Héctor Franco fue deportado en 2018, en plena efervescencia electoral. No conseguía trabajo, por falta de documentos, y gracias a la ayuda de un colectivo consiguió empleo en la pandemia. Ahora se dedica a confeccionar insumos sanitarios para la emergencia
Texto: Kau Sirenio
Foto: Duilio Rodríguez
Héctor Franco fue detenido y deportado a México, donde parece que todo el mundo le niega la oportunidad de comenzar de nuevo. Con un padecimiento crónico, el migrante deportado ahora confecciona cubrebocas que paradójicamente se exportan a Estados Unidos.
“Me dedico a confeccionar cubrebocas para Deportados Brand, para sobrevivir porque no he podido trabajar desde que empezó la pandemia, gracias a que el colectivo Deportados Unidos me dio puedo hacer lo que aprendí cuando era chico”, cuenta mientras pisa el pedal de la máquina de costura.
Héctor, llegó a México en plena efervescencia electoral de 2018, eso le impidió hacer el trámite para obtener credencial de elector, documento básico para poder ser contratado en la Ciudad de México: “Como no tenía mi INE, no pude trabajar, para sobrevivir tuve que gastar mis ahorros que traía de Estados Unidos. De ese dinero pagué medicinas y médicos particulares que me trataban la diabetes y la ulcera”.
El hombre llegó con la idea de instalar un taller de costura, “pero cuando llegué a México se esfumó mi sueño. Quise retirar el dinero que coticé durante 15 años en INFONAVIT antes de que me fuera a Estados Unidos, pero no pude, mi plan era pagar el año completo de seguro social para jubilarme, no pude porque era indocumentado en mi país, a pesar que durante años trabajé para enviar remesas”.
La enfermedad crónica de Héctor se agravó en México, ahora está a punto de perder la vista. Sin el INE no podía acceder al campo laboral para cotizar en el Instituto Mexicano de Seguro Social (IMSS). Por si fuera poco: “Busqué trabajo, pero me rechazaban por mi edad, todo se me dificultó”.
Cuando por fin pudo conseguir trabajo de limpieza en el supermercado Soriana, llegó la pandemia de la Covi-19, por ser persona vulnerable la empresa de limpieza en que trabajaba lo mandó a descansar. Primero con la mitad de su salario, pero después de mayo se quedó sin ingreso.
“Me descasaron por la edad, no me preguntas nada, porque recursos humanos tiene mi expediente. Solo me dijeron que me tenían que descansar, pero la compañía me iba ayudar con medio sueldo por un mes y medio. Desde mayo me cancelaron la ayuda”, explica el hombre.
El ex migrante dice que le prometieron regresar a trabajar cuando la Ciudad de México estuviera en semáforo verde: “Me avisaron que me daban la última ayuda y que mejor me liquidaban porque no había condiciones para trabajar. Solo iba a ser la parte proporcional que trabajé”.
En el supermercado Héctor hizo amistad con otro migrante deportado, fue este quien le explicó que el colectivo Deportados Unidos en la Lucha iba a confeccionar cubrebocas para exportar, “Un compañero me avisó que la Unión de Deportados iban a confeccionar cubrebocas y necesitaban un sastre, le hablé a la encargada del lugar, ella me dijo que viniera al día siguiente”.
Mientras le toma medida a la tela que tiene extendida en la mesa de corte, Héctor agrega: “Hago cubrebocas de distintos diseños y modelos. Unos son dobles, otros son sencillos, según como sea el pedido, además, confecciono mandiles, depende el diseño. Aún no recibo ayuda del gobierno, me dijeron que me iban a llamar, pero hasta ahora no he recibido nada”.
Cuando Héctor Franco llegó a Deportados Unidos en la Lucha supo que no era el único que estaba en una situación difícil, ahí conoció a otros compañeros víctimas de la dura política migratoria de Estados Unidos. Todos se han topado con la enredada burocracia mexicana y las pocas oportunidades para las personas migrantes.
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