Se alistan brigadistas para búsquedas en el norte de Veracruz

10 febrero, 2020

Integrantes de la Quinta Brigada Nacional de Búsqueda intercambian experiencias en seguridad e identificación forense previo a los recorridos en campo que se realizarán en las próximas dos semanas

Texto y fotos: Andro Aguilar

PAPANTLA, VERACRUZ.- Noemí Martínez, Margarita Reyes y Patricia Springton recuerdan uno de los lemas de la red de enlaces nacionales de colectivos de búsqueda: Buscando nos encontramos.

En la búsqueda de sus familiares desaparecidos han hallado a otras personas que comparten el mismo dolor y, al mismo tiempo, los conocimientos y las herramientas que adquirieron en el camino.

Las tres mujeres son habitantes de la zona norte de Veracruz, donde la brigada nacional de búsqueda de personas concentra sus acciones desde el pasado viernes y hasta las próximas dos semanas. Con alrededor de 300 personas, esta brigada es la más numerosa que se ha organizado. Eso, advierte Juan Carlos Trujillo, coordinador de la Red de Enlaces Nacionales, refleja la gran necesidad que persiste en el país.

“Hay una necesidad enorme en el país de buscar. Esta figura permite la vinculación directa de víctimas huérfanas, que no están articuladas ni organizadas con las familias que vienen a donar su espacio y su experticia», dice.

Reavivar la esperanza

Noemí Martínez Martagón busca a su hijo Luis Alberto Calleja Martínez, secuestrado en Poza Rica el 18 de septiembre de 2010, por cuatro personas. Al menos dos eran policías federales activos. 

La madre y su familia lograron que los dos agentes fueran detenidos. Uno recibió una sentencia de 39 años y otro de 37, hasta que el magistrado Javier López Loera lo liberó Ahora, el expolicía es prófugo de nuevo, ya que Noemí Martínez logró probar inconsistencias en la liberación. 

«Gané el pleito y lo andan buscando de nuevo. Yo sé que hubo dinero de por medio con el magistrado», dice.

Desde el año de su secuestro, Noemí y su familia no saben nada de Luis Alberto.  Por eso la llegada de la brigada reaviva su esperanza. De hecho, la mujer dice que es “un sueño” que la brigada se realice en esta región.

“En Poza Rica ha habido muchos desaparecidos”, cuenta. De 2009 a 2012, la zona norte de Veracruz concentró los secuestros de la región. 

Su esposo, Gerardo Calleja, cuenta cómo han aprendido de otros familiares que están en circunstancias similares: el hundimiento de tierra les da pistas de que algo no es normal. O si hay un montículo o si la tierra tiene otro color.

«La herramienta que llevamos con pico la introducimos hasta el fondo en varias ocasiones y dependiendo, si se va rápidamente el pico y lo sacamos y nos da un olor putrefacto, quiere decir que hay es un punto positivo. Y ese lo dejamos señalado y seguimos a su alrededor».

El hombre afirma que en la zona detectaron ya 73 puntos. Y en los dos que exhumaron dio positiva la presencia de restos humanos.

«Uno va aprendiendo con voluntad, como han aprendido mis compañeros. Uno aprende y le va enseñado a otro. Es una cadenita. Mi esperanza es poder localizar a mi hijo en algún punto de los que estamos buscando».

Ayudar a que otros encuentren

Margarita Reyes también es habitante de la zona. El 4 de abril de 2017, a las 7:30 de la mañana secuestraron a su hija, Claudia Guisel Reyes, en un taxi en Cahuatzin, municipio de Coatzintla.

El colectivo María Herrera la contactó. Con su asesoría, logró que su denuncia fuera federal y la confesión de otros casos derivó en el hallazgo del cuerpo de su hija.

«Ahorita, estoy participando porque es la búsqueda y yo tengo las coordenadas del lugar donde fue encontrada mi hija, porque así como yo encontré quiero que encuentren a otras personas. Porque si hay tres puede haber más. Las autoridades sólo van, sacan, llevan y hasta ahí se murió el caso».

