19 febrero, 2021
Ser vacunado en México depende de un registro, de contar con CURP, INE, Internet o teléfono, de mostrar que vives cerca del centro de salud donde se te aplicará la vacuna. Quienes viven en las calles no cuentan con tales recursos y su derecho a la vacuna se ve limitado por un trámite administrativo
Texto y fotos: María Ruiz
CIUDAD DE MÉXICO.- “¿Usted sabe de la vacuna para el nuevo coronavirus?”, le pregunta Luis Enrique Hernández, director de El Caracol AC, a don Sergio Vera, un hombre de 71 años que vive en una banqueta frente al Parque de los Periodistas Ilustres.
“¿Qué? Yo ya estoy bien vacunado de todo…”, responde el señor Vera.
“Pero la del Covid… la del coronavirus. Esa todavía no está, ¿no le han dicho nada? Es nueva, apenas la van a empezar a poner”, le explican los integrantes de la brigada SOS en las calles, de El Caracol.
El Caracol AC es una organización que vela por los derechos de las poblaciones callejeras. Con la pandemia se tuvieron que reinventar. Normalmente recibían en sus instalaciones a personas que viven en las calles en busca de un lugar donde bañarse o comer. Con la jornada de sana distancia, en una ciudad que va de semáforo naranja a rojo, esto paró. Ahora ellos salen a las calles para llevar agua, jabón e información.
El señor Sergio Vera tiene problemas de escucha, requiere que le repitan una y otra vez lo que le dicen. Vive en la calle porque es donde puede trabajar. Su banqueta es su casa y su negocio, ahí se dedica a lavar coches.
“Si vinieran a vacunarlo para el covid, ¿le gustaría?”, le preguntan.
“Dependiendo de qué vacuna, ¿para qué tipo de virus?”, cuestiona don Sergio.
Sergio Vera no está seguro de por qué usa cubrebocas. Se lo pone cuando va al mercado de la Merced, para evitar “enfermedades de la boca” pero no sabe nada del virus que corre, desde hace casi un año, en México. Tampoco cuenta con documentos de identidad. Perdió sus papeles en Nayarit, licencia, acta de nacimiento y todo.
Como Sergio Vera, hay muchos habitantes de las calles que no están suficientemente informados sobre el virus y mucho menos sobre la vacuna. Es por eso que el Caracol emprende jornadas educativas sobre vacunación con menores edad, sus mamás, con personas de la tercera edad e hicieron unas postales con información accesible para quien las lea.
También se prepararon para que cuando acudan con las personas de la tercera edad puedan responder sus dudas al respecto y romper con falsas creencias alrededor de las vacunas.
Para Hernández, la falta de información no depende totalmente de la sociedad civil, también es una falla del Estado.
“Es lamentable que no exista otro esfuerzo para invitar a que las personas se vacunen. De la gente que hemos visitado, algunos sabían de la vacuna pero nadie les ha explicado nada más. El miedo a la vacuna es un tema sensible. Sigue habiendo desinformación sobre la importancia de las vacunas, la prevención. La información tiene que ser una política de Estado”, explica el director de El Caracol.
Enrique Hernández recuerda que la información no debería darse solamente por internet o televisión, sugiere que hagan campañas informativas a pie que realmente lleguen a las personas:
“Mucha gente con la que estamos platicando en las calles no tienen acceso a la tele, a la radio, mucho menos a una página de Internet. Necesitamos una política de estado que garantice la salud y que garantice que las personas puedan vacunarse” pide.
Con el inicio de la jornada de vacunación los y las integrantes de El Caracol tomaron la decisión de buscar a adultos mayores de poblaciones callejeras para apoyarles con sus registros, ya que en su mayoría, no cuentan con acceso a internet o a un teléfono.
Recorrieron comedores comunitarios y nueve puntos de la ciudad donde habitan poblaciones callejeras en el centro, La Raza, La Villa e Insurgentes para que puedan acceder a la vacuna de covid-19.
Por los requisitos que pide el gobierno es casi imposible que estos accedan por su cuenta a su derecho a la vacuna, sin embargo, con ayuda de El Caracol, 26 personas mayores que habitan la calle fueron identificadas, de las cuales cinco lograron ser registradas y una ya tiene cita confirmada.
Pero contar con un folio no les garantiza la vacuna.
Ángela Velázquez vive en una esquina, a unas cuadras de la Basílica de Guadalupe. Por mucho tiempo se dedicó a cuidar coches, ahora tiene un puesto donde vende chacharitas.
Tiene 80 años, por su edad debe tener acceso a la vacuna contra la covid-19 en las jornadas de vacunación de este mes. Antes de que iniciaran, la brigada SOS en las calles fue a visitarla.
–¿Usted tiene información sobre la covid-19?– le pregunta Alexia Moreno, coordinadora de El Caracol.
–No tengo televisión para ver, señorita.
La señora Velázquez se enteró del virus después de regresar de Puebla. Estuvo internada en un hospital de allá, cuando la dieron de alta, y volvió a la Ciudad de México, regresó a su negocio y se enteró que varios de sus compañeros del mercado habían muerto por el virus.
Ángela Velázquez es parte de las cinco personas a las que El Caracol consiguió registrar. Ahora cuenta con folio y están a la espera de la llamada para confirmar su cita. El acompañamiento de El Caracol no termina con el registro. Además de brindarle su folio están pendientes de la llamada y del día que le toque la vacuna para acompañarla.
