El sitio donde se encuentra Palacio Nacional ha sido el centro de la vida política desde antes de la llegada de los españoles, en este lugar estuvo la casa de Moctezuma II y luego la residencia de los virreyes. En un país adepto a los símbolos se eligió este gigantesco edificio como el centro del poder
@ignaciodealba
Quien tiene en su poder Palacio Nacional, gobierna el país. Parece bobo, pero es una regla no escrita de la vida pública de México. Es tan ridículo, que hay quien ha perdido la vida intentado tomar o defender esta construcción.
Durante cientos de años este lugar ha concentrado el poder político; el huey tlatoani Moctezuma II vivió en un palacio que se encontraba en el mismo lugar donde ahora está Palacio Nacional. El emperador mexica dominaba un imperio que llegaba desde el Golfo de México hasta el Pacífico. Pero fue hasta 1521 que los españoles tomaron la capital mexica y Hernán Cortés se hizo de la casa del emperador.
Cortés era una persona hábil, prefirió apropiarse de los símbolos que destruirlos. Las antiguas representaciones indígenas las integró al mundo de los conquistadores, quizá el más importante de ellos es el águila sobre el nopal. Para los mexicas era el corazón de su identidad, la alegoría muestra el lugar donde se debía fundar Tenochtitlán, según el dios Huitzilopochtli.
Cortés suplantó el símbolo, hizo ver a los pueblos vasallos que ahora él ostentaba el poder del huey tlatoani. En el códice Osuna hay una pintura de Cortés cabalgando, durante una expedición a Florida, donde porta un estandarte con un águila sobre el nopal, tras de él soldados españoles e indígenas portando espadas.
En 1529, Carlos V le otorgó a Cortés los terrenos de la antigua casa de Moctezuma, que fue destruida, sólo se conservaron sus bellos jardines.
En 1562 la corona española compró el terreno a Martín Cortés, el inútil hijo del conquistador, para edificar ahí la casa de los virreyes. Más que palacio, el sitio era una fortaleza: con torres, aspilleras y ventanas chicas para guardar una buena posición defensiva. Las construcciones del siglo XVI fueron un reflejo del mundo que habían creado los conquistadores en la Nueva España, un mundo hostil, al que ellos mismos temían.
Los palacetes de los europeos, fueron en realidad fortalezas. Fue en el siglo XVII que el estilo barroco y luego el neoclásico dejarían ver las pretensiones de una sociedad de castas. En el Palacio Virreinal pasaba exactamente eso, por fuera se podían tener almenas con artillería presta, por dentro brocados, tapetes y porcelanas chinas.
En 1808 España fue invadida por el imperio francés y en la Nueva España se inició una serie de eventos que desencadenarían la Independencia de México. El primer evento fue un golpe de Estado, que se concretó en el Palacio.
El golpe fue liderado por el hacendado Gabriel de Yermo quien entró al Palacio Virreinal con un grupo de militares y echó al virrey José de Iturrigaray. Dentro de la construcción encontraron joyas y dinero, supuesto saldo de las corruptelas del gobernante. También se hicieron de los documentos indispensables para llevar la administración del reino.
Este golpe acertado por el ala más conservador de la Nueva España no pudo sostenerse. Después de la Guerra de Independencia, en 1821, el ahora renombrado Palacio Nacional fue ocupado por un gobierno republicano. El sitio era tan grande que albergó al congreso, la corte y la casa del presidente.
Otro momento en que el Palacio –el país- se vio comprometido fue cuando en 1847 los invasores estadounidenses, se apoderaron de México, en un afán expansionista. La imagen que más recuerda la derrota es la bandera de Estados Unidos ondeando sobre Palacio Nacional. El momento fue retratado por el pintor italiano Pedro Gualdi, en su obra “La Gran Plaza de México”. En 1872 el presidente Beníto Juárez murió en una recámara del Palacio.
En la Revolución Mexicana el Palacio Nacional también cobró protagonismo. Después de que Francisco I. Madero sacara de la presidencia al dictador Porfirio Díaz, el viejo régimen aún no moría. Algunos personajes, como Bernardo Reyes, Félix Díaz –sobrino de Porfirio- y Manuel Mondragón intentaron hacerse del poder de nuevo. Una de sus primeras acciones fue intentar tomar Palacio Nacional.
En 1913 una columna de 4 mil soldados dirigida por Bernardo Reyes trató de arrebatar Palacio Nacional a los maderistas. Pero una guarnición de 200 soldados, comandada por Lauro Villar, hizo una esforzada defensa de la construcción, para mantenerla en manos de los leales. En la refriega murió Bernardo Reyes lo que causó la retirada de la reacción.
Fue en Palacio Nacional donde Victoriano Huerta culminó la traición en contra de Francisco I. Madero. Aquí, en un cuarto de intendencia aprisionó al vicepresidente José María Pino Suárez y al presidente, para luego ser asesinados en las inmediaciones de la prisión de Lecumberri.
La construcción de Palacio Nacional, ha tardado tanto como la formación de México, poco más de 500 años. La última remodelación importante se hizo en el gobierno de Plutarco Elías Calles en 1927, quien mandó colocar un tercer nivel del Palacio. No era que faltaran recámaras y cuartos, la finalidad fue acabar con la distorsión del paisaje que causaba ver una construcción baja junto a Catedral y los edificios del Ayuntamiento.
Bajo el Salón de la Tesorería del Palacio Nacional, donde el presidente Andrés Manuel López Obrador da sus conferencias matutinas, están los vestigios de la casa de Moctezuma II. No es extraño que un presidente que conozco la historia haya decidido vivir y ejercer el poder desde aquí.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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