pedro Castillo sorprendió a todos al ganar la primera vuelta electoral:
“La elección fue el domingo. El miércoles anterior dije: ‘algo raro pasa’. Llamé a todas mis regiones, converse y converse y converse y converse. Y al final dijimos: ‘Pedro va a ganar’”, recuerda.
“Nuestros comités políticos, compañeros de la academia, doctorcitos y doctorcitas, politólogos que entienden al establishment, decían: ‘Ya estamos en segunda vuelta, este es ave de mal agüero’… ¿y qué pasó? ¡Dos días más de campaña y nos desaparecen a todos! Nosotros hemos arañado el escaño número cinco para no perder la inscripción. Hemos obtenido un millón 100 mil votos (de 14.4 millones) ¿Derrota? Sí, es una derrota política, porque no se tuvo la sintonía con el pueblo, siendo nosotros”.
El problema de la izquierda (se refiere a la de Perú, pero puede ser cualquiera) es que ha abandonado el movimiento popular, sentencia. “O es muy urbana o está mirándose al ombligo”.
Desde 1985, con el líder histórico de la izquierda peruana Alfonso Augusto Barrales, la izquierda peruana no han tenido otra oportunidad como la que tiene ahora para capitalizar y acompañar un movimiento popular.
“La gente llega en Lima a dormir en la calle a defender a su presidente”.
Pasada la primera vuelta, los movimientos progresistas se unieron para crear el Frente Nacional por la Democracia y la Gobernabilidad, y apoyaron a Pedro Castillo para la segunda vuelta.
“El movimiento popular y social es el que ahora debe decir sus palabras, ¿no? Las regiones, organizaciones de base popular como los ronderos, que son una suerte de brigada de campesinos que se organiza para defender sus animales ante el abigeato, el robo y otros delitos menores, y ante un sistema policial que no tiene presencia ni legitimidad. Los ronderos son una garantía de seguridad ciudadana, de respeto público, y hoy toditos se han expresado. Entonces, creemos que sí hay necesidad de una gran coalición democrática que el profesor está haciendo ahora en todos los sectores, evidentemente los democráticos, no comprometidos en hechos de corrupción y que sí están priorizando la agenda social como relevante”.
En la segunda vuelta, Pedro Castillo se impuso a Keiko Fujimori por 42 mil votos. Keiko es hija del expresidente Alberto Fujimori, ha sido candidata tres veces y representa a la ultraderecha en Perú.
El fujimorismo impugnó las elecciones, pero la corte rechazó las impugnaciones, por lo que este lunes, el Jurado Nacional Electoral proclamó el triunfo de Castillo y de Dina Boluarte, quien será vicepresidenta. En los días previos, los sectores sociales de Perú permanecían en alerta, ante el rechazo de Fujimori y otros personajes políticos, como el escritor Mario Vargas Llosa, a reconocer los resultados. Finalmente anoche Fujimori aceptó la derrota, pero hay parlamentarios que se oponen a discutir que la Constitución debe replantearse.
— ¿Sigue latente el intento de Golpe?
— Lo que hay es una insistencia en un relato que no es mayoritario, porque la OEA ya ha dicho que el proceso electoral ha sido correcto, también la Unión Europea, el Departamento de Estado de Estados Unidos y más de ocho delegaciones de veedores del proceso electoral han dicho que aquí no hay fraude, que hay un proceso transparente, pulcro y democrático. Pero sí ha habido un ánimo golpista: que militares en retiro hagan un documento y toquen las puertas de las Fuerzas Armadas en actividad es grave; que el Congreso de la República, que está feneciendo ya, no tiene legitimidad, intente una agenda extraordinaria inconstitucional para reponer el tribunal constitucional, donde además se iba a discutir la validez de este proceso, es grave.
— Lo del Ejército no es un tema menor…
— Las Fuerzas Armadas se han expresado institucionalmente, rechazando la acción de los generales en retiro, que exigían un Golpe de Estado. Y han hecho un pronunciamiento donde no se identifican como fuerzas beligerantes y dicen que son la garantía de la democracia en el país. Eso ha sido muy positivo porque ha dado una dosis más de estabilidad, en medio del ruido por una campaña mediática que se inventa también a veces fantasmas, porque el terrorismo ya fue derrotado en el Perú.