Esta semana le dejaron su comprobante a la señora Ángela. Ella, a pesar del miedo que siente a una vacuna nueva y al dolor que puede sentir, quedó en asistir a donde le toque.
Pero en El Caracol abunda la preocupación de qué harán llegando el día, porque Ángela no cuenta con credencial de elector, ni acta de nacimiento.
Durante las conferencias vespertinas Pie de Página, ha preguntado qué pasará con las personas que acudan a su cita sin INE. Y la respuesta institucional es que nadie se quedará sin vacuna. El dato más importante es el CURP..
Sin embargo, durante esta primera semana de vacunación se dieron varias quejas en este aspecto, personas que no llevaban INE no pudieron vacunarse.
Otro de los requerimientos en la Ciudad de México para la vacunación es un comprobante de domicilio para acreditar que viven en la alcaldía a la que acudan. Las personas de poblaciones callejeras no cuentan con este tipo de comprobantes.
“A pesar del esfuerzo que se ha hecho porque la gente tenga acta de nacimiento en el país, existe una gran cantidad de niños, niñas y personas mayores que no cuentan con acta de nacimiento. Ya sea porque fueron registradas hace muchos años o porque nunca la tuvieron. Que no exista ahorita mismo una campaña importante para registrar o actualizar los datos de todas las personas lo vuelve una limitante”, denuncia Enrique
Además de la falta de actas de nacimiento el sacar tu credencial de elector se ha vuelto un trámite complicado por la pandemia. Por un tiempo los módulos del INE estuvieron cerrados y ahora el número de citas es reducido.
Debido al próximo proceso federal y local 2020-2021 el 10 de febrero fue la fecha límite para tramitar la credencial por primera vez o solicitar corrección de datos. Quienes buscan una reimpresión, sin cambio de datos, tienen hasta el 25 de mayo para solicitarla.
Tanto a Ángela como a su hijo les robaron sus credenciales en el transporte público. Su hijo ya logró recuperarla pero ella desde hace tiempo ha intentado reponerla. Al no contar con acta de nacimiento no ha tenido éxito:
“En el módulo del INE me dijeron que yo ya estoy para el panteón, que ya para qué”, cuenta Angelita. Sin embargo ella está firme en conseguir su credencial, no solo por la vacuna, sino porque lleva meses pidiendo al Estado el apoyo económico que le corresponde por ser adulto mayor.
Hay adultos mayores que, a diferencia de Ángela, terminan aceptando esta creencia de que ya están viejos. Esto le pasó al señor Gerardo Martínez, habitante del centro histórico. Con 78 años no ve sentido en ponerse la vacuna porque ya se siente viejo. Esta es una de las tres principales creencias que las brigadas de El Caracol han encontrado entre personas de la tercera edad que viven en las calles:
“La primera es que es una vacuna que los quiere matar. Que el gobierno está matando a las personas mayores y ese es el miedo. La segunda es que la vacuna no sirve, que no les hará nada porque para colmo, la información de que hay tres vacunas les hace creer que si hay tres es porque no sirve. Y la que más me duele es que ya están grandes y pues ya, como el señor Gerardo. Ese sentimiento de aceptar lo que venga, habla de un nivel de desprotección muy alto”, cuenta Luis Enrique Hernández.
Hasta ahora no se han encontrado casos de covid-19 en poblaciones callejeras pero en caso de que suceda implica una emergencia grande debido a que viven una mayor vulnerabilidad.
En cuanto a su derecho a la vacuna se han encontrado con varios obstáculos. Como en el caso de Ángela o Sergio, muchos no tienen INE, acta de nacimiento, menos teléfono o dirección, y hay quienes a pesar de proporcionar sus nombres completos, fechas y lugares de nacimiento, no aparecen en la base de datos del CURP.
“A las comunidades rurales van los servidores de la nación, pero ¿qué pasa con las poblaciones callejeras?” se preguntan los integrantes de El Caracol, quienes ven que con la metodología de registro del Gobierno de México las poblaciones callejeras quedan automáticamente excluidas.
A dos semanas de iniciar los registros Elizabeth Valencia, integrante de la brigada, siente felicidad por los seis folios que consiguieron:
“Algunas personas piensan que una o dos personas registradas son muy pocas pero para nosotros es un logro que podamos registrar a personas de población callejera que están interesadas en la vacuna. Las personas que sí pudimos registrar nos lo agradecen y sienten el apoyo que les recuerda que no están solas”, comparte.
Pero a pesar de este granito de arena lo que más notan es la exclusión:
“Estamos hablando de que la pandemia está causando estragos en muchas vidas y no debería haber un registro así porque quedan excluidas cualquier cantidad de personas. El derecho a la salud es un tema sensible porque tiene que ver con la vida. Me parece aberrante que un trámite administrativo impida que estas personas que estamos visitando en la calle, con un nivel de vulnerabilidad como el que estamos viendo, personas que no tienen acceso médico, no tienen el tema preventivo, que tienen enfermedades crónico degenerativas o viven con alguna discapacidad física o mental, necesitan forzosamente su INE o CURP para acceder a su derecho a la salud” denuncia Luis Enrique Hernández.
Foránea siempre, lo suyo es lo audiovisual y el periodismo es la vía por donde conoce y cuestiona al mundo.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona