A ocho años del levantamiento de Cherán, municipio indígena en la meseta p’urhépecha michoacana, la comunidad realiza un continuo proceso de construcción de autonomía. Una generación más joven pregunta, observa participa en los cambios y trata de proponer pensamientos críticos al interior. Mujeres de fuego es un proyecto pensado para potenciar las voces de las mujeres que lideraron este levantamiento armado, mujeres a quienes se les cruzó en el cuerpo la tristeza, la impotencia y el coraje. ¿Qué significa autonomía? ¿Libertad? ¿Territorio? Aquí, la palabra de María Elena, joven p’urhépecha que participa en la historia reciente de Cherán
Entrevista: Daniela Flores y Heriberto Paredes
Transcripción: Emilia Bautista / Las Vanders
Fotografía: Heriberto Paredes
Video: Sonia Häkansson
CHERÁN, MICHOACÁN.- Yo me llamo María Elena Hurtado Rosas, tengo 39 años de edad, pertenezco al barrio cuarto y fui elegida de la fogata uno. Soy una de las mujeres que integra el Concejo Mayor.
Se da este levantamiento en nuestra comunidad [en 2011]. Había hartazgo de la vida que teníamos. Las comuneras y comuneros de Cherán se levantan con coraje. Las mujeres que emprendieron este movimiento se enfrentan a esta gente que nos derribaba nuestros bosques, que robaban los bienes de los comuneros.
A partir de ahí se hace la participación más visible de la mujer y es donde el hombre toma en cuenta la idea y la propuesta para enlazar y entablar negociaciones ante el Estado.
Toda esta situación que se vivió en nuestra comunidad da pie a que se concentren los cuatro barrios. Las fogatas se inician en cada esquina, en cada cuadra. La concentración de los vecinos para iniciar una fogata y así organizarnos y ver las propuestas de cómo derribar o de cómo resolver esto que se vivía en la comunidad; de estas personas que atentan contra la integridad de varias familias, la intimidación, el miedo que se vivía. A partir de ahí se viene trabajando en la forma política, jurídicamente ante el Estado y ante la federación.
Y después se propone que alguien debería llevar la dirección en la vida de nuestra comunidad y ese alguien tendrían que ser 12 compañeros. Entre esos 12 compañeros tendría que haber una cierta cantidad de mujeres que fueran también consejeras de la comunidad. Esto, para que escucharan a las mujeres de nuestra comunidad y fueran portavoces ante las diferentes dependencias del Estado y de la federación.
Se inicia con 12 compañeros en el 2011. Se vive una situación diferente en [esa] primera administración; aún permanecía el miedo, la intimidación, las represalias que se tenían ante la comunidad por parte del Estado, del gobierno.
Pero se plantea un proyecto que es a 30 años. Ese proyecto está en proceso de construcción, de ir planteando nuevas formas al gobierno. De cómo nuestra comunidad puede gobernarse en un total sentido de autonomía.
Culminan esos tres años de los primeros compañeros que fungieron como consejeros, e iniciamos nosotros: la segunda administración, el 1 septiembre de 2015 […]. Se plantea la convocatoria de cómo serían electas las personas que integrarían este segundo Concejo. Se decide que por barrios serían electos tres compañeros: dos hombres y una mujer. Del barrio primero no se logró sacar a una mujer. La idea era que cuatro mujeres integraran el Concejo Mayor. Pero no se pudo por la situación política que se vivió en el momento de elegir a quienes estarían en este segundo gobierno.
En este barrio quieren intervenir los partidos. Todavía ellos siguen haciendo su trabajo. Con un bajo porcentaje, pero allí están, esperando el momento en el que falle esta nueva forma de gobierno. Pero nosotros estamos seguros de lo que queremos para nuestra comunidad. Y tenemos ese objetivo y esa idea de continuar con este proyecto que está a 30 años. Y que hay que estar al pendiente de todos los procesos jurídicos y políticos que se llevan ante el Estado.
Yo pertenezco al barrio cuarto. Se me da la oportunidad de ser parte del Concejo Mayor como mujer, y de las otras dos compañeras, una es elegida del barrio tercero, la otra del barrio segundo, con diferentes formas de vida, diferentes profesiones, pero que aquí tenemos que –y lo estamos haciendo– trabajar en equipo para sacar adelante las propuestas y el trabajo que encomendó la comunidad. Entonces así se nos elige.
El 3 mayo es el momento en el que ya se define quiénes integrarán y quiénes se presentaran para el 1 de septiembre de 2015, quién será el nuevo Concejo Mayor, la segunda administración. Se dan espacios para la concentración de la gente, para que vaya apoyar a las personas que consideren aptas.
Se realiza en filas, se presentan las personas. En esa ocasión recuerdo que fueron como seis personas. Se forman en fila, las personas que fuimos elegidas en las fogatas nos paramos al frente de esas filas, por tal razón podemos observar cuáles comuneras, cuáles comuneros están apoyando a que tú… a que uno como persona, quieran que esté ahí en Concejo Mayor. Y de esas seis personas que se formaron, quien tuvo la fila más extensa.
No se utiliza la credencial, se omite la credencial. Pueden formarse en las filas personas de 18 años en adelante. A partir del conteo que se hace en voz alta, quienes tengan la mayoría de las comuneras y comuneros, son los que quedan como un integrantes del Concejo Mayor de la segunda administración. Yo fui una de las mujeres que quedó con más gente en mi fila. Fui la que rebasó de las otras mujeres. El momento en que mi familia, mi hermano –tengo varios hermanos– pero uno de los que vive aquí, decía, ‘¿ya estás segura de lo que vas a hacer? puedes bajarte de la silla’, porque nos suben a una silla para que los demás nos alcancen observar.
Soy profesora de preescolar y de primaria, entonces se acerca mi hermano y dice: ‘No puedes estar ahí. Tu trabajo, ¿qué va pasar con tu trabajo? Está en riesgo tu trabajo, tú tienes solamente una niña, ¿qué más necesitas? No sé por qué tú aceptaste estar ahí y estás en el momento justo y bájate de la silla’. Entonces yo lo pensé y observaba la gente que estaba en mi fila y [me] decía: ‘pues, ¿cómo le voy a fallar a las mujeres que ya se formaron y a los hombres que están confiando en que yo puedo hacer algo por mi comunidad?’. Le dije: ‘pues no, ya lo decidí, y tengo que hacer algo con el barrio, con la comunidad’.
Sabía que con mi edad tendría que pasar varias desventajas, así como ventajas. En el transcurso de este tiempo viví varias cuestiones. Hablamos de una situación de la equidad de género, hablamos de que el machismo se está terminando en la actualidad, pero yo lo veo reflejado en mi persona por los actuares de los hombres. Porque [según] como esté la situación familiar en la que te ubicas, así es como te identifican las personas.
Yo soy separada, el papá de mi hija no es de la comunidad. Ya tengo varios años separada. Un largo tiempo, siete años. Entonces veía que el machismo y la equidad de género no totalmente se aplica en nuestra comunidad, porque a una mujer siempre la consideran como la que puede dar opción a ciertas cosas ante la exigencia de un hombre, como el buscar tener un diálogo con esa mujer que está sola y que no tiene un matrimonio estable.
Entonces se me presentan varias situaciones que yo llamo barreras, y donde no se aplica la equidad de género. Pero tendría que pelear contra eso y rebasar ciertas cuestiones, ciertas ideas, de los hombres que veían a María Elena como una mujer sin una estabilidad matrimonial. Una mujer en la que puedo yo aprovechar la opción de las ideas que a veces los hombres tienen. Pero, al paso del tiempo, he aprendido varias cosas, he aprendido que como mujer te tienes que valorar y tienes que formarte retos y cumplirlos, y que en ese paso que das, te vas a topar con todo tipo de gente, te vas a topar con cuestiones que tú, como mujer, tienes que siempre estar fuerte y siempre estar segura de lo que quieres para así mostrar esa seguridad a las comuneras de nuestro pueblo.
Esa situación de no tener un matrimonio es muy visto en nuestra comunidad. Si no tienes un matrimonio estable no eres una persona apta como para estar dentro del Concejo Mayor. Pero aún así mi barrio me apoya, mi fogata me apoya, mi pueblo me apoya.
Entonces yo digo: ‘pues sí ellos están apoyando y ellos se formaron en mi fila es porque confían que yo –aunque no tenga un marido en mi casa, aunque no tengo un matrimonio, una familia establecida–, ellos confían en que algo bueno debo hacer por mi comunidad’.
Con esta experiencia, puedo orientar a las mujeres en esta situación que yo vivo. De qué manera sobresalí, de qué manera es que he vivido con mi hija ante esta cuestión de la idea paterna y materna que se ocupa en un hijo y que a veces tienes que aplicar las dos. Tienes que desempeñar los dos papeles: el paterno y el materno, tienes que sacar adelante a tus hijos.
En alguna ocasión, algunas comuneras, algunos comuneros, decían: ‘vemos una opción en ti: puedes orientar a las mujeres que viven esta realidad de nuestra comunidad y de ti podemos aprender algo’. Algunos así lo consideraron, pero para otros fue mal visto. En el momento que se me propone, que se hacen las filas, hay algunas mujeres que dicen: ‘No estoy de acuerdo’, y agarran el micrófono y dicen: ‘No estoy de acuerdo con ella, porque ella no tiene la edad, es muy joven y no tiene experiencia, y porque ella no tiene un marido, porque ella no tiene una familia’. Pero la mayoría de los comuneros y de las comuneras de mi barrio dijeron, ‘nosotros confiamos en que ella puede hacer un buen papel por los antecedentes que tiene, por la formación que tiene’.
Antes de yo estar en el Concejo Mayor, pertenecía al sindicato de maestros a nivel estado. Entonces ellos veían que yo tenía una formación que podía ayudar en cuestiones de política o de gestión al Concejo Mayor. A cada uno de los que lo integramos le vieron una habilidad y por eso estamos ahí, con diferentes habilidades. Tanto la señora Severiana, que es madre de familia que no tiene una profesión, pero que desde ahí ella está orientando a las señoras. La maestra Dolores que es maestra jubilada, pero tiene una experiencia también en el recorrido de su vida y que ahí puede estar orientando; igual en mi persona.
A pesar de eso, a pesar de la inseguridad que se da en el momento de que me proponen, en mí tengo que mostrarme fuerte y esto es un reto. Sé que me esperan cosas un poco difíciles pero las tengo que pasar y así es como poco a poco hemos venido avanzando y proponiendo. Ya vamos a casi 2 años de nuestra administración.
Yo me voy contenta porque, tal vez para algunas comuneras y comuneros no fui la mejor opción de una mujer que integrara el Concejo. Pero para otros sí, pues se verá reflejado en el trabajo que se realizó.
