5 mayo, 2020
El serigrafista Carlos Andrés Navarro Landa fue detenido por policías estatales de Veracruz por una falta administrativa. Murió en las instalaciones policiacas. Las autoridades afirman que fue un infarto, pero su cuerpo presentaba marcas de golpes
Texto: Nayra Rivera / E-consulta Veracruz
Foto: Especial
XALAPA, VERACRUZ. – Ni el maquillaje de la morgue pudo disimular los hematomas que Carlos tiene en su rostro. Un color violeta grisáceo que tiñe su frente y desciende por la mejilla se pierde entre los rasguños de su pómulo. Su nariz fue desviada. Un rojo intenso contornea sus pupilas.
Así María del Carmen recibió el cadáver de su hijo, a quien -elementos de la Secretaría de Seguridad de Veracruz le explicaron- detuvieron la noche del 2 de mayo por causar desorden en un fraccionamiento de Xalapa. Y que, tras 24 horas en los separos, fue declarado muerto a causa de un infarto.
Con dos videos filmados en el fraccionamiento Los Cántaros, la madre trata de entender el caso: en el primero, el joven transmite desde su celular pide ayuda porque cree que será secuestrado. En el segundo, una decena de policías lo rodea antes de ser tacleado.
“Me quieren secuestrar, me quieren secuestrar”, grita Carlos Andrés Navarro Landa mientras sostiene en alto un objeto con el que intenta defenderse de los uniformados.
A decir de la familia, el joven de 33 años sufría en ese momento algún tipo de ataque psicótico o paranoia. La última filmación llegó tarde a las manos de su madre porque Carlos ya había muerto.
Otras fotografías tomadas por vecinos del lugar captan el momento en el que es subido a una patrulla caminando y aparentemente sin presentar alguna herida.
Durante el sábado 2 de mayo, en redes sociales circuló su fotografía, ¡Ayúdalo a volver casa!, la imagen fue difundida por familiares y amigos angustiados tras ver el video donde Carlos, de oficio serigrafista, se decía en riesgo.
La última vez que lo vieron en vida fue el viernes 1 de mayo, cuando salió de casa para realizar pendientes de su negocio; ese día colocó un vinil a un vehículo.
No tuvieron noticias de “Jerry”, como era conocido, hasta las 14:00 horas del domingo 3 de mayo. Su madre recibió una llamada de la Fiscalía General del Estado: “me dijeron que viniera a reconocer el cuerpo, a ver sí era él”.
“Se murió de un paro cardiaco” fue la versión que dieron elementos de la Fiscalía sobre la muerte de Carlos. Esta versión fue replicada en un comunicado emitido por la Secretaría de Seguridad Pública, dependencia a cargo de Hugo Gutiérrez Maldonado.
Una de sus familiares, detalló que más tarde al ser entregado el certificado médico detalla que la causa de su fallecimiento fue “infarto al miocardio debido a traumatismos múltiples”.
“No fue un paro, mi hijo estaba sano, fue de los golpes que le dieron”, dice María del Carmen, quien en su dolor asegura que debió tratarse de una golpiza tumultuaria. Pide justicia al gobernador Cuitláhuac García Jiménez, pues los policías “están para cuidarlos, no para matarnos”.
“¿Qué le pasó Al Área?» pregunta uno de los jóvenes que arriba al velorio, llamándolo por otro alías, “lo madrearon los polis”, le responde murando otro de los asistentes mientras destapa una cerveza.
El ambiente se vuelve tenso cuando de un momento a otro, la familia considera cancelar el entierro. No confían en el dictamen emitido por las autoridades y esperan que, con una segunda necropsia, obtengan una respuesta diferente; sin embargo, desisten y deciden sepultarlo.
La esquina de la calle Virginia Aguilar y Manuel M. Contreras está rodeada por al menos una veintena de sus amigos. Algunos comparten una botella de Rancho Escondido, otro grupo intercambia tragos de una cerveza en caguama y algunos más sostienen latas de cerveza.
Con algunas de estas personas Carlos “El área” compartió el salón de clases en la primaria, algunos más eran sus conocidos de la colonia y otros compartieron con él el micrófono, pues también se dedicaba a cantar rap.
“Era muy querido, mira cuantos amigos tenía”, dice una de sus familiares. No fue a despedirlo lo pareja, pues hace apenas nueve días dio a luz al quinto hijo de Carlos. El mayor, tiene apenas 14 años.
El acceso al inmueble donde está el cuerpo de “Jerry” es restringido. “Por la contingencia, solo pueden pasar de uno en uno”, dice un cartel al exterior.
Al interior de la casa, la familia tiene que decidir quién podrá asistir al sepelio. Solo 8 personas podrán entrar al Panteón Xalapeño y una de ellas será Rosaura. A la despedida de Carlos no asistió su pareja, pues apenas hace 9 días día a luz a su quinto hijo. Hoy se quedan en la orfandad.
“Dios en nuestro mejor juez, y yo sé que él me va a ser justicia, Éxodo 14:14”, dice su madre antes de encabezar la caravana hasta el panteón, compuesta por caminantes, motocicletas y automóviles.
Al marcharse el contingente, en el lugar solo se escuchan los ladridos de “La Gorda” la mascota de “El Área”, un pitbull gris, que el finado presumía en su foto de perfil de Facebook y que, -a decir de sus familiares-, desde el momento en que Carlos Navarro murió, no ha probado bocado.
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