El veganismo descafeinado no es más que una apropiación del auténtico veganismo que surge de la lucha popular. El veganismo antiespecista es feminista, negro, anticapitalista, decolonial, ecologista, viene de abajo y está a la izquierda.
Luis David Reyes*
Muchos hemos escuchado hablar sobre los ‘veganos’: personas ‘new age’ que se rehúsan a consumir carne, leche o huevo. Si esto nos ha llamado la atención, nos hemos enterado que ellas y ellos no consumen productos de origen animal. Algunos argumentan que es por salud, otras por apoyar al medio ambiente, y otras por los animales.
Es de este último veganismo que me gustaría hablar: del veganismo antiespecista. El término antiespecismo describe a quienes rechazan éticamente y luchan políticamente por acabar con el especismo.
El especismo es un sistema de opresión basado en la discriminación a los animales miembros de otras especies. Es un término emparentado con el racismo, el clasismo y el machismo. El especismo explota, oprime y mata todos los días.
En la industria de la carne se asesinan alrededor de 90 mil millones de animales terrestres anualmente, más de 10 veces la población humana global. Estos animales son asesinados a los pocos meses de vida y viven su corta vida enjaulados, la mayoría viven en su propio excremento y sin ver la luz del sol.
En la industria de la leche las vacas son sistemáticamente violadas y separadas de sus bebés a los pocos días de nacidos.
En la industria del huevo los pollos machos son abandonados en tambos hasta morir de asfixia o son triturados para luego vender su carne, mientras que las gallinas viven en jaulas tan pequeñas que sus pies crecen alrededor de los barrotes.
Tratos similares se dan en la industria del entretenimiento, del transporte, del turismo, de la piel y la industria médica.
El veganismo antiespecista es una postura ética y un compromiso político. La perspectiva ética del veganismo implica no participar en un sistema de opresión que fomenta prácticas de explotación y sufrimiento. La perspectiva política implica un boicot a estas industrias pues se considera que para acabar con este sistema hay que atacar a los opresores donde les duele: en los bolsillos. Más aún, miles de veganos se comprometen con otros tipos de activismo: marchas, performances, prácticas educativas, acciones legales, etc.
Sin embargo, también existen razones médicas, de salud pública y ecológicas que abogan por una práctica vegana.
El consumo de alimentos de origen animal está fuertemente asociado con enfermedades crónicas como la hipertensión, diabetes tipo 2, obesidad y varios tipos de cáncer. Hay estudios de personas que han logrado aminorar, detener o incluso revertir sus enfermedades crónicas al eliminar el consumo de alimentos animales. En México no sólo tenemos una epidemia de covid, sino desde hace varios años una de obesidad. Por si esto fuera poco, el tratamiento de estas enfermedades se encuentra entre los más costosos para los individuos y para el erario.
En cuanto a la ecología, la industria de alimentos de origen animal es la principal productora de gases de efecto invernadero, aún más que la industria del transporte. Es una de las que más agua requiere y de las que más contamina. Además, es la que más terreno requiere: cerca de dos terceras partes de la superficie cultivable del planeta se destina a la cría o alimentación de los animales propiedad de esta industria.
Lo descrito anteriormente presenta al veganismo antiespecista como el siguiente gran movimiento de justicia social del siglo XXI. Sin embargo, muchos hemos escuchado críticas al veganismo como una práctica elitista, una expresión de privilegio o una moda. Esto es falso.
Evitar el consumo de productos de origen animal no es una práctica accesible sólo a las clases altas. La evidencia muestra que una práctica vegana no requiere de un nivel económico privilegiado.
La comida y los nutrientes necesarios para una buena salud son, en general, más económicos si se consumen de fuentes de origen vegetal que de animal. Un kilo de frijoles o lentejas es más económico que uno de carne, mientras que todos ellos son fuentes de proteínas y hierro. Aunado a esto, el consumo de alimentos de origen vegetal no está asociado al desarrollo de enfermedades crónicas. De manera que no sólo reduce los gastos en lo inmediato, sino evita gastos futuros.
Sin embargo, también es cierto existen otros productos, como las leches vegetales las cuales son menos económicas que las leches de origen animal. Y hay algunos nutrientes que cuya obtención a partir de fuentes vegetales es más engorrosa que a partir de fuentes animales.
Ante esto es importante remarcar que el veganismo antiespecista es sensible a las circunstancias. Si bien la explotación, opresión, asesinato, marginación de los otros animales es incorrecta, no es lo mismo ser un antiespecista clasemediero urbano, que una antiespecista marginada en un medio rural. Cada persona contribuye a crear un mundo más justo en la medida de sus posibilidades.
