Alumnas de la universidad de periodismo colocaron un tendedero de denuncia en las puertas de la universidad. A pesar de los esfuerzos de la escuela, las alumnas siguen sin sentirse escuchadas ni protegidas en casos de acoso y violencia sexual
Texto: María Ruiz
Fotos: Ángel Sahagún
Diana Rojas decidió dejar la universidad. No soportó el acoso por parte de sus compañeros del salón. A pesar de que acudió al Comité de Ética, creado especialmente para tratar casos de acoso, violencia sexual y discriminación dentro de la Escuela de Periodismo Carlos Septién, la estudiante no se sintió protegida y prefirió dejar de estudiar.
El pasado miércoles, un grupo de alumnas de diferentes semestres colocaron un tendedero a la entrada de la universidad. Esto a partir de la denuncia que Diana Rojas compartió en su Facebook. Los acusados, al leer sus nombres, reclamaron a las denunciantes y el acto simbólico terminó en una discusión que casi llegó a los golpes.
Los representantes de la dirección decidieron entablar un diálogo en el auditorio. Pusieron a conversar a denunciantes y acusados, en un mismo espacio y de forma directa. Para el director del colegio, Victor Hugo Villalva, en este caso lo único que podían hacer era promover el diálogo:
“Se abrió un espacio de diálogo para cada una de las partes pudieran expresar lo que sentían y tratar de llegar a un acuerdo, independientemente de que este acuerdo se haya logrado me parece algo muy bueno que las partes se sentaran a dialogar”, expresó el profesor..
A Diana Rojas, parte de las alumnas que denunciaron, esto sólo le causó incertidumbre:
“Los agresores actuaron de una manera burlona y agresiva. Fue un momento muy fuerte para mí. El ir a dar la clara y que la institución como tal nos confrontara. Claramente las autoridades de la escuela son negligentes” menciona Rojas.
Diana Rojas.
Para las alumnas lo sucedido el día del tendedero muestra que, a pesar de los intentos de la escuela, no están capacitados para reaccionar ante situaciones de acoso y violencia sexual en la universidad.
La escuela de periodismo cuenta con tres documentos guía, que pueden consultarse en línea, para atender casos de acoso, discriminación y violencia sexual. Después de que el año pasado el director académico de la institución salió denunciado durante el MeToo mexicano, la escuela creó el Comité de Honor y Ética. Integrado por un profesor y una profesora de la institución, este comité es el encargado de dar seguimiento a las denuncias de las alumnas.
Victor Villalva, director de la universidad, explica que en la medida de las posibilidades de la escuela, tratan de atender lo más expedito posible y con un debido proceso lo que se presente.
“Nosotros pedimos apoyo a la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Cuando se implementó el curso se tomó asesoría por parte de la comisión, asistimos a algunas reuniones, asesorías legales, de tal manera que la gente que se opera en la institución tenga muy claro el plano administrativo en el que se encuentra porque las escuelas no son centros donde se imparta justicia” menciona el director.
Después del MeToo mexicano la escuela se basa para accionar en el Estatuto reglamentario, se actualizó el Código de Ética y se han impartido cursos a profesores y estudiantes de perspectiva de género.
“La escuela asume los compromisos de escuchar y empeñarse mucho más en educarnos en los tratos , en la convivencia, tener sobretodo el asunto del respeto y la perspectiva de género muy presente y de manera transversal. Sumar más esfuerzo” menciona Villalva.
Con su denuncia, Diana Rojas visibilizó que en su caso, no funcionó el Comité de Honor y Ética:
“Acudí a la Comisión de Honor y Ética. Me citaron una semana después, me pidieron pruebas. Se tardaron más de un mes en darme una siguiente cita. Me dijeron que era un proceso largo, que como cada vez se involucraban más personas a todos los tenían que entrevistar. Mientras más se corría la voz, más ataques vivía. Al final, en la cita de resolución de mi problema, Yolanda (una de las dos profesoras que conforman el Comité de Honor y Ética) me insinuó que fue mi culpa. Lo único que pedía era una disculpa pública” recuerda Rojas.
Como ella, otras estudiantes que acudieron al Comité de Ética, sienten que las personas a cargo no están preparadas, ni tienen perspectiva de género. Gisela Ángeles cuenta que cuando acudió a hacer su denuncia al Comité de Honor y Ética se sintió revictimizada:
“Yolanda hacía muchas preguntas en forma como culpandome a mi, diciendome: “¿tomaste? ¿cuántas tomaste?”. Si ya me sentía mal, haber ido me hizo sentir peor. No tienes una idea de cómo te culpabiliza. Ninguna alumna merece que la culpabilicen por algo que pasaron” denuncia Ángeles.
Dos alumnas más mencionan su experiencia en el Comité. Identifican momentos que no consideran funcionales en caso de denuncias. En su caso fueron a denunciar una publicación machista por parte del vendedor que vende libros a la entrada de la escuela.
“Cuando quisimos hablar con el Comité de Ética nos dijeron que hicieramos una cita. Y eso fue como el primer cosa que cuestioné. ¿No se supone que está el Comité de Ética para cuando algo suceda? Quizá mi denuncia podía esperar pero, ¿y si hubiera sido que en ese momento alguien se sintiera acosada o violentada? Nos pidieron que no fueramos juntas, que teníamos que ir separadas, ¿y si por ejemplo hay una chica que no ha podido hablar que va con su amiga porque es su apoyo? El comité de ética te dice que no, tienes que entrar sola. Me parece que es muy apabullante, como que te intimida. Y además te hacen meter tu celular en una bolsa aislante para que no puedas grabar” cuenta Arantza García.
“Las quejas son justo que en el comité es una práctica un poco agresiva porque te piden que apagues tu celular y te lo piden para que según no grabes. En el caso de Diana hubo cierta revictimización porque le decían que sus compañeros le tenían miedo, de que fuera a agredirlos de la misma manera que se comportó en la marcha pero que finalmente la Septién es muy tibia para atender las situaciones. Siempre es lo mismo y no se llega a nada.
En una conversación a voces con varias de las estudiantes de la universidad, éstas cuentan que a un año del MeToo mexicano no sienten que haya perspectiva de género en la Escuela Carlos Septién, debido a que se sienten inseguras en compartir sus nombres y para evitar represalias en su desempeño académico, pidieron no compartir sus nombres.
“Yo creo que en la parte en la que sí ha cambiado es con los profesores y algunos colaboradores del colegio que sí se han preocupado y estado al pendiente del movimiento. Sin embargo las autoridades no están haciendo un cambio verídico en todo el entorno de la Septién. No se ha visto un gran avance en cuanto a perspectiva de género ni en solución a los casos de acoso y violencia que se han dado dentro de la institución” cuenta una de las estudiantes.
Otra también menciona que no ve un gran cambio: “A un año del MeToo y después del caso de Priscila se hizo un Comité de Ética y Honor, sin embargo creo que son acciones muy superficiales, al Comité le faltan personas capacitadas para esto, solo son maestros a los que les dieron un curso. Se deberían de contratar a personas externas como psicólogas, si se puede feministas o con perspectiva de género y que tengan una formación profesional porque no se puede comandar un comité de ética sin tener una buena capacitación, con años de experiencia” cuenta la alumna.
Otra de ellas menciona:
“Aunque la Septién lo ha intentado y ha hecho un gran esfuerzo las medidas tomadas no han sido adecuadas y no han logrado un efecto positivo. A pesar de eso es un logro que la escuela vaya poco a poco interesándose en el tema”
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