28 mayo, 2020
A pesar de ser menor de edad, extranjero y estar moribundo, las autoridades mexicanas sacaron de la estación migratoria en Acayucán Veracruz a Manpreet Singh, un adolescente de 16 años proveniente de la India que murió en días posteriores. Por absurdos burocráticos, seis meses después, sus restos siguen en México
Texto: Lilia Saúl Rodríguez
Fotos: Felix Márquez y Especial
COATZACOALCOS, VERACRUZ.- Manpreet Singh, de 16 años, salió de Punjab, la India, el 4 de julio de 2019, con dos amigos ya mayores de edad. Su objetivo: llegar a Estados Unidos.
En su recorrido por distintas fronteras, Manpreet fue recolectando fotos que subía a sus redes sociales y de tanto en tanto se le veía contento, en distintos lugares del mundo.
Con el permiso de sus padres, el menor de edad viajó más de 15 mil kilómetros al otro lado del mundo, con la ayuda de “coyotes” transnacionales que lograron subirlo a aviones que tenían como dirección Dubai, Armenia, Rusia, Cuba y Panamá.
Cuando llegó a Ecuador comenzó su travesía vía terrestre hasta llegar a México. El grupo de Manpreet no tuvo ningún problema, hasta que llegó a México.
En distintos grupos, Manpreet se encontró rodeado de cientos de jóvenes provenientes de la India y fueron retenidos por autoridades mexicanas en la estación migratoria de Acayucan, en Veracruz. Ahí comenzarían las dificultades para el joven.
Manpreet ingresó a la Estación de Acayucan -que depende del Instituto Nacional de Migración-, el 12 de octubre de 2019, de acuerdo con documentos oficiales en poder de Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP) y Pie de Página (PdP).
En esos mismos papeles se da cuenta del permiso obtenido para salir de la estación por la enfermedad que lo aquejaba. Los papeles fueron firmados por el mismo Manpreet, por la doctora que lo atendió, por Lorena Campuzano González, encargada de la Estación Migratoria de Acayucan, y por los funcionarios Karen del Rocío Ochoa Vázquez y Sergio Carreón Cándido como testigos.
Manpreet obtuvo la autorización para salir de la estación, debido a la “vulnerabilidad en la que se encontraba su estado de salud”, de acuerdo con el diagnóstico de la doctora de la estación migratoria, Karla Estephany Asencio Márquez.
Las estaciones migratorias en México son centros considerados de detención para cualquiera que no cuente con permisos para residir en México. Y por la alta densidad poblacional que hay en estos espacios, los servicios médicos son insuficientes. El caso de Manpreet no fue la excepción.
México dejó de emitir “salvoconductos” para migrantes y las detenciones de policías estatales contra migrantes fueron incrementándose con la crisis que se desató en el segundo semestre del 2019, tras el acuerdo migratorio con Estados Unidos para frenar el flujo de personas hacia el país del norte.
Cuando Manpreet ingresó a la Estación de Acayucan, los registros indicaban que hubo hasta 3 mil personas en un centro que apenas permitía la estancia de menos de mil personas.
El gobierno mexicano a través del Instituto Nacional de Migración no se percató de que Manpreet era menor de edad (portaba documentación apócrifa) y además lo mantuvo en un encierro que agravó su salud.
Testimonios recabados por OCCRP y PdP dan cuenta de que en la Estación Migratoria de Acayucan había sólo dos doctores para atender a una población de más de 2 mil personas. Y carencían de recursos para asistir a personas enfermas como Manpreet.
La doctora que lo atendió, Karla Estephany Asencio Márquez, ordenó su “salida inmediata” de la estación migratoria el 13 de noviembre, exactamente un mes después de que hubiese ingresado a la Estación de Acayucan, debido a su estado de salud. No era conveniente que siguiera dentro de la Estación Migratoria.
Al día siguiente, dejó el lugar con el documento “Resolución de Salida para Regularización”.
A Manpreet lo dejaron marcharse enfermo, después de 30 días en reclusión, sin ningún tratamiento específico, a pesar de que se le había diagnosticado “anorexia, cefalea frontal, mialgias y artralgias (dolores en articulaciones), llanto espontáneo, estupor” y sabían de una infección en la sangre que ya había sido diagnosticada con anterioridad.