— El presidente rechazó esta invitación de los exmilitares…
— Sí, muchas entidades en el país tuvieron que salir, la propia Iglesia. Es que era grave. Y en un contexto en el que hoy, la derecha también está movilizada. Ha aprendido, ¿no? Entonces, se ha evitado el enfrentamiento, pero la provocación es querer incendiar la pradera.
— ¿Y el sector empresarial?
— El profesor armó un equipo económico que ha sostenido diálogos continuos con sectores organizados del empresariado y ha llegado a lineamientos importantes de seguridad jurídica, de estabilidad macroeconómica. Y creo que eso está por afianzarse. Habrá preocupación, ciertamente, de sectores que bajo ningún concepto el país podría… por ejemplo, no podemos seguir pagando el gas más caro de América Latina cuando tenemos la tercera reserva más importante de la región. Es increíble, pero la salud no es derecho constitucional en el Perú. La educación tampoco…
Pedro Castillo nació en Cajamarca, una de las regiones más ricas del Perú, por la minería, pero que, paradójicamente, es una de las regiones con más pobreza en la población. La escuela de Puña, la comunidad rural en la que creció, no tenía energía eléctrica, agua potable, ni drenaje.
Después de la secundaria, Castillo se fue a Lima a trabajar, sobrevivió limpiando la basura de los hoteles. Y al terminar la carrera como maestro regresó a su pueblo a dar clases en la misma escuela que seguía sin luz, ni agua, ni alcantarillado. Ni como docente ni como director logró ver que la escuela en la que estudió tuviera los servicios.
“Eso viene de la precariedad y ha sufrido una campaña atroz que puso en evidencia la discriminación que tiene la sociedad peruana”, dice Sánchez Palomino.
“Su habla no es castellanizada perfecto, en el sentido de ser quechuahablante. La u suena o, en el quechua no hay i, quiero es quero. Y para sustantivos de género se usan artículos. Entonces en el lenguaje urbano es: ‘ese cholo no sabe hablar’. En esos términos se hace presente la sociedad peruana en lo peor: ha habido miles de paneles luminosos por todo Lima, que no se sabía quiénes los habían contratado, acusándolo de terrorista, no al comunismo… aplastante. Hubo un candidato que exhortó a matar al profesor. Pero ni esa campaña, ni los medios concentrados, que es un oligopolio, pudieron detenerlo”.
“El profesor no es un gran orador — dice Sánchez Palomino—. En la primera vuelta no tuvo contundencia discursiva, tampoco tuvo presencia mediática. Mas bien primero lo invisibilizaron y luego lo aplastaron. Tampoco ha tenido una organización que podamos decir que tiene presencia en todo el país. No, esto fue un fenómeno político, social, cultural, antropológico”.
— ¿A qué lo atribuye?
— Lo que entró a campaña electoral no fueron agendas programáticas. Lo que aquí se han enfrentado las fracturas históricas, la pobreza estructural contra el neoliberalismo, contra un régimen económico de exclusión. Eso ha entrado en juego en la campaña y se eligió a una persona que simbolizaba de todo. Porque en el Perú hemos pasado de todo: hemos tenido oradores increíbles con un gobierno más mafioso como el Alan García. Hemos tenido profesionales, puro PCD (policy coherence for development, en inglés) de Harvard y Stanfford, el “gobierno de lujo” de PPK (Pedro Pablo Kuczynski), que no sirvió para nada. En esta ocasión, entonces el pueblo dijo no, por ahí no va la empatía. Lo que privó fue el descontento, el desarraigo, 200 mil muertos (por la pandemia de covid-19), el índice de mortalidad más alto del mundo. Hay más de 3 mil ollas comunitarias. La gente se organiza para pelear contra el hambre… (Las ollas) están en todo el país, principalmente en los espacios urbanos. En Lima, porque ahí se concentra una fuerte población periurbana, provinciana y que solo en Lima hay un millón de familias sin agua ni desagüe.
El hambre es un tema que vale abundar. El diputado resume la crisis con un dato: durante la pandemia, la pobreza en Perú aumentó 10 puntos y la clase media cayó de 42 a 22 porciento.
“Todo el Perú esta endeudado en el sistema financiero”.