Ese día, por la madrugada, yo entre sueños escucho las campanas y los cuetes; y lo que recuerdo es el miedo, el miedo que vivía. En ese momento me despierto con el temor de qué es lo que sucedía en mi comunidad. Todos en la comunidad sabíamos lo que vivíamos, de las represalias, el miedo, los secuestros, la intimidación, la inseguridad de caminar por nuestras calles. Pero al escuchar las campanadas en la madrugada digo pues qué sucede. Yo tenía que trasladarme a Morelia, a mi trabajo –allí era donde yo laboraba–. Observo que transitan camionetas con madera, observo que comuneros cubiertos con un pañuelo van sobre ellas, observo que mujeres corren, niños corren espantados. Las escuelas, algunas, mandan llamar a los padres de familia, los niños lloran. Se vive una situación de tristeza y de miedo.
Entonces recuerdo ese momento, cuando queman las camionetas con la madera. Les lanzan cuetes a las personas que nos agredieron por tanto tiempo y nos quitaron la tranquilidad del sueño y de vivir en nuestra propia comunidad, de transitar en nuestras calles.
A algunos de ellos los alcanza rozar el cuete. Salen heridos. Otro de nuestros comuneros que valientemente se enfrentan es uno de los señores que pertenece al barrio tercero, que también fue uno de los iniciadores y le pasa una bala sobre el ojo y él queda sin la vista. Está muy grave en esos días, su familia preocupada de que moriría, aunque se recupera, solamente que queda con discapacidad. Y aún vive este este señor, es un señor joven.
En el momento de que nos concentramos en las fogatas, todos nos veíamos como uno solo, como hermanos. Ahí ya no había familias, no había que ‘tú perteneces a tal cuadra’ o ‘tú eres de tal apellido’, sino todos nos veíamos por igual y a todos nos animaba que tendríamos que salir avantes ante esta situación que se vivía. Pero si escuchabas las pláticas que los niños hacían en ese tiempo, pues ya era lo vivencial de la comunidad, ‘ya vienen los malos’. Ellos jugaban en sus juegos con sus carritos de plástico con madera: ‘yo soy el malo, yo soy el Güero’, decían. El Güero le apodaban a ese señor que con un grupo de personas nos hizo el mal. Entonces ese era el juego de los niños, expresarse como esta gente que nos hacía daño, caracterizarse en ellos.
Se suspendieron las clases, se cerraron las escuelas. Nuestra casa ya era en la esquina con las fogatas. Ahí comíamos, ahí dormíamos. Ese era el espacio para vivir en esos días que fueron tan tristes y peligrosos en este momento, porque de repente había enfrentamientos, de repente había emboscadas. Luego nos llamaban: ‘entraron por tal rumbo, en tal cerro, tenemos que ir para detenerlos y que no entren a nuestra comunidad’. Y eran emboscadas que se les presentaron y que allí murieron varias personas, varios hombres, y algunos que fueron secuestrados antes del movimiento.
Yo recuerdo de niña que vivíamos con mucha confianza en nuestra comunidad, nosotros podíamos caminar como niños en cualquier espacio, en lugares a la orilla de nuestro pueblo, y que no teníamos miedo para caminar. Como niños podíamos transitar en diferentes espacios. En el tiempo de los talamontes eso ya no se podía hacer, por el miedo de que en cualquier rato atentaran contra la vida, ya sea de un joven, de un adulto.
Aquellos decían: ‘Ya nos terminamos, estamos por terminarnos el bosque, ahora vamos a continuar con los animales y después con las mujeres. Nos llevaremos a las mujeres de la comunidad, porque aquí no hay hombres, los hombres no los vemos, los hombres no defienden a sus mujeres’. Y pues como que surge coraje en las mujeres: ‘¿Por qué tienen que atentar contra nosotras?’.
Una parte importante que también mueve esto y le pega fuerte a la comunidad es que, rumbo al barrio cuarto, se encuentra un arroyo. Es como un arroyo sagrado para los campesinos. Ahí bajan los animales a beber agua. Es un manantial y ahí está una pila donde bajan a beber los animales. Pero estas personas, todo lo que les estorbaba para transitar con sus carros y para poder bajar la madera, lo destruían. Entonces rompen esa pila, la destruyen y es un espacio que nuestros abuelos y las personas ya mayores dicen que si ese arroyo, ese espacio, se toca, tiende a secarse, no tiene que hacérsele movimiento, ni daños, porque es como algo sagrado. Y les llena de coraje y también hace que se levanten las personas.
María Elena: Para mí el bosque representa la vida. Es la vida pero también la sobrevivencia. Del bosque podemos sobrevivir, pero racionalmente; no como ellos lo hicieron. Nosotros lo cuidábamos, porque desde nuestros abuelos nos han inculcado que el árbol es para solventarte económicamente, pero también tienes que cuidarlo.
Recuerdo aún las palabras de mis abuelos que decían: ‘Tienes que saber en qué momento tú vas a derribar un árbol, debes tener cuidado porque cada vez que cortas un árbol hay un líquido que suelta y ese líquido son lágrimas que llora porque lo estás cortando. Entonces tienes que pedir permiso a la tierra para para poder derribarlo’.
Son cosas, son palabras que yo recuerdo y que algunas personas recordarán de su infancia, pero que ahorita las olvidamos, las hemos ido olvidando y por eso tenemos que aplicar una nueva forma de gobierno en nuestra comunidad en usos y costumbres, pero en un sentido general, en toda la cosmovisión, la cultura, las costumbres.
Las costumbres de nuestros antepasados que actualmente ya se estaban perdiendo. Esto nos ayuda a ir recuperando más de lo que se había perdido, por ejemplo, el rebozo es algo que las mujeres de nuestra comunidad ya no lo portamos. Yo a mi edad no lo portaba pero ahorita yo me siento bien. Siento como una protección al rebozo, siento respeto ante las demás mujeres. Portar un rebozo es como un cobijo, algo que te da seguridad, represento a todas las mujeres de mi comunidad y por lo tanto tengo que mostrarles el respeto. Así yo considero el portar un rebozo y con eso estoy hablando una parte de lo que son nuestras costumbres.