“Queremos hacer algo”

Patricia Springtong, de 60 años, busca a su cuñada Silvia, su sobrina Loreley, su esposo Eli y su hijo Ángel Norberto. Todos se apellidan Barrera.

Hace cinco meses conoció al colectivo, cuando le ofreció productos naturales que vende a una trabajadora del DIF, quien le comentó que también tenía dos familiares desaparecidos. Ahora, ella quiere aprovechar la brigada para contactar a colectivos de Tamaulipas.

«Hace cinco meses que los conocí ya tuve otra esperanza. Es como una familia. Todas padecemos lo mismo. Nos abrazamos. Eso te da esperanza. Claro que creemos en Jesús y sabemos que estamos en sus manos pero también queremos hacer algo. Fuimos a algunos puntos y me di cuenta que es muy difícil y desgastante». 

La seguridad es un acto de amor

El fin de semana, previo a las búsquedas en campo, las familias que buscan a sus ausentes intercambian sus conocimientos en identificación forense y seguridad. Hablan de todo tipo de medidas, de los lugares hacia donde van, los animales que pueden encontrar en campo, el clima o la presencia de algunos grupos. 

Por momentos bromean: «La mesa que más se tarde se queda sin comer mañana”. «La última mesa le toca la limpieza».

El taller se basa en un principio: la seguridad es un acto de amor.

En grupos, comparten experiencias de Zacatecas, Guerrero, Baja California, Sinaloa… entre todos pintan el mapa de violencia que cubre el territorio mexicano.

«Las tres versiones de talleres de seguridad son distintas. Ellos dictan cómo se hace. Sólo ponemos estructuras básicas como separar los grupos en los protocolos de seguridad. Damos algunos tips que hay que considerar y se hace un dinámica lúdica para mostrar que hay que llevarlos a la práctica», explica Karla Ríos, de la organización Marabunta, moderadora del taller.

El énfasis en la identificación

Juan Carlos Trujillo dice que en esta Quinta Brigada Nacional pusieron especial atención en la identificación forense. 

«Por la preocupación de la identificación de las personas que estamos en las anteriores brigadas, hemos encontrado esa situación de crisis que tenemos al no poder identificarlos. Vemos un trabajo lento, una desvinculación».

Por eso, el primer día, antropólogos forenses imparten un taller para que los buscadores tengan herramientas para presionar a las autoridades en la identificación de los restos humanos que hallaron.

El corazón de la familia Trujillo Herrera

Dos integrantes de la familia Trujillo Herrera fueron desaparecidos en esta región.

«La zona norte de Veracruz es un corazón en la atención de la familia Trujillo Herrera y, con base en eso, hemos intencionado la conformación de nuevos colectivos en la zona. Había dos colectivos y estamos trabajando en la formación de otros cuatro. Eso nos genera la esperanza de justamente poder encontrar a mis hermanos. Sobre todo como familia, pero también a miles y miles de desaparecidos que se encuentran en esta región», dice Juan Carlos Trujillo.

Su expectativa es  lograr hablar del tema en una zona muy olvidada y apropiarse de los espacios públicos y las instancias de gobierno.

«Estaremos haciendo un ejercicio de memoria colocando unas placas en algunas instituciones que han sido partícipes de desapariciones».

Las presidencias municipales implicadas por hecho u omisión en las desapariciones de personas.

Fondeo cumplido: “no estamos solos”

Para esta brigada de búsqueda se lanzó una convocatoria como la de las anteriores, pero el resultado fue mucho más amplio. Eso se debe, dice Juan Carlos Trujillo, a que la transición en el gobierno federal no ha solucionado el problema de las víctimas.

La brigada tuvo que buscar sus propios recursos económicos, porque los recursos oficiales no fluyen como se dice. En este caso, recurrieron a una empresa fondeadora y consiguieron el dinero que solicitaron para su fondeo.

Para Trujillo, eso revela que las búsquedas son acciones conjuntas.

«Los brigadistas estamos aquí pero no nos sentimos solos; sabemos que la gente hermanada comprometida que se han quitado un pan de la boca para otorgarlo que estas acciones se materialicen. Son cientos de personas que desde sus hogares se identifican con esto y aún sin estar físicamente, están con nosotros».