La pandemia de covid-19 ha hackeado la capacidad de respuesta de los gobiernos. No solamente en la salud pública, sino en la cuestión social y la democracia, evalúa el congresista.
— Se supone que Chile era la estrella del neoliberalismo, ¿no? Y creo que esos parámetros de cómo caracterizábamos también están en crisis. Los premios Nobel, Stiglitz, entre otros refieren una profunda crisis del neoliberalismo, Joe Biden pidiendo impuestos a las grandes riquezas, hablando de que ‘el chorreo nunca llegó, fue una mentira’. Después de que impusieron a sangre y bala el consenso de Washington. Porque el Consenso de Washington se aplicó en Perú con un golpe militar.
— ¿Cómo mirar, en este contexto, a América Latina?
— No se puede decir que es una ola del progresismo. Me resisto. No es tan fácil. Sí creo que hay una crisis global del sistema de producción. Nos corremos los monstruos que decimos la izquierda, el comunismo… no sé… no sé si China es comunista a estas alturas del partido. Pero nuestra izquierda y derecha no han sido capaces de producir sociedades igualitarias. Lo acontecido en Cuba pone en debate y cuestión el criminal bloqueo, pero también una economía cerrada. Ahora, Cuba tiene que abrirse al mundo, pero no se le puede, pues invadir, sin el respeto a su soberanía. El principio de autodeterminación de los pueblos es clave para nosotros, y ojalá que ese vergonzoso Grupo de Lima, que no ha mostrado ningún éxito práctico en nada, desaparezca. Desde Perú, vemos con interés los proceso que han pasado, por ejemplo, Ecuador, Bolivia, igual lo que al parecer viene para Brasil, porque hay una recuperación de los activos políticos centrados en Lula, Dilma.
— ¿A México cómo lo ven?
— Sería insensato decir que están peor que antes. Eso no es sensato. Tampoco estamos felices, pero hay un camino, me parece. Y este eventual respaldo ahora, claro con una nueva composición, sí es una reafirmación que se está caminando, no perfecto, pero por lo menos en la ruta indicada. Así vemos desde lejos nosotros, más allá de una filigrana.
— ¿Y cuál es la mirada que tienen sobre Andrés Manuel López Obrador?
— Es positivo. Yo podría decir que el establishment peruano no dice: «ahí hay un comunista retrógrado». Tampoco dice: «ahí un neoliberal». No, creo que López Obrador ha logrado una identidad, no sé si a la mexicana, pero no alinéandose con énfasis ideológicos. Ese es un acierto que el progresismo, que los cristianos de izquierda, como yo, defendemos, porque le digo a mis compañeros: «a ver, demuéstreme qué comunismo nos ha traído algún distrito o alguna región. O si el modelo socialista teórico nos ha producido algo distinto o positivo en el Perú». El hecho es que ni izquierda ni derecha, más bien somos responsables del fracaso como República.
— ¿No es visto López Obrador como un hombre de izquierda ni de derecha?
— Yo creo que es visto como una izquierda que no se queda en lo ideológico y en el perfil y discurso clásico de un izquierdista. Desde afuera se ve ese perfil más concreto también sobre la solución a los problemas, con medidas también efectistas, respecto a política pública. Claro, tenemos los mismos males, luchamos contra una corrupción atroz.
— ¿Al presidente electo dónde lo ubican? ¿En la izquierda o derecha?
— Él ha dicho: «quiero decirle al país que yo no soy chavista, no soy comunista, no soy terrorista. Soy un profesor de escuela rural». No más pobres en un país rico, dice él. «Palabras de maestro», suele ser la frase con la que concluye sus discursos, haciendo este gesto (se lleva la mano al pecho).
— ¿En qué se parecen López Obrador y el presidente electo?
— Es una buena pregunta. Yo veo en los dos olor a pueblo. Definitivamente, saben escuchar…
Perú es, con mucho, el país con la mayor tasa de mortalidad por covid-19 en el planeta: 5 mil 834 muertes por cada millón de habitantes. A principios de este año, la revelación de que funcionarios de alto nivel fueron vacunados, mientras la población moría en los hospitales, provocó un escándalo político que se conoce como el vacunagate. Los efectos de la pandemia han sido devastadores para un sistema de salud que, al inicio de la pandemia, no tenía más de 230 camas USI (con ventilador) para 32 millones de peruanos.
