La coalición PAN-PRI-PRD puso un pequeño dique al avance de Morena y la “cuarta transformación”, pero no logró constituirse en contrapeso efectivo, ni mucho menos en una alternativa legislativa o de gobierno
Twitter: @chamanesco
No han pasado suficientes horas como para hacer un buen balance de la jornada electoral del 6 de junio de 2021; sin embargo, los resultados preliminares dejan ver algunas conclusiones.
Primero.- Morena sigue siendo la primera fuerza política del país. Es el partido más votado, tanto elecciones federales como locales, y el que más posiciones se llevará en las “elecciones más grandes de la historia”.
Pese a que sufrió un leve retroceso respecto a 2018, el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador se perfila para convertirse en la primera minoría en la Cámara de Diputados durante la 65 Legislatura, y acaricia la mayoría absoluta (250 más 1) en alianza con sus compañeros de viaje, PT y Partido Verde.
Es cierto: Morena perdió la mayoría absoluta que había construido artificialmente en 2018; primero, disfrazando morenistas como militantes del PT y del PES para acceder a más plurinominales, y después, comprando a cinco diputados del PVEM al instalarse la 64 Legislatura.
Pero no todo está perdido para el presidente y su partido, pues conservaron el número suficiente de diputaciones para seguir aprobando el Presupuesto de Egresos, sin necesidad de negociar con la oposición, en los tres años que le restan al sexenio.
Según los datos del Conteo Rápido que realizó el Instituto Nacional Electoral, Morena obtendrá entre 190 y 203 diputados; el PVEM, entre 40 y 48, y el PT, entre 35 y 41.
Esto quiere decir que la denominada coalición Juntos Hacemos Historia, obtendría, en el mejor de sus escenarios, 292 curules, y en el peor, 265.
A los que, en un escenario muy optimista, podrían sumarse 6 diputaciones del PES (en caso de que alcance el 3 por ciento de la votación y conserve su registro), lo que llevaría a la coalición pro-AMLO a 298 o 271 diputaciones.
Una mayoría absoluta suficiente como para seguir moviendo los hilos de San Lázaro; aunque no suficiente como para hacer reformas constitucionales, que requieren mayoría calificada (334 diputaciones).
Han concluido los tiempos de una Cámara baja capaz de aplicar la aplanadora para hacer cualquier reforma propuesta por el presidente López Obrador; pero tampoco ha surgido una nueva mayoría en San Lázaro.
El Conteo Rápido del INE otorga al PAN entre 106 y 117 diputaciones federales; al PRI, entre 63 y 75, y al PRD, entre 12 y 21.
Eso quiere decir que, en su mejor escenario, la coalición Va por México sumaría 213 diputaciones, de las 500 que hay en la Cámara baja, y en el peor de los casos, sumaría 181 diputaciones.
En resumen, la coalición PAN-PRI-PRD puso un pequeño dique al avance de Morena y la “cuarta transformación”, pero no logró constituirse en contrapeso efectivo, ni mucho menos en una alternativa legislativa o de gobierno.
¿Alguien sabe cuál es la propuesta de esos tres partidos para el futuro?
En lo local, la primera lectura debe centrarse en las 15 gubernaturas, ante la ausencia de datos en las elecciones municipales y de Congresos locales, cuyo análisis serio merece tener más información.
En los 15 estados donde hubo elección de gobernador, el Instituto Nacional Electoral llevó a cabo Conteos Rápidos que hoy, lunes 7 de junio, constituyen la fuente más confiable para saber quién ganó, quién perdió y en qué estados aún no puede definirse ganador.
Según estos ejercicios estadísticos –que de cualquier forma habrán de ser contrastados con los cómputos oficiales–, Morena vuelve a ser el ganador de la contienda.
El partido del presidente habría alcanzado porcentajes de votación que le dan claras ventajas en nueve entidades: Baja California (entre 45.4 y 48.3 por ciento de la votación); Baja California Sur (entre 44 y 46.8 por ciento); Colima (entre 32.2 y 34.9 por ciento); Guerrero (entre 42.6 y 45.3 por ciento); Nayarit (entre 47.2 y 51.8 por ciento); Sinaloa (entre 55.8 y 58.4 por ciento); Sonora (entre 48.5 y 52.4 por ciento); Tlaxcala (entre 49.2 y 51.1 por ciento) y Zacatecas (entre el 47.7 y el 51.8 por ciento).