La otra es nuestra vestimenta, que también ya nada más la portamos en el momento de días festivos, y el lenguaje, que era nuestro lenguaje original: el p’urhépecha, también se está dejando de lado. Y la idea con las escuelas, desde la administración del Concejo Mayor, es ir rescatando todo eso que se ha estado perdiendo.
Se siente el orgullo de saber que perteneces, que vienes de unas raíces bonitas, de unas costumbres, de una forma de vida diferente. Ante otra mujer de otra ciudad, hay una gran diferencia, y yo como mujer p’urhépecha me siento orgullosa y me sentiría más si pudiera conversar en mi lengua original y portar todos los días mi traje que es el original de mi comunidad. Pero pues desafortunadamente el salir a buscar alternativas de vida, de trabajo, nos hace traer formas de vida diferentes a nuestra comunidad. Y a partir de ahí nos vamos envolviendo en esa realidad que ahora vivimos pero por lo menos nos sentimos orgullosas, yo me siento orgullosa de portar esa vestimenta en días festivos y de poder dialogar con algunas palabras que puedo decir en mi lengua original.
Aún persisten los grupos de los diferentes colores, los partidos políticos, y en algún momento dijimos: ‘pues tenemos que dejarlos de lado, porque nada más traen división, traen nada más sus intereses de grupo y a partir de eso considero que hablamos de un 20 % o 30 % que aún permanece con esta gente que sigue haciendo su trabajo.
El Concejo Mayor, todo lo tiene que consultar a las asambleas para realizar cualquier actividad o cualquier obra. Cualquier gestión. Cuando caemos en el error de que lo hace por decisión propia, se nos hace la observación y es ahí donde los partidos se aprovechan y dicen: ‘el Concejo Mayor no está realizando el trabajo que le encomendó la comunidad y por tal razón, como gobierno de usos y costumbres, no funciona’. Y entonces empiezan a manipular a la gente; empiezan a decirles que no somos la opción, y que no somos una propuesta que puede sacar adelante a nuestra comunidad, porque caemos en ciertos errores.Ahí inician a quererse ganar a la gente diciendo: ‘el Concejo Mayor no está haciendo las cosas como ustedes quisieran, por lo tanto vamos a regresar a los partidos’. Pero la gente tiene la seguridad de que éste es un proceso, es un proceso en construcción y que va a haber fallas, que va a haber ventajas y desventajas y que es una nueva forma de organizarnos y es una nueva forma de gobierno en que tiene que haber fallas pero que en el proceso se tienen que ir mejorando y tienen que irse amarrando más y cumplir más con lo que encomienda la comunidad.
Somos 12 compañeros y de los 12 esperaban ciertas cosas nuestra comunidad, nuestros comuneros. En ocasiones nos observo como un poco desalentados, desanimados en el decir: ‘Yo te propuse y yo confié en ti, pero tú no me estás dando el resultado que yo esperaba’.
Pero, nosotros, yo lo he ratificado y luego mis compañeros lo han vuelto a decir, en el momento que vean que no estamos cumpliendo con ustedes como comunidad, pueden hacer la revocación de mandato. Pueden aplicar la revocación de mandato.
En ocasiones ha habido errores en los que la comunidad dice: ‘Estamos desanimados porque ustedes no hacen lo que nosotros les encomendamos.’ Pero entonces nosotros les damos una explicación del porqué, así van los procesos pero pedimos que entiendan esta parte; es algo vivencial que tenemos pero no es algo que ya conocíamos y que estamos en el proceso de ese aprendizaje o de ese error.
A veces veo a mi comunidad un poco exigente en ciertas cosas, pero como les decimos, el estar dentro de la administración, el estar dentro del Concejo Mayor es algo que se vive diferente al estar allá afuera, entonces tuvimos que llegar aquí para poder entender varias cosas. Cuando nosotros terminemos, cuando yo termine de cumplir los tres años que encomendó la comunidad, podré asistir a la asamblea pero con otra participación, con otra propuesta porque yo ya lo viví. Algunas personas de las que ya han pasado por este espacio pueden opinar de una forma diferente; quien no lo ha vivido, tiene otra idea, pero aún así tenemos que ir hilando todas las ideas, conjuntándolas, y no dejar de lado una u otra.
Tenemos un Concejo que es el encargado de estar más en contacto con los barrios, y estos muchachos, bueno, estos comuneros están al pendiente de lo que sugieren, de lo que propone la comunidad o los barrios. Pero yo lo que veía es que también como comuneros o comuneras, tienen que integrarse un poquito más al llamado que hace la estructura, al llamado que hace el Concejo Mayor, porque en ocasiones, hay actividades, reuniones que se plantean que se realicen y que los comuneros pues siguen su rutina. Para que esto avance todos necesitamos de todos, y no podemos dejar nada más, porque eres parte de la administración, a ti te toca realizarlos.
Para que esto salga mejor tiene que estar también la comunidad al pendiente de todo lo que se vaya realizar y de todos los llamados que se hagan. Por eso cuando vemos la ausencia, esas personas que se ausentan a los llamados y opinan de una manera que no tienen la información clara y precisa, entonces ahí empieza a desequilibrarse la asamblea. Pero si ellos estuvieran en cada llamado que se les hace, tal vez tendrían una información clara; y en el momento de que se les llama se aclararían varias cosas.
