8 febrero, 2021
Al no poder cambiar sus papeles de manera oficial, las personas trans se enfrentan a problemas para conseguir trabajo, tener acceso a servicios de salud y hacer trámites; tienen trabas constantes para ejercer sus derechos
Texto: Aranzazú Ayala Martínez/ Lado B
Foto: Marlene Martínez/ Lado B
PUEBLA.- Tuss pasó tres años sin poder ejercer plenamente su derecho a la identidad. Como hombre trans, fueron tres años esperando a que se resolviera su juicio para poder cambiar su identidad sexogenérica en sus documentos oficiales, porque en Puebla no existe una ley que permita a las personas trans actualizar sus papeles.
Durante este tiempo la incertidumbre y frustración que vivió mermaron su salud, trabajo y su vida diaria: cada vez que se vencía un plazo para la resolución, algo nuevo pasaba y el proceso se alargaba, pues una y otra autoridad judicial se negaban a resolver, turnando a otra instancia, llegando hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para que finalmente Tuss lograra cambiar su identidad, un derecho básico consagrado en el artículo cuarto Constitucional.
A partir de la imposibilidad de cambiar sus documentos por falta de una ley, las personas trans ven sus derechos violentados tanto por no tener sus documentos de identidad como por tener que recurrir a procedimientos jurisdiccionales para obtener sus papeles. Así lo explica el abogado Irvin Bonilla, co-coordinador de la clínica de litigio estratégico Transformaciones Jurídicas de la Universidad Veracruzana, donde han llevado más de 50 procedimientos de identidad de género.
En entrevista para LADO B, el abogado explicó que el hecho de no tener papeles orilla a las personas trans a revelar continuamente que su identidad es distinta a la contenida en sus documentos oficiales en los actos más cotidianos. Esto, dijo, violenta el derecho al honor, a la intimidad y a la dignidad humana, como condición y base de los derechos humanos.
Además, también son violentados los derechos a la igualdad y no discriminación por expresión de género, al libre desarrollo de la personalidad, al trabajo y a la salud.
Por otra parte, la judicialización de estos procedimientos conlleva una discriminación “oficial” o normativa, pues la propia norma o ley está estableciendo un trato diferenciado hacia las personas trans para que puedan obtener sus documentos de identidad.
¿Por qué es importante que las personas trans puedan cambiar legalmente su identidad? La respuesta es simple: para ejercer sus derechos básicos. Desde acceder a servicios de salud pública, buscar un empleo, pagar con tarjeta en un supermercado, hasta cosas más complejas como obtener pensiones, Afores, Seguro Social, o adquirir un crédito bancario.
En Puebla, las personas trans todavía no pueden cambiar sus documentos de acuerdo con su identidad sexogenérica asumida; en el marco de esa lucha está pendiente la discusión y aprobación de la llamada Ley Agnes, que busca que se pueda hacer este cambio de manera oficial.
En teoría, los diputados y diputadas locales se comprometieron a legislar sobre el tema a más tardar el 15 de febrero de este 2021, a partir de las exigencias de las colectivas feministas y personas trans en la toma de las instalaciones del Congreso a finales del año pasado.
Mientras el tiempo corre para las y los legisladores, la comunidad trans sigue teniendo problemas para hacer cosas de la vida cotidiana: ir al médico, hacer un trámite en el banco, conseguir empleo, entre otros.
Alec, por ejemplo, es un hombre trans y es una de las personas que ha vivido dichas dificultades. Cuenta que, una vez en el banco, la chica que atendía le dijo que necesitaba que estuviera presente la persona titular de la cuenta, pues como estaba a nombre de ‘Alejandra’ no podía hacer el trámite que solicitaba.
Agrega que, cuando le piden el INE para identificarlo, el momento se vuelve incómodo, incluso cuando va a bares o antros. Primero el trato es amable, pero al ver su identificación y ver que el nombre que está ahí corresponde a alguien del sexo opuesto, las personas a veces se molestan: “creen que por alguna razón les mentí, [y] el trato se vuelve despectivo”.
Diana, otra de las entrevistadas, comparte que su principal problema ha sido en el tema de la titulación. Ella tiene ya dos carreras, pero no ha podido sacar su título porque saldría con un nombre diferente, uno que desde hace mucho no es suyo.
A lo que se enfrentan las personas trans que no pueden cambiar su identidad, como en Puebla, es a no existir jurídicamente. A lo mejor, dice Diana, “tu entorno te reconoce, la gente cercana, en la convivencia diaria. Pero en todo lo legal no puedes hacer muchas cosas, porque no existes”.
Hay un problema que Diana identifica, por ejemplo al hacer algún trámite médico con un documento que no coincide con la identidad sexogenérica. En ocasiones a una persona trans se le puede negar atención o un servicio, y sí, a veces se debe a un acto de discriminación, pero en otras ocasiones es simplemente porque si validan un documento que tiene un nombre que pareciera no corresponder a la persona que busca el servicio, pueden incurrir en un delito o avalar la falsificación de identidad.
“Por mucho respeto y empatía que puedas encontrar, al final necesitas un documento que te avale, porque las otras personas podrían estar cometiendo un delito si lo reciben”.
“Yo sí le diría a la gente, simplemente: ‘¿por qué no te gusta que tenga derechos?’”, cuestiona. Para Diana, la duda legítima es que si a la gente le gusta lo que hace: cómo corta el cabello, los espectáculos y shows que monta, por qué no le gusta que ella y el resto de la comunidad trans gocen de sus derechos básicos.
Alec comparte otra mala experiencia en el seguro social, cuando fue a la clínica a consulta, porque padece de asma. Una de las enfermeras no lo quería atender porque su carnet no tenía la fotografía. Le dijeron que ese no podía ser él, y tuvo una discusión, hasta que lo atendió otra persona. Finalmente, además de los trámites, lo que hay de fondo es la falta de reconocimiento a un sector de la población: el colectivo trans.
Para Alec, el sistema no visibiliza a la comunidad trans, y está hecho para las personas cis, es decir, quienes tienen el mismo género y sexo asignado al nacer. “En general creo que lo importante, para todo, es reconocernos ante este CIStema: existimos, valemos, estamos”.
*Este texto se publicó originalmente en Lado B. Pie de Página lo reproduce gracias a la alianza de Medios. Aquí puedes consultar la publicación original.
Periodista en constante formación, interesada en cobertura de Derechos Humanos y movimientos sociales. Reportera de día, raver de noche. Segundo lugar en categoría Crónica. Premio Cuauhtémoc Moctezuma al Periodismo Puebla 2014. Tercer lugar en el concurso “Género y Justicia” de SCJN, ONU Mujeres y Periodistas de a Pie. Octubre 2014
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