El nuevo etiquetado de alimentos entró en vigor el 1 de octubre de 2020, con el objetivo de que el consumidor se informe sobre la calidad nutricional de lo que consume. ¿Es suficiente para lograr este objetivo?
Texto y fotos: Christian Cantero / Zona Docs
El nuevo etiquetado de alimentos en México se ha ganado todos los elogios.
Instituciones y organismos nacionales e internacionales como las agencias de Naciones Unidas, el Sistema de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, los institutos nacionales de salud, la UNAM, IPN, UAM, las Secretarías de Economía y Salud, y organismos internacionales, como World Obesity Federation, World Cancer Research Fund y NCD Alliance celebaron las reformas que entraron en vigor el 1 de octubre de este año.
El objetivo de esta estrategia de la Secretaría de Salud es que el consumidor común o final tenga información sanitaria y nutrimento sobre los alimentos y productos que consume y que pueden representar riesgo para su salud.
Los sellos frontales advierten sobre altos contenidos de sodio, que incrementa la presión arterial, y puede generar enfermedades cardiovasculares; altos contenidos de azúcares, que puede provocar caries, sobrepeso, obesidad y diabetes tipo 2.
También advierten sobre exceso de grasas trans, que son las grasas más dañinas para la salud, no aportan beneficios y sí riesgo de enfermedades al corazón; o el exceso de calorías que se convierten en grasa corporal, y riesgo de enfermedades del corazón y algunos tipos de cáncer.
Todas estas, enfermedades que han incidido de manera significativa en los contagios y lamentables muertes por covid-19.
La cantidad los nutrimentos contenidos en los productos se limita con base en el Perfil de Nutrientes de la Organización Panamericana de la Salud (OPS); por tanto, se le asignará un sello cuando excedan la cantidad de azúcares, grasas saturadas, grasas trans, sodio y calorías.
Sin embargo, en los consumidores finales aún hace falta información no sólo para saber qué significan estos sellos sino, principalmente, cuáles serían las afectaciones en su salud si continúa su consumo. Además del acceso a información, el acceso a los alimentos saludables a bajo costo.
@datavizero, geógrafo (UNAM) y demógrafo (FLACSO), publicó en su blog el artículo “La responsabilidad no es sólo de la población con sobrepeso” en el que explica que la sobreoferta de productos chatarra es una de las principales razones que se relacionan con los altos porcentajes de población con sobrepeso. En un análisis de datos estadísticos de INEGI, @datavizero encontró información sobre la accesibilidad geográfica que tienen las personas a los productos alimenticios industrializados
“En México la accesibilidad a micronegocios o mercados públicos que venden frutas y verduras es más baja. En el ámbito nacional existen 93 mil micronegocios que se dedican al comercio al por menor de frutas y verduras, mientras que las tiendas de abarrotes y minisuper’s son 657 mil unidades económicas”.
Por ejemplo, “en la zona metropolitana de la CDMX, 96% de la población tiene una tienda de abarrotes o un minisuper a menos de 100 metros de distancia lo que equivale a una caminata de 2 a 3 minutos”, mientras que el porcentaje de población que tiene un negocio de frutas y verduras a menos de 100 metros disminuye a 51%.
Es decir, sólo en términos de accesibilidad física, comprar comida chatarra tiene un doble de accesibilidad que comprar frutas y verduras.
Zona Docs realizó un sondeo en distintos establecimientos de Jalisco para conocer cómo impacta el etiquetado en el consumo de la población.
José es un muchacho que se calma el hambre con un par de Rebanadas de la marca Bimbo, las cuales tienen cuatro sellos en su empaque, al preguntarle por esto, dijo no entender los sellos y que no hay un lugar donde vendan algo natural o tan barato, pues los lugares de cosas o productos naturales sólo estaban en las zonas bonitas de la ciudad y eran muy caros.
Edson es un adolescente de 14 años que frecuenta ir a la tienda de la esquina a comprar “guzgueras” y productos que necesita; esa noche buscaba “algo rápido para cenar” porque no quería encender la estufa.
Compró tikitos y galletas, con 3 y 4 sellos de prevención cada uno. “La neta sabe bueno y los tikitos nunca me han matado, ni tampoco nunca vi en las noticias que un tikito matara a un niño, aunque tampoco se que signifiquen tres sellos”
Zaira es una adolescente de 15 años que pese a las advertencias de los sellos preventivos dice que los Cheetos amarillos son sus favoritos: “Es que yo creo que sí hacen daño, pero todo te hace daño y ni modo que no lo comas, además que no te aguantas el antojo”.
La señora Martha, de 52 años, padece presión baja y debido a la diabetes también sufre descontrol en sus niveles de glucosa; sin embargo, cuando llega a la tienda pide un jugo de manzana, Jumex: “es que ese si es natural”, dice para después confesar que cuando se le baja la presión por culpa del azúcar, se toma un jugo o una Coca, (por el exceso de azúcar que le ayudan a regularse): “pero no mucho porque luego me mareo (…) yo ya estoy vieja, ya me voy a morir, eso ni me importa (lo de los sellos)”.
Estefanía es madre soltera, llegó a la tienda a pedir unas tortillas de harina de 10 pesos, un bote de frijoles refritos y cinco pesos de queso para fundir. “Los sellos no me van a matar primero que el hambre, tengo tres hijos pequeños y ellos no van a entender que no hay dinero para la papa, y aunque quisiera, es para lo que ajusta, no puedo dejar de comer”.
Las tortillas de harian fueron etiquetadas con tres sellos por exceso de calorías, gasas saturadas y sodio.
En esta liga se pueden consultar los fundamentos de las modificaciones a la Norma 051.
Este trabajo fue publicado originalmente en ZONA DOCS que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.
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