“No ha habido tiempo para llorar a nuestros muertos. El protocolo decía: ‘va directo, guárdese usted su llanto’. Por eso en la primera vuelta hubo un ausentismo increíble. El 60 por ciento no salió a votar. Eso caracterizó las fuerzas parlamentarias. La segunda vuelta es otra historia, pero hay que ser claros: el pueblo no dijo en primera vuelta quién era el presidente. O sea, no le dio factura libre a ninguno. Entonces, no podemos decir que es una victoria aplastante. Aunque haberle ganado a una campaña infinitamente más fuerte ya es una victoria”, dice Sánchez Palomino.
Lo que ahora se abre, con el triunfo de Castillo, es una oportunidad para enderezar el rumbo. Pero también hay muchas interrogantes.
“¿Habrá cambios de fondo o será un programa moderado? ¿Qué coalición en el legislativo? Como vocero de la bancada de Juntos por el Perú, nosotros hemos respaldado al profesor Pedro Castillo, somos aliados, pero tenemos una vigilancia crítica. No estamos poniendo condiciones, que suelen ocurrir, nosotros le decimos repartijas. Nosotros no, creemos que es una oportunidad inmensa para un proyecto democratizador en lo económico, político social y cultural. La necesidad de una sólida coalición en el legislativo es otro reto. Imagínense un gobierno sin mayoría en el legislativo y con la derecha movilizada. Entonces es todo un desafío lo que va a acontecer en el país”.
En política no hay coincidencias, insiste el congresista, que en México se reunió con los diputados electos de Morena y con la directiva del Partido del Trabajo.
Luego destaca dos momentos: que en el proceso hubo una masacre (“siempre en elecciones aparecen rebrotes de Sendero Luminoso”). Y la aparición pública de Vladimiro Montesinos, vivito y coleando.
“Entonces uno dice: la crisis del año pasado nos llevó ¿cuántos presidentes?, ¿cuántos congresos? Golpes, vacancias. Esa crisis debió de haberse concluido con este nuevo gobierno y no es ese el resultado: este empate no es una solución. Entonces, en realidad tenemos cinco años titánicos, que no llegaremos a cinco si este primer año no aceptamos que el consenso es la estabilidad en medio de estas importantes prioridades”-
El problema es la fragmentación política. Cerca de 15 organizaciones han perdido el registro en este proceso electoral, entre ellas el APRA, el legendario “Partido del Pueblo” ahora aliado al fujimorismo. Pero quedan otras 10. La coalición de izquierdas Juntos por el Perú, que llevaba de candidata a Verónica Mendoza, obtuvo apenas cinco curules. De Perú libre que acogió a Pedro Castillo son 37 diputados, de un total de 130, lo que significa que no tendrá mayoría.
— Eso hace un contexto muy complejo, también para su partido…
— La bancada parlamentaria electa, somos cinco y soy el vocero titular. Una bancada pequeña pero singular porque son trayectorias distintas. Yo soy católico, provengo del trabajo de iglesia católica y teología de la liberación, pero en nuestra coalición trabajamos con compañeros comunistas socialistas, socialdemócratas, tahuantisuyanos, etnocaceristas. Y creemos que nuestra vocación está para afirmar más bien ruta democrática con cambios de fondo. Ahí está como estamos discutiendo la agenda legislativa del congreso, y aportando lo que será la coalición de gobierno, lo que será la necesidad de ir más allá, sacrificando algunas cosas razonables, porque sin lograr una mayoría no hay posible espíritu de gobernabilidad
Perú, dice, tiene ahora tres prioridades: la vacunación universal (se han aplicado 8 millones de dosis a poco más de 4 millones de personas), la reactivación de la economía y lucha la frontal contra la corrupción.
“Con esas prioridades habrá que sentar bases para discutir, ya no con un plano de hegemonía, porque no es contundente. Hay que trabajar. En octubre del otro año vienen las elecciones en las gobernaciones y municipios. Son 196 provincias, 27 gobernaciones y mil 700 alcaldes distritales. Eso es clave para esta etapa: el primer año de gobierno va a tener esas características y las fuerzas del fujimorismo no van a dar tregua. No muestran ni un gesto de empatía”.
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