El vilo de una ley para las infancias trans

17 octubre, 2020

Desde hace más de un año el Congreso de la Ciudad de México tiene el pendiente de aprobar una ley que permita a menores de edad trans hacer un trámite civil para corregir sus actas de nacimientos. Cientos de familias en todo el país esperan este cambio, que sería llave para el reconocimiento de sus derechos.

Texto: Arturo Contreras Camero

Foto: Cortesía

Cuando Sara se cambió de escuela quiso dejar de usar uniforme con pantalón y empezar a usar falda. Desde los 12 años ella se identificó como persona trans, es decir, que su identidad de género es diferente a la que se le asignó en el nacimiento. Por eso pedía usar falda en la escuela, también entrar al baño de niñas y que se le llamara con un nombre con el que se identifica: Sara. Bajo estas demandas, Sara y su mamá iniciaron una travesía que cruza una reforma legal en la Ciudad de México y pasa por la educación y sensibilización de la sociedad. 

El primer obstáculo lo encontraron en la nueva escuela. “Nos dicen que no, porque tiene un reglamento y que necesitamos un acta que diga que legalmente su nombre y su género es ese, pero si cuando inscribimos a Sara, ellos ya sabían”, cuenta Marcela Ramón, mamá de Sara. “Ya tiene un año que llevamos esperando esta reforma, somos más de 100 familias esperando esto”. 

En 2019 la diputada del Partido Acción Nacional (PAN), Paula Soto, a nombre de la Asociación por las Infancias Transgénero, presentó un iniciativa de reforma al Código Civil y al de procedimientos civiles que proponía un cambio en la manera en que personas menores de edad pueden cambiar sus actas de nacimiento para que concuerden con su identidad de género.

A la par, el diputado del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) presentó una propuesta similar, sin embargo, desde entonces ambas están detenidas en el congreso capitalino a pesar de que ya existe una propuesta consensuada lista para al pleno legislativo.

Una reforma que excluyó sin querer

En 2014 en México se aprobó otra reforma al Código Civil que permitía que las personas trans no tuvieran que pasar por un juicio de reasignación de concordancia de género. Un juicio para cambiar de nombre e identidad de género en un acta de nacimiento, explica Alehlí Ordoñez, abogada de Ledser, un grupo de abogadas que desarrollan litigio estratégico en torno a los derechos sexuales y reproductivos. 

“Ese juicio era muy revictimizante y discriminatorio, porque pedía un montón de pruebas y dictámenes periciales”, cuenta la abogada.

“La persona tenía que ir con un médico que le diagnosticara disforia de género, además de que pide que la persona se haya sometido a por lo menos cinco meses de dosificación hormonal. Es un juicio muy invasivo, cuando lo único que se busca es cambiar el nombre y el género”. 

El problema, dice, fue que con el cambio del 2014, se dejó fuera a las personas menores de edad de este trámite. Ahora su organización lleva 19 juicios para que menores puedan acceder a esta trámite.

Actualmente los menores de edad que quieran tener un cambio de género en sus documentos de identidad, como el acta de nacimiento, tienen que solicitarlo ante el registro civil y al ser rechazados empezar un juicio para poder acceder al trámite. 

“Tenemos esas dos vías, que se apruebe la reforma o llevar casos, que es una lucha importante y que tiene que darse, pero el cambio definitivo es el de la reforma, que es por lo que llevamos luchando mucho tiempo”. 

Reconocer la identidad, un paradigma de discriminación 

Marcela, la mamá de Sara, recuerda que cuando su hija empezó a ir a su nueva escuela con falda, algunas autoridades escolares le pedían el acta de nacimiento para que pudiera ir al baño de mujeres, en vez del de hombres. También para llamarle por el nombre con el que se identifica y no con el que viene en algunos de sus documentos oficiales. 

“No es posible que te pidan un papel que diga lo que mi hija ya estaba diciendo, pero aún así, habían madres y padres que pedían una documento y no querían respetar a mi hija si no tenía el acta”, dice Marcela.

“Yo creo que es mucha falta de información. En la escuela hay muchos padres que para sus hijos piden un pin parental (una especie de excepción para que sus hijos no reciban la misma educación sexual que el resto)».

“Eso nos perjudica a todos, porque no se crea esta empatía. ¿Si tuvieran una mejor educación y no dijeran todas esas barbaridades que todos piden o piensan, me pregunto qué tanto tiempo tendríamos que esperar. No es posible que la sociedad no entienda y que nos exijan el documento. Es la misma sociedad la que nos está forzando a tener un documento que avale la identidad de mi hija”, continúa. 

Ante tal rechazo, Marcela y Sara se vieron forzadas a buscar aliados en esta encrucijada. Así fue como encontraron a la Red de Familias Trans, que aglutina a varias familias y personas con casos como el suyo. A pesar de que ellas viven en Ciudad del Carmen, Campeche, el cambio en la ley de la Ciudad de México podría beneficiarlas para lograr los documentos que la sociedad les reclama. 

Una decisión de infancias

“Es algo muy duro, pero no escuchamos a la infancia o a la adolescencia y tienen mucho que decir. Hay que estar muy atentos, porque eso podría prevenir muchos índices altos de depresión en adolescentes y mucho tiene que ver con eso, que no son escuchadas, que no creen en su palabra por no ser adultos”, dice Marcela sobre su experiencia. 

Ella no se enteró directamente por Sara sobre su identidad de género, fue la psicóloga de la escuela la que le dijo. “Mami, no te dije porque tenía miedo, pero ya te lo tenía que decir”, cuenta. “Me lo dijo a los 12, pero siempre me había dicho que se sentía diferente y a los 11 supo lo que tenía».

“Yo recuerdo, hago flashback y no veo indicios de por qué no me dijo, y también salen muchas cosas que uno se pregunta, pero son cosas que cuando se las dicen a uno, tienes que reaccionar. Cuando tienen vocabulario y te dicen que no me identifico que no son ellas, es algo bien duro, para uno, por todo lo que nos enseña de que solo existen hombres y mujeres, con los estereotipos de género. Yo no me daba cuenta porque a Sara le gustan los videojuegos y los carros, pero un día me dijo: Es que mamá, eso también nos gusta a las mujeres, y fue entonces que hice memoria y recordé que a mí de chica me gustaban los juegos rudos, y por eso a mí en mi infancia me encasillaban. Hay veces que no nos damos cuenta de todo esto”. 

Discusión en punto muerto

Los diputados promoventes de la reforma aseguran que ésta se pudo haber discutido y aprobado en la Cámara de Diputados de la ciudad desde la primera semana de octubre; sin embargo, en esa ocasión, como en muchas otras, faltó voluntad política. 

Sobre el proceso de congelamiento de esta reforma, Tania Morales, presidenta de la Asociación por las Infancias Transgénero comenta: “Desde noviembre de 2019 tenemos este dictamen aprobado en comisiones, ya pasó por votaciones y estaba listo pero entonces llegó navidad y nos dijeron que en el siguiente periodo de sesiones. Llegó febrero de 2020 y no se subió la discusión. Terminó el periodo en mayo y nos dijeron que en junio, aprovechando el mes del orgullo, pero tampoco, la última fue que iba a quedar en el primer día de septiembre, pero aún nada”

“Como madre y como directora de una organización, creo que no ha salido porque no ha habido voluntad política, no hay otra respuesta. No solo de un partido, sino de todos. Si se hubiera querido esta propuesta ya habría pasado, pero no ha pasado porque no han creído que esto sea prioridad o porque no ha sido prioridad para nadie”. 

Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.

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