En San Luis Potosí, donde Morena no es parte de la coalición ganadora, pero de facto apoyó al candidato del PVEM-PT, Ricardo Gallardo, el triunfo también tiene aroma a 4T. Ahí, los Conteos Rápidos dan la ventaja a Gallardo, con rangos de votación que fluctúan entre 35.7 y 38.2 por ciento de los votos.
Y aunque el panista Octavio Pedroza habría alcanzado entre 32.8 y 35.4 por ciento, su votación máxima no rebasa la votación mínima de quien podría considerarse, hoy, ganador de los comicios.
El PAN habría ganado dos entidades: Chihuahua (con una votación de entre 41.9 y 46.6 por cinto a favor de Maru Campos), y Querétaro (entre 53 y 56.4 por ciento en favor de Mauricio Kuri).
Y Movimiento Ciudadano habría ganado Nuevo León con el polémico Samuel García, quien habría obtenido entre 35.4 y 37.2 por ciento de los votos.
En dos entidades, las tendencias reflejadas en los Conteos Rápidos impiden señalar a un ganador o ganadora.
En Campeche la elección está a tercios, entre Layda Sansores, de Morena, con un rango de votación de entre 31.7 y 34 por ciento; Eliseo Fernández, de MC, entre 30.8 y 33 por ciento, y Christian Castro Bello, del PRI-PAN-PRD, entre 30 y 31.8 por ciento.
En Michoacán, el traslape entre el primero y segundo ganador es mínimo, pero suficiente como para que nadie cante victoria. Carlos Herrera, de la coalición PRI-PAN-PRD, habría obtenido entre 37.6 y 40.9 por ciento; mientras que Alfredo Ramírez Bedolla, de Morena-PT, entre 40 y 43.4 por ciento.
Estos datos indican que la ola morenista no se ha detenido al interior de la República (en Ciudad de México, Morena sufrió una importante caída) y que, de cara a las elecciones presidenciales de 2024, el partido oficial estaría gobernando 15 entidades.
A nivel territorial, la fuerza política ganadora es sin duda Morena, y el gran perdedor es el PRI, que se queda sin los ocho estados que gobernaba antes de estas elecciones.
La buena noticia de la jornada electoral es la participación ciudadana, que rondaría entre el 51.7 y 52.5 por ciento del Listado Nominal de Electores que, en esta elección, llegó a 93.5 millones de ciudadanos; porcentajes que superan los alcanzados en las elecciones intermedias de 2003 (41.1 por ciento), 2009 (44.6 por ciento) y 2015 (48.9 por ciento).
Esto quiere decir que, aún en pandemia, más de 48 millones de personas acudieron a votar, respetando los protocolos sanitarios y venciendo el miedo, la inseguridad y la apatía por la falta de propuestas atractivas por parte de candidatos y partidos.
La organización electoral funcionó, a pesar de algunos conflictos que hicieron imposible instalar 371 casillas que fueron canceladas antes de la jornada electoral, y 30 que fueron boicoteadas el mismo día de los comicios.
Aún falta que se completen los Programas de Resultados Electorales Preliminares, los cómputos distritales y las posibles impugnaciones que irán a dar a los Tribunales Electorales, pero es innegable que el sistema electoral funcionó, aún en condiciones adversas y en medio de la crítica y la descalificación desplegada desde Palacio Nacional y los circuitos lopezobradoristas.
Quienes promueven una reforma político-electoral, aun antes de la jornada de este 6 de junio, bien harían en revisar qué hizo posible que estos comicios fueran los más grandes y los más participativos de la historia.
Periodista desde 1993. Estudió Comunicación en la UNAM y Periodismo en el Máster de El País. Trabajó en Reforma 25 años como reportero y editor de Enfoque y Revista R. Es maestro en la UNAM y la Ibero. Iba a fundar una banda de rock progresivo, pero el periodismo y la política se interpusieron en el camino. Analista político. Subdirector de información en el medio Animal Político.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona