Para Hermila la verdadera revolución era feminista; ella fue una de las mujeres más relevantes de la historia reciente de México. Su legado sobrevive hasta ahora, aunque es una historia poco contada
@ignaciodealba
Se sabe que Hermila Galindo nació el 2 de junio de 1886 en la hacienda de San Juan de Avilés, en el municipio de Lerdo, Durango. Ahí cursó los primeros años de primaria; su padre murió cuando ella era muy chica y la niña quedó con su madre, también llamada Hermila, y su tía Ángela.
La inteligencia de Hermila hizo a la familia considerar la idea de mandarla a Estados Unidos a estudiar química. Pero la ajustada economía provocó que de adolescente estudiara mecanografía e inglés, para que consiguiera trabajo como secretaria.
Hermila se fue a vivir a Torreón, Coahuila. Ahí dio clases de mecanografía en distintos colegios de Gómez Palacio y Lerdo. Cuando tenía 23 años, un evento cambió su vida: El 21 de marzo de 1909, acudió a una conmemoración del natalicio de Benito Juárez en Torreón. Para sorpresa de los asistentes, el orador Francisco Martínez Ortiz empezó a despotricar contra la dictadura de Porfirio Díaz.
Para ese momento, el tirano de Díaz llevaba 30 años en el poder, en el país ya pululaban grupos de antirreeleccionistas y guerrilleros. El régimen estaba endurecido, sus colaboradores eran pura reacción.
Después de la perorata del encendido Francisco Martínez, el presidente municipal de la ciudad, Manuel Garza Aldape, destruyó el discurso para evitar que los periódicos lo publicaran al día siguiente. Pero Hermila y su habilidad mecanográfica lo habían captado. La mujer transcribió la arenga revolucionaria y la repartió entre las casas de la ciudad.
La volantina puso a Hermila en el bando revolucionario: La maestra de mecanografía quedó convertida en conspiradora. Al año siguiente, 1910, inició la revolución contra el régimen de Díaz.
Con la victoria de la Revolución, Hermila se fue a vivir a la Ciudad de México, donde trabajó con el equipo del general Eduardo Hay, un hombre cercano a Francisco I. Madero. Pero al par de años el gobierno de Madero sufrió un revés por parte de la reacción: el general Victoriano Huerta encabezó un golpe de Estado y asesinó al presidente y al vicepresidente José María Pino Suárez.
Las fuerzas revolucionarias dieron un segundo combate y al frente de Venustiano Carranza lograron derrocar a Huerta en 1914. En esas fechas, el Jefe Máximo de la Revolución hizo un recorrido por el país, Para recibir al presidente, Hermila dio un discurso en representación del Club Abraham González:
Ella proclamó:
“El gran terrateniente, el que ha robado grandes extensiones de tierra…lo maldice a usted. El monopolizador de la industria, el que ha obtenido concesiones onerosas para la Nación, pero magníficas para su enriquecimiento personal, el que sin tejer las telas ni mover la maquinaria con el esfuerzo de su propio trabajo, viste esas telas despojando de ellas a los proletarios; ése, señor, lo maldice a usted. El prestamista sin entrañas… lo maldice a usted… El tutor ladrón, que amasa su fortuna con el hambre y las lágrimas del estómago y ojos infantiles; ése, señor, lo maldice a usted …lo maldicen a usted por la misma razón que maldijeron a Madero; por la misma causa que sus antecesores maldijeron a Juárez y maldijeron a Hidalgo; lo maldicen tal como los mercaderes del templo deben haber maldecido a Cristo y se regocijan con la traición de Francisco Villa, a usted, como aquellos mercaderes deben haberse regocijado con la traición de Judas Iscariote al maestro Nazareno”.
Carranza quedó impresionado con el poder de oratoria de Hermila Galindo, tanto que la invitó a colaborar dentro de su equipo. A ella se le encomendó viajar por el país para organizar clubes revolucionarios, hacer discursos y escribir artículos para diferentes periódicos.
En 1915, Hermila fundó un periódico llamado La Mujer Moderna, dedicado a crear conciencia sobre las injusticias sociales, políticas y económicas a las que eran sometidas las mujeres. También se abordaban asuntos astrológicos y culturales.
Una de las ponencias más importantes que hizo fue cuando participó en el Primer Congreso Feminista de México (1916), que se llevó a cabo en Mérida, Yucatán. Ahí, contribuyó con el discurso “Monografía Sobre la Mujer”, entre los temas de la exposición se habló del control de natalidad y de incluir la educación sexual en las escuelas. Un discurso que sigue generando escándalo hasta nuestros días.
Luego, el gobierno revolucionario le encomendó que dictara una serie de conferencias en La Habana, Cuba, sobre la ideología de la Revolución Mexicana. Ella aprovechó el viaje para plantear la necesidad de que los países de América Latina se unieran para enfrentar a Estados Unidos:
“Hoy que me encuentro entre vosotros y que sé que también amáis intensamente las tradiciones, los ensueños, el idioma de la raza a la que felizmente pertenecemos, vengo a deciros que es preciso, si queremos seguir existiendo, que nos agrupemos bajo una misma bandera cuando se presente el enemigo común”.
El nacimiento de un nuevo proyecto político, después de la Revolución Mexicana, requirió de la creación de una nueva constitución política. Así que una generación de revolucionarios se reunió en Querétaro para redactar la Constitución de 1917. Hermila propuso un proyecto para que se incluyera el voto de las mujeres en la carta magna. Pero la propuesta fue rechazada.
Hermila Galindo fue la primera candidata a una diputación en México. Ella supo que no ganaría, pero también sabía que estaba abriendo el camino para otras generaciones. Sería hasta 1954, cuando Aurora Jiménez, logró obtener el cargo.
Venustiano Carranza fue asesinado en mayo de 1920, después de que el grupo de políticos y militares sonorenses proclamaran el Plan de Agua Prieta. Desde entonces, las actividades políticas de Hermila quedaron reducidas y la mujer se dedicó a escribir artículos periodísticos y se casó con Miguel E. Topete.
Tuvieron dos hijas: Rosario y Concepción. El resto de su vida lo dedicó a educarlas. La familia vivió en la calle Víctor Hugo número 42, de la colonia Portales de la Ciudad de México, a unos pasos del metro Portales.
Fue hasta 1953 que las mujeres pudieron votar en México. Al año siguiente, con poco reconocimiento sobre su trabajo, murió. Es curioso, pero la vida de esta feminista ha permanecido borrada de la historia de México; hasta hace muy poco se ha tratado de reivindicar su larga lucha. Hoy, Hermila Galindo aparece en los billetes de 1000 pesos.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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