Al ser echado de la Estación Migratoria, Manpreet buscó atención médica y terminó en Coatzacoalcos, Veracruz. Una ciudad a más de hora y media de la Estación Acayucan.
Marisol Gil, de la Cruz Roja en Coatzacoalcos, la doctora Ingrid Carballo de la misma Cruz Roja y Dulce María Castillo Cadena, titular de Trabajo Social del Hospital Regional de Coatzacoalcos, coincidieron en que no se explicaban cómo había llegado Manpreet por su propio pie, de tan enfermo que estaba. Antes de Coatzacoalcos podría haber sido atendido en Minatitlán o en la misma localidad de Acayucan.
Manpreet llegó a la central de autobuses de ADO en Coatzacoalcos en un estado de gravedad. No podía sostener ni siquiera su teléfono celular. En un video, grabado en uno de sus teléfonos celulares por otra persona, se observa que alguien lo anima a que marque a alguno de sus familiares. En el video aparece detrás una mujer que pareciera que lo sostiene de la espalda, para evitar derrumbarse en la misma silla de la sala de espera. Tras los menos de dos minutos de duración del video, uno de los vigilantes de la estación de autobuses de ADO recuerda que Manpreet se fue caminando hacia las afueras de la estación, con la ayuda de un hombre, para tomar un taxi que lo llevaría a la Cruz Roja.
Ahí, Ingrid Carballo, la joven doctora que estaba de guardia, a las 2 de la tarde, sabía que no podría hacer mucho por el joven. Por eso lo envió de inmediato al Hospital Regional, que quedaba además a unas cuadras de la zona.
Marisol Gil, quien está a cargo de la Cruz Roja de Coatzacoalcos, no daba crédito de cómo Manpreet pudo llegar a la ciudad en el estado en que se encontraba.
Acayucan es una localidad que queda a dos horas y media en autobús. Son 142 kilómetros de distancia, mientras que Minatitlán quedaba de paso y también había hospitales en dicha zona.
Además, asegura que Manpreet ya tenía pocos periodos de lucidez.
“Lo trajo una persona particular porque lo encontró en el ADO y se empezó a sentir mal. Lo traen aquí y lo atiende la doctora en turno”, explicó Marisol Gil.
El joven fue atendido de inmediato y no estuvo más de 30 minutos en la Cruz Roja. Decidieron enviarlo al Hospital Regional.
Marisol explicó que en la Estación de Acayucan no debieron dejarlo salir así nada más.
-¿Cómo es que Migración lo dejó salir? ¿Y estando enfermo, no?…Muy raro que Migración lo haya echado a la calle con esos síntomas que tenía…
–Sobre todo que él ya había dicho que tenía una infección en la sangre, remató Ingrid, la doctora que lo atendió en la Cruz Roja.
La coordinadora de una organización internacional con presencia en México, y que visita constantemente Acayucan para observar que se respeten los derechos humanos de los migrantes, cuenta a OCCRP y a PdP que cuando alguien se enferma, debe estar muy grave para enviarlo al hospital.
Aunque las organizaciones tanto internacionales como la misma Comisión Nacional de Derechos Humanos visitan constantemente las estaciones migratorias, la atención médica es insuficiente.
Por ello el Instituto Nacional de Migración ha solicitado ayuda de otras instancias como la Secretaría de Salud del Estado de Veracruz, pero no han obtenido resultados positivos.
“Además, quien toma las decisiones del presupuesto en Migración ha decidido que en lugar de tener cinco médicos, tenga un ejército de personas deteniendo gente. De que pueden, pueden (pagar más médicos) porque su presupuesto es de mil 500 millones de pesos, cuando la Comisión del Refugiado tiene 50 millones de pesos… Entonces… por eso la estación migratoria tiene presupuesto para dos médicos”, explica la defensora de derechos de los migrantes que pidió el anonimato, por temor a represalias en contra de su organización.
Para Dulce María Castillo, trabajadora social del Hospital Regional de Coatzacoalcos, esta situación fue un tanto anómala, pues en otras ocasiones, la misma Estación Migratoria de Acayucan les había enviado migrantes que dentro de la estación hubiesen enfermado.
