Esta es la historia de una mujer, adolescente trans de la periferia en Guadalajara; es el inicio de la vida de Joan. Todavía no sabe qué quiere estudiar. La única certeza que tiene: no quiere que su hermanito crezca, como ella, sin dinero ni opciones de estudio
Texto y fotos: Alejandra Leyva
GUADALAJARA, JALISCO.- En medio del mar de mujeres que se dieron cita en el centro de Guadalajara para participar en la marcha por el Día Internacional de la Mujer, Joan pensó por un momento que no encajaba, que no era su lugar: jugaba con sus manos, con su cabello, sonreía tímidamente mientras con la mirada buscaba a sus amigas entre el río de mujeres. Ellas le prometieron que la buscarían, pero no sucedió: estaba sola.
El 8 de marzo de 2020 fue la primera vez que Joan asistía a un evento feminista: hace dos años se descubrió como una mujer trans. “Mira ahí hay una chica trans, ¿ya viste su pancarta?”, me dijo emocionada, entre el canto y la caminata. Su voz, muchas veces bajita, fue mezclándose con la voz de las otras mujeres hasta ganar fuerza y convertirse en un grito. Ahí, aplaudiendo, cantando y brincando, portando orgullosa una pañoleta verde, desapareció su miedo: en esa marcha ella era una estrella más. Por primera vez en su vida estaba feliz, tanto como si hubiera ido a un concierto de Ariana Grande, su artista favorita.
Esta nueva felicidad —nunca sentida antes, me recalcó más de una vez— alcanzó su clímax luego de un viaje exprés a Ciudad de México para recibir un documento oficial: su acta de nacimiento, que hace oficial ante las autoridades y la gente su nueva identidad. Jonathan Noé, que durante mucho tiempo creyó ser un hombre homosexual, ahora es Alea Joan: una mujer trans.
Cuando Mary, su mamá, estaba embarazada, algo le decía que dentro de su vientre había una niña, y ella pasaba el tiempo imaginando cómo arreglaría a su princesa. Después de un parto difícil nació un niño —al menos físicamente—, pero con el paso de los años la personalidad de Joan se hizo más evidente. “No es fácil. Es un proceso que vas llevando y que aceptas sola. Por casi 15 años viví con un niño. Lo amé a él, pero siempre fue ella”, me cuenta su madre.
Antes de que Joan se reconociera como mujer trans, su mamá no los abrazaba ni a ella ni a su hermano, César, con quien nunca ha llevado una buena relación.
El día que Joan cumplió 17 años pidió de regalo una cita con un médico endocrinólogo para empezar su tratamiento hormonal. Al tiempo que avanzaba en su transformación, su hermano se distanciaba cada vez más. “Cuando se enteró, me dijo que por qué no le había contado, pero, ¿para que me trate mal? Al final, todo fue porque sus amigos le hicieron bullying, en realidad no le importaba cómo me sentía”.
Las redes sociales de Alea están llenas de clases de automaquillaje. Me dice que no sabe bien a qué se quiere dedicar pero, lo que sea que elija —piensa en ser doctora o artista—, servirá para sacar adelante a su hermano menor, David, quien la mira, sonríe y no deja de decir que es la más linda. Él la conoció siendo ya una mujer trans, así que cuando ve las fotos de la niñez de Joan, asume que su cambio fue parte de su crecimiento.
Joan no quiere que David viva la misma vida que ella: oculta, sin dinero para estudiar, sin opciones. “Ella es mi hermana y es hermosa como una princesa”, me dice el pequeño, sonriendo. Mientras, Joan se maquilla en una esquina del cuarto que comparte con su madre y su hermano menor en la casa de su abuela, ubicada en la colonia Ferrocarril. El espacio es también un viaje de vida: las fotos muestran momentos importantes en su vida, como su graduación o la peregrinación a Talpa, que este año no pudo realizar debido a la pandemia de coronavirus.
Mientras camina en las calles llenas de tierra y hierbas de la colonia, Alea sobresale como un destello de luz. A veces parece que vive en un mundo lejos o que está soñando más de lo que debería. Las vías del tren, esa frontera que delimita el barrio donde vive, son una frontera que derriba cada vez que sale y enfrenta al mundo.
Tal y como ocurre con cada decisión que toma para seguir derribando obstáculos y convertirse en la mujer que quiere ser.
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