El tener cada ocho días las asambleas de barrio es un poco cansado, tanto para la gente como para nosotros. Se vuelve rutinario. En ocasiones les hemos hecho la invitación, si se va asistir a la asamblea, si se va asistir a algún diálogo, a alguna plática, a alguna charla, que sea para que avancen y que no retroceda esto, porque los errores en todo trabajo, en toda actividad, siempre se van a dar, pero de esos errores tenemos que ir planteando lo que no funcionó y si no nos sirvió de esta manera, nos funciona de otra, con propuestas.
Las mujeres somos inteligentes y las mujeres podemos liderear y que sea cual sea la situación que se vive detrás de nosotras o al interior, somos fuertes. Yo lo he observado en otras mujeres de mi comunidad; lo miré en el momento en que se realiza este movimiento; que tenemos que dejarnos ver y tenemos que expresarnos sin temor, que si nos equivocamos podemos regresar y decir por ahí no es, tengo que llegar o tengo que caminar de otra forma. Siempre las mujeres somos más inteligentes y más propositivas, a veces a los hombres se les complica un poco esto.
Tenemos que levantar la voz, tenemos que decir lo que sentimos, aunque nos equivoquemos. De eso tenemos que aprender también, de nuestras equivocaciones, de nuestros errores tenemos que aprender y esos errores nos hacen más fuertes y nuestro aprendizaje se acrecenta. Si todos lo hiciéramos bien pues entonces no tendría razón de ser, tendría que haber algún error para ir mejorando. Decir que no tengan miedo, que sean valientes, que alcen la voz en el momento que se ocupe. Tenemos que levantar la voz aunque aún existe el machismo y aunque a algunos hombres no les guste que hable, que proponga una mujer, pero tenemos que hacernos ver y mostrarnos en el espacio como la mujer que liderea y que va por delante, con propuestas.
A las niñas de Cherán les diría, hablando de una edad de primaria, secundaria, bachilleres, les diría que se sientan orgullosas de pertenecer a una comunidad como Cherán, les diría ‘siéntanse orgullosas’ y que no olviden lo que vivimos como mujeres. Que ese orgullo y que esa característica siempre la tengamos presente en nuestras mentes, de esa mujer que muy valientemente se levanta y es la que hace frente a este movimiento.
Y entonces les diría que tienen que irse preparando, que tienen que ir conociendo y que me gustaría que ellas no dejarán esta plática que yo recuerdo con mis con mis papás, con mis abuelos, y que en esa fogata platicábamos de la vida, de cómo se vivía en nuestra comunidad con nuestros abuelos y que eso lo rescatáramos. Que no lo dejemos de lado. Porque a veces nos gana más la vida de afuera, en todo sentido, vestido, expresión.
Diría, ‘esas niñas tienen que irse preparando porque tal vez de esas niñas que ahorita están en primaria, en secundaria, en bachilleres, serán las próximas k’eris, las próximas que integren el Concejo Mayor y para eso tienen que venir fuertes, con herramientas, con valores, con ideas ancestrales que nos ayuden ir mejorando más’.
Quiero aclarar que k’eris significa grande en todo el sentido de la palabra, grande porque tienes una vida recorrida, tienes una experiencia, cuentas con experiencia para poder estar desempeñando un cargo como Concejo, como concejera o como concejero. Has desempeñado labores en la comunidad, como persona te has mostrado con respeto ante los demás, has tenido una vida plena, una vida tranquila en la comunidad y de ahí depende el ser grandes. El concejero, el que orienta, el que da Concejo, el que conoce y que puede sacar este esta labor de concejero.
Les diría que dejen de lado el machismo, que tienen que acercarse más a esa mujer que la caracterizan desde afuera con la idea que ellos tienen. De la mujer del Concejo Mayor se llevan un concepto, pero en realidad no se han acercado a esa mujer y no la han conocido. Al criticar negativamente a la mujer están criticando a todas las comuneras porque esa mujer que gobierna representa cada una de las comuneras, sabemos que como personas, como seres humanos, hay errores, pero ese hombre machista debe entender e ir equilibrando de dónde vengo.
Yo les decía en algún momento, ‘vienen de una mujer, esa mujer es su mamá, tienen una esposa, tienen una hija, por lo tanto tenemos que darle un valor más a esa mujer, y no nada más marcarla’.
A una mujer siempre se le marca la parte moral y yo digo, y le digo a ese hombre: ‘¿por qué en los hombres no se marca esta parte?, ¿por qué en una mujer sí, cuando se ve más visible en un hombre?, cuando a diario vemos hombres que están faltando a la moral’. Pero que ellos dicen: ‘no, porque en una mujer se ve más mal, porque en una mujer el tomar una bebida, el vestir de esta manera, el expresarse de esta manera, el tener convivencias antimorales es malo y para un hombre no’. ¿Y por qué persiste esto? Porque nosotras como mujeres también lo hemos permitido.
Nada más diría –para los hombres– que dejen de lado un poquito el machismo, que entiendan a la mujer y que conozcan a la mujer del Concejo Mayor, y que no nada más porque se cometió un error la quieran tachar de que no respetó los valores de nuestra comunidad. Está atentando contra esto, está siendo antimoral, sino que tenemos que ir practicando más la equidad de género.
A veces se vive una situación en Concejo Mayor con los hombres muy complicada. En algún momento lo platiqué con algunos comuneros e incluso el licenciado David [David Romero, uno de los abogados que lograron el reconcimiento jurídico del gobierno comunal de Cherán], dice: ‘Estoy escribiendo un libro y quisiera que se plasme en una parte lo que comentas’.
