21 septiembre, 2020
Con materiales de Lacanjá y libros de los primeros registros occidentales de «la Ciudad Perdida», Víctor Manuel Ortiz Villareal, arqueólogo e investigador del Centro del Instituto de Nacional de Antropología e Historia Chiapas, expuso “Cánticos lacandones”, una práctica cultural perdida, para recuperar la memoria de Bonampak
Por: Yessica Morales / Chiapas Paralelo
Fotos: Cortesía/ Víctor Ortiz.
CHIAPAS.- Hace 1200 años, Lacanjá era un sitio importante junto a Bonampak, dominaban una amplia región de la selva, centralizaban la producción de cacao, que era un importante producto local.
Víctor Manuel Ortiz Villareal, arqueólogo, profesor e investigador adscrito al Centro del Instituto de Nacional de Antropología e Historia Chiapas, expuso “Cánticos lacandones”, una práctica cultural perdida, que realizó con la ayuda de materiales del sitio arqueológico de Lacanjá, y libros de los primeros registros de exploradores extranjeros del lugar.
Ortiz Villarreal, encontró un libro que narra los viajes de Carl Frey, John Bourne y Giles Healey, quienes, alrededor del año de 1935, se vieron involucrados en el reporte de Bonampak y sus murales.
Frey, Bourne y Healey viajaron a Ocosingo y de ahí partieron en una avioneta hacia El Cedro, ahí convencieron Chakin conocido como Kin Obregón, José Pepe Chambor y Cayóm Carranza, quienes eran guías, chamanes y jefes de grupos Lacandones, les solicitaron que los llevaran a conocer sitios arqueológicos y lugares con riquezas, mencionó Ortiz Villarreal.
Bourne y Frey regresaron a la ciudad de México a comprar cosas, entre ellas un tocadiscos, un sistema para grabar, un pequeño generar eléctrico para poder echar a andar estos aparatos, una cámara de 35 mm y muchos rollos de película, comentó el arqueólogo.
El investigador añadió que, Bourne, tenía debilidad por las antigüedades, contaba con una colección que donó a un museo, ahí se dieron cuenta de los discos, donde habían remasterizados las pistas grabadas en los años de 1935 – 1936.
Ortiz Villarreal, mencionó que, estos discos, proporcionan información de la etnografía de los Lacandones de la época, donde se aprecian las principales deidades, como son: K’akoch, quien reinaba en un universo de agua y tierra, él había creado un sol y una luna para que lo acompañaran.
Sin embargo, el sol no iluminaba ni calentaba a la tierra, dando paso a la creación de la flor Tsaknikté, con quien tuvo tres hijos Sukunkyum, Akyanthó y Hachäkyum, de la misma flor nacieron las esposas de estos tres dioses, así como otros menores y sus servidores.
Por otro lado, el investigador puntualizó el tema de control social que tenían los jefes Lacandones en grupos de familias que manejaban.
A su vez, mencionó que los Lacandones realizaban rituales con vasijas con el fin de agradar a sus dioses, para tener buenas lluvias y cosechas, estos pedimentos eran acompañados de cánticos específicos de acuerdo a cada grupo.
«Yo pude recuperar de las 37 pistas que consigna Bourne, pude recuperar 15, las otras están en un museo en Santa Fe, Nuevo México, la donación está en alguna caja… estamos en tratos para que revisen los archivos», expuso el académico.
El arqueólogo acentuó que, lo que necesitan son las pistas y fotos, estas últimas son explícitas respecto a los edificios de Bonampak, así como otros registrados dentro del área, asimismo, añadió que son de importancia, porque las referencias que tienen pudieron localizar 7 de ellos, para un proyecto arqueológico es relevante, pues les ayuda a definir patrones de asentamientos y arquitectura.
Ante esto, Ortiz Villarreal se ha basado en la etnografía realizada por Frey, Bourne y Healey, con ello ha obtenido información sobre los sitios arqueológicos que hay en la selva, a donde fueron y de donde tomaron vasijas con los que realizaban rituales.
A su vez, añadió que algunos de estos sitios son conocidos, además otros exploradores hacen mención de estos en sus reportes, como Yaxchilán, Lacanjá y Miguel Ángel Fernández.
El académico expuso que, muchos de los rituales se hacían en las villas de los grupos de Lacandones, elegían una casa a la que llamaban templo, hacían un arreglo de hojas de palma, sobre ellas acomodaban una serie de vasijas, acompañados de música, cantaban para después hacer el pedimento.
Identificamos varias de las vasijas, no estaban completas, un árbol estuvo a bien crecer en ellas, de lo que sería la plataforma baja y con las raíces simplemente desperdigo todo en pedazos, los pudimos rearmar y pudimos darnos cuenta que era cerámica, mencionó el académico.
Por otro lado, el investigador mencionó que, por Frey, Bourne y Healey documentaron los murales de Bonampak, pues su legado es una serie de fotografías de los sitios, así como una serie de grabaciones análogas, los cantos pueden ser considerados invaluables.
Estas actividades y ocupaciones de los Lacandones contemporáneos han ocasionado que estas características culturales, como rasgo definitorio de los antiguos Lacandones se haya perdido o folcklorizado como parte del atractivo turístico de estos grupo”, finalizó el investigador.
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