Veterana de la Revolución Mexicana, socialista entregada a la educación popular y a la reivindicación de las mujeres en México, Elvia Carrillo Puerto formó una de las primeras agrupaciones de campesinas en nuestro país y fue una de las primeras diputadas
@ignaciodealba
En el número 309 de la calle principal del poblado de Motul, Yucatán, nació Elvia Carrillo Puerto el 6 de diciembre de 1878. En el sitio se conserva un pequeño museo y biblioteca. Elvia fue la sexta hija del matrimonio de Adela Puerto Solís y Justiniano Carrillo Pasos. En ese hogar de clase media germinó un espíritu revolucionario, alimentado por dos mundos; la pobreza en un régimen de esclavitud y la riqueza opulenta de la llamada Casta Divina.
Entre los 13 hermanos de Elvia está el gobernador socialista de Yucatán, Felipe Carrillo Puerto (1922-1924). Pero más allá del lazo sanguíneo, ella protagonizó una de las batallas más destacadas por los derechos de las mujeres, la lucha de clases y el feminismo, dos elementos indisociables.
Los Carrillo Puerto atendieron una abarrotería en su casa y acudían al Colegio Roque J. A esa escuela, de carácter laico y con una amplia matrícula de mujeres, acudían personas de clase media y también los hijos de los obreros y campesinos mayas de la región. Quizá ese encuentro de clases contribuyó a que varios de los hermanos se Carrillo Puerto se sensibilizaran con la lucha revolucionaria.
Una de las influencias más importantes para Elvia fue su maestra, Rita Cetina Gutiérrez, poetiza y una importante impulsora de la educación para mujeres en Yucatán. Ella la acercó a las primeras organizaciones feministas en México, donde se discutía de forma abierta sobre el control de natalidad, la sexualidad, el amor libre, la prevención de enfermedades venéreas y el papel político de las mujeres. Y se leía a Mary Wollstonecraft, Flora Tristán y Victoria Woodhull.
A los 13 años, Elvia fue casada con Vicente Pérez Mendiburo, un hombre mucho mayor que ella, con quien tuvo a su único hijo: Marcial Pérez Carrillo. Paradójicamente, en esos años ella tuvo la libertad para acercarse a literatura feminista, aprendió el oficio de taquigrafista y se dedicó a dar clases. Quedó viuda a muy corta edad.
Cuando el régimen de Porfirio Díaz llevaba más de treinta años, se organizaron grupos antirreeleccionistas por todo el país, en la mayoría de los casos únicamente se permitía la filiación de hombres. Pero también crecieron los grupos de mujeres organizadas, Elvira fundó uno, principalmente integrado por mayas campesinas que reclamaron que las mujeres también accedieran al reparto de tierras.
La lucha feminista de mujeres como Elvira cargó un peso doble, no solo se pretendía acabar con el régimen de Díaz, sino que se buscó que dentro de la Revolución las mujeres también quedaran reivindicadas y con poder de representación. Ella fue la mujer más destacada en participar en la Rebelión de Valladolid, también conocida como “la primera chispa de la Revolución Mexicana”.
Seis meses antes del Plan de San Luis — el llamado a la Revolución de Francisco I. Madero— un grupo de yucatecos rebeldes tomaron la ciudad de Valladolid para derrocar al gobernador Enrique Muños Aristegui y su jefe Olegario Molina Solís, un recalcitrante porfirista que hizo fortuna con la esclavitud de mayas, la industria y la extracción del henequén. Pero el gobierno de Yucatán, ayudado de Díaz logró sofocar la rebelión y Elvia volvió a Motul.
En 1910 Elvia se casó por segunda ocasión, esta vez con Francisco Barroso, y se dedicó a hacer clubes socialistas-feministas para campesinas de Yucatán. Uno de los más importantes fue la Liga Feminista Campesina Rita Cetina Gutiérrez.
En Yucatán, el general revolucionario Salvador Alvarado logró someter a la reacción porfirista y promover una serie de reformas sociales, acompañado de los hermanos Carrillo Puerto. Durante su administración se financió y organizó del primer encuentro feminista de México (1916). A la cabeza de la reunión estuvo la docente Consuelo Zavala Castillo. Al encuentro acudieron mujeres de todo el país. El sitio de la reunión aún existe, es el Teatro Peón Contreras, ubicado a un par de cuadras de la Plaza Principal en Mérida. Una de las participaciones más radicales fue la Hermila Galindo, con el discurso “Monografía Sobre la Mujer”; donde se vela por una sexualidad libre y educación racionalista.
Felipe Carrillo Puerto llegó a la gubernatura de Yucatán, en 1922 al frente del Partido Socialista del Sureste. Durante ese periodo, Elvia y muchas mujeres se movilizaron para que el Congreso de la entidad hiciera válido el derecho de las mujeres a votar y ser votadas.
Con muy poco apoyo entre los legisladores socialistas lograron que Rosa Torres G. fuera cabildo en Mérida. Un año después, Elvia Carrillo Puerto, Beatriz Peniche y Raquel Dzib Cícero se convirtieron en las primeras legisladoras locales en México. El soporte legal para que las mujeres participaran en la vida política del país fue nulo y sería hasta 1953 cuando las mujeres lograron participar en una elección.
En 1924 Felipe fue asesinado por la oligarquía yucateca que aprovechó la inestabilidad política, provocado por Adolfo de la Huerta. Varios de los hermanos Carrillo Puerto fueron asesinados y varios líderes socialistas fueron amenazados de muerte. Entre ellos estaba Elvia, quien tuvo que refugiarse en la Ciudad de México.
Elvia organizó decenas de ligas feministas y también presentó ante el gobierno de México decenas de miles de firmas para que las mujeres pudieran votar. Trabajó como funcionaria y periodista. Le llamaban, «La monja Roja del Mayab». Murió en 1968, en un humilde departamento de la colonia San Cosme de la Ciudad de México. Sus restos se encuentran en el cementerio general de Mérida.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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