En la realidad, dentro del Concejo Mayor no hay equidad de género. Yo siempre he propuesto mis ideas y yo les he dicho a mis compañeros: ‘no hace falta de que alguien esté detrás de mí para decir lo que siento y lo que pienso, yo hago las cosas porque salen de mí, yo puedo trasladarme a las dependencias, yo puedo gestionar lo que un hombre hace, pero ustedes como hombres, cuando se trata de una mujer, como que la desvalorizan y dicen, ella no va poder, ella no lo puede hacer, esa es la idea que nos hemos formado como mujeres: yo no puedo sin un hombre’.
Yo recuerdo cuando el papá de mi hija dice: ‘tú, sin mí no vas a poder salir adelante, porque una mujer sola no puede salir adelante con una hija’. Entonces ahora con el paso de tiempo, él me observa. Yo lo observo en el mismo lugar donde lo dejé y yo me siento a gusto porque yo me planteé algo, un objetivo y yo siempre he dicho, ‘yo lo que yo piense y lo que yo sienta, aunque cometa errores, pero yo quiero hacer lo que yo tengo en idea, en propuesta para para verme y así también analizarme para ver hasta dónde tengo la capacidad de hacer las cosas’.
Y les he dicho a mis compañeras: ‘tenemos que ser independientes; no tenemos que depender de un hombre’. Yo veo a mis compañeras que dicen: ‘Oye, compañero, ¿me puedes apoyar en esto? O, vamos a tal dependencia porque yo quiero gestionar esto’. Y yo no, yo me levanto y me voy sola.
Yo tengo que saber abrir las puertas y saber moverme en esos espacios, como los hombres se mueven, eso nos hace diferentes. El expresarnos, el gestionar, el conocer, el manifestarse nos hace diferentes. ¿Qué por ser hombre él sí lo puede hacer y yo como mujer no? Es esa la diferencia que hay, yo veo el celo, el celo cuando un nombre ve que una mujer ya los rebasó, siempre te quieren estar aplastando y entonces contra eso tienes que ir peleando también, pero no peleando en el sentido de gritar y de insultar; sino en el sentido de ir razonando y de demostrarle con el trabajo y con las propuestas, para poder decirle: ‘mira pues no nada más tú lo puedes hacer, nosotras como mujeres también’.
No sé si me equivoque, pero para mí, esa es una parte que tenemos que ir trabajando. Aunque, como dijeron algunos de la comunidad en las asambleas, algunas personas dicen: ‘para la próxima administración no habrá mujeres, porque las mujeres nada más van a hacer desorden’. Y entonces yo digo: ¿y los hombres qué? ¿entonces qué sucede con los hombres? Pero yo por lo menos en mi asamblea voy a apoyar a las mujeres, y voy a proponer que se integre una mujer, porque tampoco podemos hacer menos a una mujer y decir, porque tal mujer tuvo un error y de ahí los hombres se agarran y dicen que las mujeres hacen mal.
Considero que en autonomía también se tiene que trabajar esto, la forma de cómo dialogar un hombre y una mujer en el Concejo Mayor. De cómo entablar e hilar esas ideas y que se tome en cuenta también la idea y la propuesta de la mujer, pero que en verdad se plantee, que no nada más se diga de palabras.
En ocasiones desvaloran la participación de la mujer, desvaloran la propuesta de la mujer. Y entonces es cuando decimos que la mujer es más inteligente; cuando la mujer se levantó en armas; cuando la mujer dio la cara por la comunidad; y que ahora se vive otra realidad al interior.
[Lo anterior] no es por todos los compañeros, son por algunos que aún tienen la idea de ese machismo y de esa idea que luego dicen que aquí no debe de haber equidad: ‘aquí las mujeres nada más sirven para hacer las tortillas, sirven para la casa’.
La mujer es inteligente para otras cosas, no nada más para lo que ellos nos utilizan. En ese sentido, tenemos que ir trabajando más esto de cómo, de qué forma se tiene que dar la equidad de género, pero la equidad de géneros en el sentido de la palabra de que se aplique, no de que nada más se diga.
La integración de nosotras, dialogar sobre los trabajos que se pueden implementar con las demás mujeres. Pero siempre es en la plática de qué es lo mejor [para] tu barrio –porque somos de distintos barrios–. Qué ideas tiene la mujer, qué propuestas tienen, qué es lo que quieren que hagamos como mujer. Y entonces, en esa convivencia en esa plática, ir nosotros proponiéndoles ciertas actividades, ciertas propuestas.
En el momento de que nos integramos a cada una de las actividades, a cada una de las rutinas que se viven a diario, primero es platicar entre las tres y ponernos de acuerdo hasta dónde da nuestro alcance; hasta dónde podemos participar. Es un poco complicado porque yo como mujer rescato algo de cada una de ellas. De la maestra que está jubilada y que tiene mucha más edad que yo, rescato su experiencia de vida, y las propuestas que me pueden servir a mí para poder hacer el trabajo que cada mujer tiene en su barrio. Yo rescato de la mujer que viene de un hogar, qué me puede servir de ella para yo aplicarlo en mi trabajo.
Considero que hemos estado haciendo el trabajo, pero en realidad somos cabezas y mundos diferentes; y a mí me hubiera gustado un poquito más, ser un poquito más activa, un poquito más involucrada. Cada una de las mujeres pertenecemos a un cierto Concejo. Y lo que puedo hacer es rescatar las ideas que me pueden ayudar en mi Concejo; pero en el momento que llegamos a las asambleas cada una de nosotras expresa lo que se realiza en el suyo.