Además, vale la pena criticar el trasfondo de esta situación. Consideremos el ejemplo de las leches vegetales. Estas requieren menos agua, menos tierra, menos granos y menos trabajo humano para su producción que las leches animales. La razón por la que estas segundas son más accesible es debido a los estímulos públicos que reciben para su producción, además de las prácticas de despojo, explotación y corrupción que realizan los grandes propietarios.
Históricamente la postura política y ética de no consumir carne y otros productos de origen animal ha estado ligado a movimiento sociales progresistas: desde las sufragistas británicas hasta Ghandi. Esto no es coincidencia, hoy hay diversos estudios y teorías que explican el cercano vínculo entre la lucha antiespecista y los movimientos sociales de nuestro tiempo.
De manera evidente el antiespecismo y el ecologismo son aliados. En la práctica, la manera más efectiva de luchar por el medio ambiente es adoptar la práctica del veganismo antiespecista. En la teoría, ambas cuestionan la postura moderna que entiende a la naturaleza únicamente como un objecto de consumo y abogan por una postura de respeto hacia los otros animales.
Feministas como Carol Adams han explicado que el antiespecismo se encuentra íntimamente ligado con el feminismo. Tanto el especismo como el patriarcado invisibilizan a sus víctimas y modifican el lenguaje para ocultar su opresión. Hablamos de carne en lugar de cadáveres o de inseminación en lugar de violación, así como se habla de piropo en lugar de acoso callejero. Por otra parte, culturalmente la carne se vincula con ser macho, fuerte y heterosexual. Las carnicerías y los asados son espacios de hombres y se piensa erróneamente que para tener músculos los hombres deben consumir carne. Por su parte, las verdulerías se consideran popularmente espacios de mujeres, hombres homosexuales u hombres débiles.
Antirracistas como Aph Ko han mostrado que la lucha antirracista es también una lucha antiespecista. El racismo ha utilizado históricamente la categoría ‘humano’ para justificar la opresión. Los negros se consideraban como sub-humanos, los indígenas como humanos incompletos: menores de edad. Además, la asociación de las culturas no hegemónicas con otros animales ha sido usada como pretexto para conquistarlas y oprimirlas.
Sunaura Taylor, activista y académica de la discapacidad ha explicado como las ideas usadas para justificar la opresión de los animales son igualmente utilizadas para discriminar a las personas con discapacidades. La falta de inteligencia o de lenguaje son sistemáticamente usadas para justificar los malos tratos hacia los otros animales, de la misma manera estas ideas han sido usadas para negarle sus derechos a las personas con discapacidades.
Desde una postura anticapitalista debemos criticar la explotación de los otros animales. Los otros animales son explotados por su piel, su carne, su pelo, su leche, sus hijos y su trabajo. Karl Marx puede explicarnos como todo su cuerpo es utilizado por el capitalismo para su reproducción. Así, de la misma manera que las obreras en el sistema capitalista, los otros animales son concebidos como una mercancía que le permite al capitalista producir plusvalor. Por otra parte, el capitalismo ha subsumido en su lógica de la persecución de ganancia nuestro consumo de otros animales. El consumo de alimentos de origen animal en la época precapitalista era esporádico y su producción no se encontraba sistematizada.
Desde una perspectiva decolonial podemos entender que el consumo de alimentos de origen animal es una práctica impuesta por los colonizadores. Los animales que hoy son mayoritariamente asesinados para consumo humano: cerdo, pollo, vaca y borrego no son nativos de nuestras regiones. Como Franz Fanon nos puede explicar, el consumo de estos animales es una herencia de la colonia, esta práctica era entendida por las clases bajas como algo que reflejaba estatus, razón que fomentó su popularización cuando su consumo se volvió más accesible. En las sociedades precolombinas la dieta se encontraba basada en lo que la milpa producía, estas sociedades tenían una relación muy distinta a la nuestra frente a la naturaleza y los otros animales. Los otros animales no eran vistos como objetos de consumo, ni como seres inferiores al humano.
Estos son sólo algunos ejemplos de cómo las lógicas y prácticas contra las que lucha el antiespecismo son las mismas que combaten los movimientos sociales que están al centro de la escena pública. De esta manera el veganismo antiespecista es una práctica de y para los oprimidos, una lucha de liberación que amplia el marco de empatía y sororidad más allá de las barreras de nuestra especie.
Hoy se habla de un veganismo light y descafeinado. Se asocia el veganismo únicamente con una vida más saludable, con restaurantes caros y comida de diseñador. Hay un veganismo así, un veganismo que se olvida de la justicia y se centra únicamente en el individuo y en el privilegio. Este veganismo descafeinado no es más que una apropiación del auténtico veganismo que surge de la lucha popular. El veganismo antiespecista es feminista, negro, anticapitalista, decolonial, ecologista, viene de abajo y está a la izquierda.
Portal periodístico independiente, conformado por una red de periodistas nacionales e internacionales expertos en temas sociales y de derechos humanos.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona