Tres fotógrafas documentaron el día a día y los desafíos que enfrentan las mujeres artesanas indígenas en medio de la pandemia por covid-19. Para ello trabajaron en tres comunidades de los Valles Centrales de Oaxaca: Santa Cecilia Jalieza, Santa María Atzompa y Teotitlán del Valle
Fotos y texto: Citlali Fabián, Eva Lépiz y Greta Rico
Desde marzo, cuando la mayoría de los países del mundo declararon cierres y restricciones de movilidad, el turismo ha sido una de las industrias más afectadas a nivel mundial, pero en México, donde el turismo representa el 17 por ciento de su PIB, las consecuencias para la economía de las personas que trabajan en este sector han sido catastróficas, especialmente para las personas que trabajan en la informalidad.
Oaxaca, uno de los principales destinos turísticos del sur de México no es la excepción, aquí las mujeres artesanas enfrentan situaciones desafiantes por esta crisis pandémica. No solo porque vieron desaparecer sus ingresos por la falta de turismo, sino también por la falta de reconocimiento a su trabajo y la relevancia como sostén de sus familias. Aunado a ello, las brechas de género se amplían cada día y con ello, las artesanas se mantienen en condiciones de precariedad.
Citlali Fabián, Eva Lépiz y Greta Rico documentaron el día a día y los desafíos que enfrentan las mujeres artesanas indígenas en medio de la pandemia por la Covid-19. Para ello trabajaron en tres comunidades de los Valles Centrales de Oaxaca: Santa Cecilia Jalieza, Santa María Atzompa y Teotitlán del Valle. Localidades donde la actividad económica principal gira alrededor de la producción familiar de arte popular y que tras la crisis provocada por la pandemia perdieron su principal fuente de ingresos obligándoles a depender de las remesas enviadas por sus familiares migrantes en los Estados Unidos y a revitalizar prácticas como la agricultura de autoconsumo y el trueque.
Santa María Atzompa es una comunidad alfarera a 5 kilómetros de la ciudad de Oaxaca; donde aproximadamente 90 por ciento de la población se dedica a la elaboración de cazuelas, loza y ornamentos; es una actividad familiar, donde se comparten las labores de moldeado y quema, pero donde principalmente son las mujeres quienes comercian los productos con clientes particulares o en el mercado ambulante, mientras los hombres participan extrayendo y transportando el barro desde las minas. La pandemia condujo a los habitantes a retomar la agricultura de autoconsumo, así como del trueque de alimentos y trabajo de barro en crudo. A pesar del repunte de contagios de covid-19 de este fin de año, el panorama luce ligeramente esperanzador con el incremento del movimiento turístico y las celebraciones religiosas la economía parece reactivarse.
Teotitlán del Valle se encuentra a 28 kilómetros de la ciudad de Oaxaca. En este lugar se elaboran alfombras y piezas de arte popular con lana utilizando métodos tradicionales y ancestrales característicos de la cultura zapoteca. Solía ser una de las localidades más visitadas por el turismo, sin embargo, el acceso a la localidad estuvo restringido por casi tres meses durante la primera mitad del año como medida para prevenir contagios dentro de la comunidad. Desde marzo de 2020, las restricciones debido a la pandemia han traído fuertes impactos económicos para las mujeres artesanas. Esto, aunado a los roles de género, la discriminación que enfrentan y la doble jornada al ser quienes realizan el trabajo doméstico y de cuidados han significado grandes desafíos para continuar con la venta de sus piezas compitiendo en el mercado del arte popular en condiciones de desigualdad.
Santa Cecilia Jalieza es una comunidad ubicada a 34 kilómetros de la ciudad de Oaxaca. Allí la gente produce artesanías en madera como separadores de libros decorados en madera, palillos botaneros y utensilios de cocina. Es un trabajo familiar, normalmente los hombres dan forma y tallan las piezas de madera mientras que mujeres y niños las pintan y decoran. Siendo las mujeres las encargadas principales de salir a vender sus artesanías. Esta comunidad tuvo acceso estrictamente controlado desde abril hasta principios de agosto. Durante ese tiempo, a los lugareños no se les permitió salir de la comunidad para comerciar sus artesanías, dejando a gran parte de los habitantes de Santa Cecilia sin ingresos, abriendo aún más las brechas socioeconómicas que enfrentan.
«Este trabajo fue apoyado por el Fondo de Emergencia para Periodistas de National Geographic Society».
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