En Cherán siempre se ha dado la migración, desde que yo recuerdo, desde niña. Incluso en mi familia todos son migrantes. Somos nueve hermanos, y de los nueve nada más estamos dos, los más chicos. Mi papá, todos mis hermanos y hermanas están en Estados Unidos; y así como sucede en mi familia, sucede en varias familias. Una buena parte, una gran cantidad de gente de nuestra comunidad, está en Estados Unidos. Y, pues pues todos buscan una mejor vida; todos buscan una alternativa de cómo salir adelante. Pues allá se van quedando, y a veces se llevan hasta a los papás, a los hermanos…
Pero esto es por la situación también de que, como comunidad, antes, cuando se vivía con los partidos, no tenían una alternativa, una propuesta de cómo integrarlos a un trabajo. Y nuestra comunidad da para plantear proyectos de empresas forestales, de algún otro tipo. Pero que nunca lo plantearon así, y que nuestros comuneros, nuestra gente, pues se tuvo que salir para sobrevivir. Y ahorita en la actualidad pues aún permanecen en Estados Unidos. Con esto de la situación que se vive allá creímos que regresarían nuestros paisanos. Pero no, aún permanecen allá.
Las remesas sí son altas, las que entran a la comunidad –y hay varias familias completas que se fueron–. Pero también hay mujeres solas que se han quedado y que han sacado adelante a sus hijos.
Ese es otro problema que recae en la escuela. Recae en el aprendizaje, recae en el desarrollo del niño en la escuela, porque siempre hace falta la paternidad. Siempre hace falta alguien quien esté allí al pendiente como figura paterna, de los hijos.
Esto nos trae problemas en los jóvenes, como el alcoholismo, la drogadicción, que aún persisten en nuestra comunidad. No a un alto porcentaje como cuando vivíamos lo de la delincuencia, que era cuando entraba más drogas, alcohol. Esto puede ser manifestación de la ausencia del papá o por el descuido de nosotros hacia los hijos, por papás que trabajan y que ya regresan por las tardes, por las noches, nada más a casa ver a sus hijos. Y pues los niños están ocupados en ese tipo de distracciones.
Se aplica la estrategia en que la ronda hace el «Operativo Mochila»: visita las escuelas, llega de imprevisto y se aplica. Así se ha estado un poco controlando esta parte. Se han estado dando también pláticas a padres de familia, jóvenes. Se han estado realizando faenas, actividades culturales en las que los jóvenes se involucran para resarcir esta situación que vivimos. No todo en nuestra comunidad es bonito, también tenemos problemas que tenemos que irle dando solución.
Son las mujeres las que se quedan solas. Aunque igual en el momento que ellas tienen la oportunidad de estar con sus esposos, acuden cuando tienen sus documentos. Cuando logran tramitar sus documentos ellas se van para allá, pero sí hay varias. Hay algunas que definitivamente los maridos se olvidaron de ellas, las dejaron y que ellas sobresalen con sus hijos.
Algunas están aquí, en la estructura, en algún espacio de la administración laborando, porque no tienen las condiciones o no tienen la figura de un marido.
Admiro a las mujeres más k’eris, las más grandes, las que te orientan las que te aconsejan. Yo admiro mucho y me siento muy orgullosa de esas mujeres que se levantaron, en ese 15 abril de 2011. Yo las admiro mucho, y yo diría: ‘Esa mujer es la que debería de estar ocupando este lugar; esa mujer es la que merece estar en este lugar’. Porque hizo una labor muy importante en nuestra comunidad’.
Admiro también a esa mujer que en las asambleas, que en el barrio, te alienta, te anima. Te dice: ‘fallaste, pero te tienes que levantar y tienes que hacer las cosas mejor y yo confío en ti como mujer’. Admiro a esa mujer que te aconseja, que te guía por un camino para ir mejorando el trabajo que ahorita tenemos como concejeras.
A partir de que ya se me dio la oportunidad de estar como concejera, me voy con nuevas ideas y me veo [en el futuro] como María Elena participando en la asamblea pero con otra visión de participaciones, de propuestas.
Con una participación en asamblea de decir, ‘a la mujer no la tenemos que desvalorar, tenemos que aplicar la equidad de género, tenemos que darle la oportunidad de expresarse a esa mujer que pertenezca a la siguiente administración porque así lo considero yo’. Y no tenemos que observar sus errores como algo que destruya el proyecto, sino como algo que lo va mejorar para poder hacer las cosas mejor.
Así me veo participando en asamblea: defendiendo a las mujeres, defendiendo sus ideas, defendiendo sus propuestas y aconsejando, sugiriendo… En el momento que se ocupe y en el momento que así lo soliciten; porque somos un poco celosas, y en ocasiones no aceptamos sugerencias o no aceptamos observaciones. Pero yo creo que cuando a mí me proponen, estoy apta para las sugerencias. Estoy apta para modificar mi forma de vida.
Mi vida era diferente. Yo no portaba el rebozo. Mi vestimenta era de otra manera, tuve que acatarme a lo que a lo que la comunidad dijera, a lo que las mujeres dijeron.
Mi vestido era alto, tuve que bajarle al vestido. Mi ropa era escotada; tuve que bajarle al escote. Tuve que taparme, ser más discreta, aislarme de ciertas convivencias en la comunidad, porque como consejera mayor tenía que dar el ejemplo.
Tuve que cambiar ciertas maneras, ciertas cosas de mi persona en la forma que yo tenía cotidianamente de vivir. Y ahora, pues digo: ‘qué bueno que me llegó esta experiencia’. Es una experiencia bonita que me ayudó a ser mejor como persona; me ayudó a recordar y a volver aplicar los usos y costumbres; y recordar que pertenezco a un pueblo originario –un pueblo p’urhépecha– y que tendría que vivir desde ahí. Sentirme orgullosa, sentir esa sangre que llevamos, y de decir, ‘soy una mujer indígena y como tal me tengo que comportar’.
