Descargando camiones, acarreando el pescado en diablos, preparando pescados fritos, atendiendo el puesto o arreglando los pescados como ellos gritan con gran actitud y sonrientes, piden que no les cierren el mercado para que puedan seguir trabajando y teniendo que llevar de comer a sus familias
Texto y fotos: Isabel Velázquez
Las imágenes de la aglomeración en el popular mercado La Nueva Viga inundaron los medios de comunicación. Escenas de miles de capitalinos que acudieron a comprar pescados y mariscos en estos días de pandemia provocaron reacciones indignadas de quienes permanecen en cuarentena.
El gobierno de la Ciudad de México reconoció el viernes que faltó personal de vigilancia sanitaria, lo que fue corregido.
Para los comerciantes, la preocupación es otra: si llega a cerrar el mercado por las medidas de contención social derivadas de la pandemia de covid-19, ellos perderían sus empleos.
Así que se cuestionan: ¿de qué se mantendrán si dejan de trabajar? La incertidumbre los aqueja por no saber cuánto tiempo más conservarán su trabajo. De perder su única fuente de ingreso, se verían como esa otra parte de la población que ya no tiene ni para comer.
Descargando camiones, acarreando el pescado en diablos, preparando pescados fritos, atendiendo el puesto como ellos gritan con gran actitud y sonrientes, piden que no les cierren el mercado para que puedan seguir teniendo que llevar de comer a sus familias.
Además si prohibieran la venta, si nadie les fuera a comprar, las pérdidas serían catastróficas para sus patrones y seguramente los correrían.
Estas personas, miles que mueven el ecosistema del mercado de pescados y mariscos de la ciudad, forman parte de la ciudadanía -millones en México- que, a pesar de la pandemia, no puede hacer cuarentena.
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