Los virus son inseparables de nuestro paso por la Tierra. Aunque me llene de terror qué reacción podrán tener mis pulmones si novel coronavirus de 2019 los infecta. Los murciélagos son vitales para la vida como polinizadores. La Tierra no sería lo que es sin ellos
Twitter: @lydicar
nCov-19, novel coronavirus of 2019, Covid-19, o como mi hijo de cuatro años le llama: el coronavirus, que se parece al fruto del liquidambar.
En estas fechas de encierro y trabajo forzado desde casa, en los ratos libres, busco con frenesí información al respecto. En algunas conversaciones se habla con desconcierto sobre algo que ha estado presente en la Tierra desde hace millones de años, y ha acompañado al ser humano (aunque de manera incómoda para éste): los virus. Esos seres que no están vivos ni muertos, y que suelen llamar “ente biológico”, para no discurrir en complicaciones acerca de su estatus vital (aunque algunos científicos advierten que el hecho de replicarse, reproducirse, ya implica una forma de vida).
Me pregunto desde el azoro que me causa esta pandemia, una crisis que ha puesto de rodillas a países de más diversas índole. Qué diablos estaba pensando la Naturaleza, o dios, o pachamama o quien sea que ideó esos entes biológicos. Pareciera que la diversidad en la Tierra, toda, está interconectada, ¿qué función pueden tener esas pelotitas microscópicas cuya definición se parece tanto a la que damos a los vampiros, esos seres mitológicos que simbolizan nuestro miedo?
Leo sobre virus. Infecciones, unas incómodas pero inocuas. Otras mortales. Los virus afectan a todas las formas de vida: animales, plantas, hongos, bacterias. A veces, de forma ligera; a veces mortal. Leo que a veces terminan con especies enteras de plantas. Hasta la fecha, se han descrito unas 5 mil variedades de virus, pero se estima que hay 10^35, por lo menos. Esto es:
100000 0000000000 0000000000 0000000000 virus diferentes. (Ni siquiera sabría escribir ese número en letras.)
Encuentro una nota sobre los virus del mar. La investigación fue hecha con fondos comunitarios [y destaco esto por la importancia de hacer investigaciones que no estén vinculadas a los caprichos del mercado y los intereses privados] y publicada en Nature. En las aguas abisales y oscuras, ahí donde no conocemos más que el 5 % de la vida que habita, los virus juegan un papel esencial, no sólo en el ecosistema abisal, sino en todo el océano. Son prácticamente los únicos seres que matan las bacterias. Esto permite que se liberen toneladas de carbono en el medio ambiente y se reinicien los ciclos de vida. También dan espacio a las bacterias sanas.
Por alguna razón, me tranquiliza saber que los virus sí tienen alguna función en La Vida. La Vida es así, en mayúsculas, para enfatizar que nuestro discurrir individual depende indefectiblemente de la relación que guardamos con los otros, con las otras manifestaciones vitales: el animal o planta que comemos, lo que devora nuestras sobras, los insectos que permiten que el ciclo de las plantas continúen, los gusanos que devorarán nuestros restos y alimentarán nuevos ciclos, los murciélagos que polinizan y hacen crecer la diversidad de la flora…
Hasta llega el asombro: algunos virus son benéficos para el ser humano, incluso hay unas investigaciones que apuntan a que desempeñan un papel fundamental en nuestro microbioma intestinal (como lo hacen las bacterias, y sin las cuales no podríamos vivir). Otros científicos analizan la posibilidad de usar virus modificados para luchar contra células cancerígenas.
Pues más o menos eso son los virus. Son inseparable de nuestro paso por la Tierra. Aunque me llene de terror qué reacción podrán tener mis pulmones si novel coronavirus de 2019 los infecta. Aunque nos genere el mismo asombro y desagrado pensar que este es un virus ajeno, extraño, casi como si viniera del espacio exterior, porque tiene genes de otras especies animales…
Hace unos días, unos campesinos de la región de Cajamarca de Perú apresaron murciélagos y quisieron quemarlos. Los culpaban del coronavirus y la solución propuesta era acabar con la especie.
Murciélagos. Odiados y denostados por siglos. Sobre todo desde que un escritor irlandés, impresionado por las variedades hematofílicas de América, se inspiró en ellos para escribir una novela, Drácula.
Casi todas las investigaciones coinciden en que el COVID-19 es mutación de un virus que proviene de los murciélagos, pero con unos “ganchitos”o “piquitos” idénticos a otro que sólo es hallado en el plácido y tierno –y en riesgo de extinción– pangolín. Y son esos ganchitos o piquitos los que le permiten contagiar tan eficientemente a los humanos.
Hay una relación interesante entre los murciélagos y los virus. De hecho, en los últimos años, las infecciones emergentes más graves provinieron también de una mutación desde los murciélagos, pasando por otro animal: el ébola, el SARS, el síndrome respiratorio de Oriente Medio…
Resulta que los murciélagos tienen una respuesta inmune fuera de serie. Esto es por una cuestión evolutiva relacionada a su capacidad de volar. Son los únicos mamíferos que lo hacen, y esto les implica un desgaste energético brutal, así como la generación de radicales libres en su organismo. Esto conlleva inflamación que puede romper los tejidos. Como cuando uno entrena muchísimo, de manera malsana y se enferma. (Es, por cierto, las respuestas inflamatorias las que más ponen en riesgo a los humanos afectados por COVID-19.)
Los murciélagos desarrollaron un mecanismo: debilitaron su respuesta inflamatoria contra virus tipo ARN (como lo es coronavirus). Así, murciélagos combaten las infecciones de manera muy eficiente, pero sin sufrir inflamación.
Si a ello aunamos que los murciélagos viven en cuevas, generalmente en hacinamiento, poca ventilación (propiciando con ello la transmisión de infecciones), tenemos un cóctel interesante: diversidad de virus que deben replicarse rápidamente en un cuerpo. Porque éste lo combatirá muy pronto.
Por eso, los murciélagos son considerados una “reserva” importante de la diversidad viral.
Leo lo de la “reserva viral”. ¿Es esto bueno o malo? Busco otros artículos. Hablan de importante reserva, de cómo estas cualidades implican que los virus de murciélagos evolucionen también y sean mucho más agresivos para otros organismos.
Dejo de sentir simpatía por ellos: esas ratas con narices cercenadas y alas cartilaginosas, pienso. La mente del miedo. Ese circuito reptiliano que se activa ante lo que percibimos como peligro.
Murciélagos: vitales para la vida: son importantes polinizadores, junto a las abejas y otros insectos polinizadores. De nuevo, como con los virus, la Tierra no sería lo que es sin ellos. Y en sus vuelos nocturnos, devoran toneladas de insectos y sus microbios y… virus. Es decir, ¿entonces en una primera instancia los murciélagos incluso nos protegen de infecciones? Aparentemente sí. Animalitos nocturnos de alas recortadas… La solución no es acabar con los murciélagos. Como explica David Quammen en este artículo: el virus pudo provenir de un murciélago, pero fue la actividad humana la que lo soltó…
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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