Cuando Manpreet llegó al hospital donde trabaja Castillo, de inmediato fue llevado a terapia intensiva, donde lo atendieron varios médicos. De acuerdo con la narración de la trabajadora social, el joven tenía días lúcidos y buenos. Hasta intentaba hablar en inglés con algunos doctores. Pero después de una semana de cuidados intensivos, falleció.
La causa de muerte, según el certificado de defunción, fue a consecuencia de un coma neurológico, “neuroinfección”, detalla el documento.
“Cuando él fallece, busqué en la Embajada de la India, me comunicaron con Paulina Macías, que es con quien he tenido contacto”, explicó Castillo.
La odisea que vivió el joven de la India no concluyó con su muerte, el 30 de noviembre de 2019. Todavía en abril de este año, por una maraña burocrática, sus restos seguían en el mismo hospital en el que falleció, solo que ahora en forma de cenizas.
Por trámites burocráticos, su cadáver –y ahora cenizas– no han sido trasladadas al poblado de Dharamkot en el distrito de Moga, en Punjab, India, donde reside su familia.
Incluso las personas que cuidaron de él hasta su muerte también se enfrentaron a una maraña burocrática.
Gerardo Hermes, de la Funeraria La Paz, explicó lo complicado que fue incinerar el cuerpo del joven, después de permanecer casi un mes embalsamado, dentro de la funeraria. “Ya hasta lo considerábamos parte de la familia”, comenta entre bromas y en serio Gerardo Hermes, el embalsamador, en referencia a que Manpreet era movido de un lado a otro en la funeraria, dentro de un ataúd.
El problema con el cadáver del joven indio era que en un principio se desconocía el paradero de sus padres o familiares y, mientras tanto, el Hospital Regional le pidió a Hermes mantuviera el cuerpo en buenas condiciones. Para ello debió embalsamarlo. Durante todo el mes de diciembre, el cuerpo de Manpreet era acompañante de Hermes, en la Funeraria La Paz.
Después de más de un mes, el 11 de enero de 2020, Manpreet fue cremado con la autorización de sus padres. La carta de autorización fue dada a conocer a través de la Embajada de la India en México.
Maira Gutiérrez Cruz, oficial encargada del Registro Civil 01 de Coatzacoalcos, Veracruz, envió un oficio a la Fiscalía con sede en Coatzacoalcos, para aclarar que ellos no podían emitir un certificado de defunción, pues ya habían transcurrido demasiados días de la muerte de Manpreet. Sin embargo, tenían la carta de la Embajada de la India, autorizando la cremación del cuerpo desde el 6 de diciembre.
El oficio del Registro Civil fue entregado a la Fiscalía el 8 de enero de 2020.
Finalmente el certificado de defunción expedido por la Secretaría de Salud tiene fecha del 6 de enero de 2020, mientras que el acta de defunción tenía fecha del 22 de diciembre de 2019. El fallecimiento de manera oficial ocurrió el 30 de noviembre de 2019 a las 9:10 am.
Sí. Así como se lee de caótico fue la expedición de documentos para procesar una muerte, una incineración y una posible repatriación de los restos del joven de la India.
Nirmal Singh, el padre de Manpreet Singh, rompió varias veces en llanto durante la entrevista con reporteros socios de OCCRP. Tiene alrededor de 40 años y explicó que decidió enviar a su hijo porque esa era la única forma en que su familia podía aumentar sus ingresos. Lejanos parientes y amigos les habían enviado dinero y él creía que sería más fácil para un menor pasar las fronteras. Pero, como fue su decisión, se siente extremadamente culpable por ello. Muy a menudo, la culpa lo sigue golpeando.
Nirmal parecía inflexible en que debían llevar de vuelta los restos de su hijo. Quería tener el cadáver de regreso a casa, pero no pudo obtener el dinero o la ayuda para la visa a pesar de intentarlo con el Ministerio de Relaciones Exteriores de la India. Él ha dicho que siente que los agentes migratorios fueron los responsables de la muerte de su hijo.
Aunque la familia de Manpreet pagó 8 mil pesos para que sus restos fueran incinerados, sus cenizas no han retornado a la India.
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