Me siento orgullosa y agradezco a las mujeres que en ese momento confiaron en mí. Confiaron en que tenemos errores pero de los errores aprendemos y me llevo un bonito aprendizaje.
La libertad significa que podemos expresarnos, podemos decir lo que siente cada persona, pero sin rebasar lo que tenemos en nuestra comunidad. En nuestra comunidad tenemos reglas, y en usos y costumbres también tenemos. Nos dieron la libertad para expresarnos, para manifestarnos; no para aprovechar y hacer otras cosas.
Nosotros como Concejo Mayor tenemos ciertas libertades, pero también así tenemos obligaciones, responsabilidades, y en ese sentido tenemos la libertad de realizar ciertas cosas a nivel estatal, ante la federación, pero antes de eso tenemos que llegar a informar a la asamblea. Yo así considero la libertad: desde el momento en que tuvimos voz para manifestarnos ante las dependencias del Estado, de expresar nuestras inconformidades, de decirle a los partidos ‘hasta aquí’, ya basta, ya no queremos división, ya no queremos que nos ofrezcan una despensa para poder votar por un color u otro color, entonces a partir de ahí, como Concejo Mayor, tenemos libertades pero siempre y cuando respetemos lo que encomiende la asamblea, lo que proponga la asamblea. Así lo considero yo.
El fuego es algo que nos dio calor en ese momento; algo que nos ayudó a concentrarnos, a vernos como todos iguales. No hay diferencia, en el sentido de que tú perteneces a tal familia y yo pertenezco a una familia de bajos recursos; o tú vives en otra situación económica; o yo no comparto contigo las ideas o no salgo a la fogata a convivir a dialogar. Sino que ese fuego nos hizo abrazarnos, darnos ese calor, esa fuerza que se ocupaba en ese momento.
Resistencia es aguantar lo que se vivía en ese momento. No perder la confianza; como mujer, tener la confianza de que, de esto, se esperaba algo bueno y que teníamos que aguantar. Teníamos que vivir encerrados en nuestra comunidad por varios meses, por varias semanas, pero que de esto esperamos algo bueno. El vivir con tranquilidad, el caminar sin temor, el tener una nueva forma de organizarnos y de gobernarnos que sería una alternativa para estar mejor como comunidad.
La comunidad para mí significa vivir en unidad, trabajar en colectivo, acercarnos más, tener un acercamiento más como estructura, como Concejo Mayor. Acercarnos más a nuestros comuneros a nuestras comuneras.
En otros municipios, considero que hay una separación entre la comunidad y entre quien funge como presidente municipal. En este caso, nosotros tenemos más acercamiento. Podemos ser portavoces de las propuestas de la comunidad, de los comuneros; y si no tuviéramos esta forma de gobierno no nos escucharíamos, cada quien haría lo que quisiera. Si tuviéramos un presidente, él decidiría solo lo que quisiera proponer a la comunidad, lo que quisiera trabajar para la comunidad. Pero en este caso, estando el Concejo Mayor, se tiene un acercamiento, y entonces podemos escuchar estas propuestas y llevarlas a las dependencias donde tengamos que hacer esto.
La comunidad para mí significa vivir en unidad, trabajar en colectivo. Acercarnos más, tener un acercamiento más como estructura, como Concejo Mayor, acercarnos más a nuestros comuneros a nuestras comuneras.
En otros municipios, considero que hay una separación entre la comunidad y entre quien funge como presidente municipal.
Nosotros tenemos más acercamiento. Podemos ser portavoces de las propuestas de la comunidad, de los comuneros, y si no tuviéramos esta forma de gobierno no nos escucharíamos. Cada quien haría lo que quisiera, si tuviéramos un presidente, él decidiría solo lo que quisiera proponer a la comunidad, lo que quisiera trabajar para la comunidad, pero en este caso, estando el Concejo Mayor, se tiene un acercamiento y entonces podemos escuchar estas propuestas y llevarlas a las dependencias donde tengamos que hacer esto.
En las mujeres de fuego algo que prende, algo que mueve algo que da valor, algo que le da ánimo: esa mujer que se expresa. Esa mujer que grita y que dice ya basta.
Y que ese valor, ese fuego que hay en esa mujer, es ese valor que saca desde adentro y que dice: ‘ya basta a lo que vivimos, estoy cansada de vivir con la inseguridad, estoy cansada de vivir con el miedo, estoy cansada de que en algún momento se apoderen de mí y que hagan con mi persona lo que ellos decidan’. No lo permitiré. Saldré avante a esto y daré la fuerza a ese hombre que, tal vez, en ese momento se mostraba cobarde; y que con esa fuerza y ese coraje y ese valor se logra.
Siempre, las mujeres van por delante; porque las mujeres parece ser que tenemos más valor que los hombres. Y cuando acudíamos al gobierno estatal, en las marchas, en las negociaciones, las mujeres iban por delante. En los años de vida que tengo, considero que la mujer es muy valiente de enfrentar cualquier tipo de situación. Tan es valiente que el dolor que vive al dar a luz, que es un dolor muy fuerte. En las pláticas que a veces tenemos con los hombres, ellos reconoce: ‘yo no aguantaría ese dolor’. Y que al dar luz a un hijo, una mujer tiene el valor de resistir ese gran dolor. Yo nada más considero que el fuego de esa mujer es valentía, valor, es exigir y reclamar lo que le pertenece.
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Fotógrafo y periodista independiente residente en México con conexiones en Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Cuba, Brasil, Haití y Estados Unidos.
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