La furia se desató en pocas horas. El presidente Andrés Manuel López Obrador firmó un memorándum para congelar la aplicación de las acciones laborales que contiene la Reforma Educativa, promulgada por su antecesor Enrique Peña Nieto.
El documento se envió a los secretarios de Gobernación, Hacienda y Educación Pública, donde les ordena “dejar sin efecto todas las medidas en las que se haya traducido la aplicación” de la enmienda constitucional.
Una de las primeras acciones es recontratar a los maestros despedidos por las protestas contra la iniciativa de Peña. Y otra es regresar el control de la nómina al gobierno federal, como ocurría en 1992.
Las críticas arreciaron. Algunos afirman que el memorándum presidencial viola la Constitución porque pretende revertir una decisión avalada por el Congreso Constituyente conformado por el Senado, la Cámara de Diputados y la mayoría de congresos locales.
Pero no es verdad. En sentido estricto, el documento del presidente es una orden administrativa enviada a sus colaboradores.
Las decisiones que se proponen nada tienen que ver con un proceso legislativo que, por lo demás, sigue su ruta entre los senadores.
En los hechos la Reforma Educativa dejó de aplicarse hace rato. Las evaluaciones masivas de profesores, tan polémicas en su momento, ya no se realizan.
Las escuelas de tiempo completo, una de las acciones más presumidas por el gobierno de Peña Nieto, nunca funcionaron.
Y desde hace meses, con la llegada del nuevo gobierno, las disposiciones que ahora se ordena por escrito congelar estaban, de facto, suspendidas.
El único cambio real sería el origen de los cheques del salario magisterial, que ahora volverán a emitirse desde la Secretaría de Hacienda y no sólo de las arcas estatales.
Hay amenazas de impugnar la orden presidencial ante tribunales. Si ello ocurre, la historia puede modificarse. O no.
Mientras, lo que los críticos de López Obrador no parecen entender es que su memorándum es, ante todo, un mensaje político.
Para los adversarios es una forma de recordar que en México gobierna el presidente con el mayor respaldo popular de la historia reciente.
A los maestros un guiño electoral, una especie de “misión cumplida” ante la promesa de derogar la iniciativa del peñismo.
Pero sobre todo es un mensaje interno, enviado a los legisladores del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y sus colaboradores en el gabinete.
Andrés Manuel López Obrador les dice que no quiere la “mal llamada” Reforma Educativa, como le dice.
No hay espacio a interpretaciones o jugadas políticas, la grilla ineludible en todo ejercicio de gobierno.
Tampoco para jugar a la independencia entre poderes, uno de los argumentos favoritos del líder de los senadores de Morena, Ricardo Monreal.
Esa Reforma Educativa debe desaparecer, es el mensaje. No se hagan bolas.
Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
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