Encerrada en un parador de autobuses se encuentra la fuente más antigua de México: la Fuente de Belén. Este monumento, más que un tesoro, se convirtió en un estorbo para la urbanización de la ciudad, de a poco ha quedado relegada a un pinchurriento parque
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En el parador de autobuses de Chapultepec, donde también está la estación de metro, se encuentra una de las construcciones más emblemáticas del antiguo acueducto que surtía agua a la Ciudad de México.
A la Fuente de Belén, construida en el Siglo XVIII, asistió la población para surtirse de agua durante la colonia. A falta de un sistema de alcantarillado, las ciudades recurrían a pilas comunes donde la gente recogía, con recipientes de barro, el agua para llevarla a sus casas. Si eran pudientes se pagaban los servicios de un aguador.
En un principio, la Fuente de Belén cubría las necesidades de las poblaciones cercanas a Chapultepec. Además, esta pileta estaba conectada al acueducto que surtía de agua a otras partes de la ciudad, como Salto del Agua, donde también se conserva una fuente pública, ahora en un camellón sobre avenida Chapultepec.
La fuente fue removida por primera vez en 1921, durante la presidencia de Álvaro Obregón, cuando se decidió construir el monumento a los Niños Héroes, ubicado dentro del Parque Chapultepec. Hay que decirlo, no lo valió la pena. El acueducto colonial fue destruido y sólo se conservó la pila “de rica y variada ornamentación”.
La segunda vez que se removió la fuente fue en 1968, cuando estaba en construcción Circuito Interior. Desde entonces, la pileta se puso en un pequeño parque que quedó marginado en la pujante construcción de edificios de la zona.
Las fuentes públicas tenían lo suyo, se elaboraban con detalladas esculturas y relieves, muy barroco. En la Ciudad de México, la más bella fue la Fuente de la Tlaxpana, ubicada en San Cosme y destruida en el Siglo XIX, por la idiotez y el avance de la ciudad. Otra de estas pilas públicas es la que se encontraba cerca de la Alameda Central, llamada “La Mariscala”.
Muchos de los trazos de los acueductos que se hicieron durante el virreinato obedecían al mismo diseño que hicieron los mexicas para abastecer a Tenochtitlán. Los manantiales de Chapultepec fueron aprovechados, incluso por la realeza mexica, donde el emperador se daba sus baños.
Sobre la Fuente de Belén, no hay certeza sobre el año en que fue construida. Se cree que data de mediados del Siglo XVIII. El virrey Agustín de Ahumada y Villalón, Márquez de las Amarillas mandó construir la pileta, según se le en una de las inscripciones de la construcción.
La Fuente de Belén se encuentra en franco deterioro, muchos de los relieves están rotos o destruidos. Incluso, el monumento quedó partido a la mitad después de algún temblor; pero sin reparación la pileta podría quedar irreparable en otro sismo.
En la estación de autobuses urbanos, la fuente es un elemento extraño, está junto a unos baños públicos y algunos vagabundos aprovechan este olvidado rincón de la ciudad para dormir.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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