20 noviembre, 2019
Colectivos de personas que buscan a sus familiares en Tamaulipas luchan contra la indiferencia o complicidad gubernamental y los ataques de grupos criminales. Estos son los testimonios de buscadoras en una entidad a merced del crimen desde hace una década
Texto y foto: Tercero Díaz
CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.– “Méndigas perras, ¿qué están haciendo aquí?, ustedes lárguense a su casa, váyanse a lavar trastes”. Laberna* repite las amenazas que sufren ella y su colectivo de familiares de víctimas de desaparición por parte de los policías ministeriales en el estado, cada que realizan un hallazgo de osamentas y víctimas en la entidad.
Su colectivo se integra por más de 70 personas de Tamaulipas, Jalisco, San Luis Potosí, Oaxaca, Puebla; también personas provenientes de Centroamérica y Estados Unidos. Son familias que tienen conocimiento de la desaparición de su familiar en tierras tamaulipecas se han unido a su agrupación que opera desde el 2013.
“Da risa y vergüenza que digan eso… tal vez para ellos, para la autoridad, es la primera búsqueda pero para las familias no”, comenta ahora, con respecto a las notas informativas de meses atrás, donde algunos medios de comunicación dieron a conocer una primera búsqueda en campo con la participación de la Secretaría de Defensa Nacional en colaboración con el Consulado de Estados Unidos en México.
“Toca mis manos, toca cómo las tengo llenas de callos. ¿Estos callos sabes de qué son? Son de la pala y el pico… estos callos son de rascar la tierra, son de sacar piedras, estos callos no me los hice acostada en mi cama. Entonces, para ellos fue la primera búsqueda, para las familias no. Yo he participado en todos estos años en más de 80 búsquedas en campo en Tamaulipas”, agrega.
Originaria de Ciudad Victoria, Laberna fue alcanzada por la violencia en el país el 6 de abril del 2011, cuando secuestraron a su hijo de quien también prefiere omitir el nombre, pero dice que era un joven atleta campeón nacional de box peso pluma.
“Un muchacho con mucho futuro por delante. Soñador, con ganas de salir adelante y sobre todo muy protector y cariñoso con su familia. Yo estuve buscándolo inmediatamente, puse la denuncia, pero en Tamaulipas en el 2011 existía una impunidad completa, donde la persona que iba y denunciaba era hostigada, maltratada, humillada, incluso hasta amenazada por las mismas autoridades”, cuenta la madre.
“Le gustaba mucho ver películas de caricaturas, Bambi, El Rey León; de hecho todavía en la casa existen esas películas, su recámara sigue conservada, su ropa sigue colgada intacta. Mantengo todo, todo, todo… a pesar de que es una tortura”agrega.
Luego habla de la indiferencia de las autoridades: “La autoridad es muy fría, la autoridad no tiene sentimientos. Fui con el jefe y lo peor que me pasó ahí fue que él me dijera: ‘yo no tengo camioneta y no tengo gasolina, usted deme su camioneta propia y me da dinero para la gasolina y yo me voy a buscar a su hijo… si es que a usted le interesa que aparezca’”.
La violencia sistemática de las autoridades locales y federales consiste una y otra vez en amedrentar y obstaculizar, según los registros de diversos colectivos en todo el país.
La primera vez que le cobraron un rescate por su hijo, Laberna recibió amenazas contra su hija en caso de ir con la policía.
“Inmediatamente comencé a vender, empeñar ahora sí que hipotecar mi casa. Todo lo que podía, para mí el tiempo era algo indispensable, porque lo que quería yo era reunir la cantidad que ellos me pedían. Y si no por lo menos juntar lo que yo podía”, dice.
No le regresaron a su hijo. A los dos meses le volvieron a pedir dinero. Laberna pidió una prueba de vida y ahí estaba el peso pluma al teléfono.
“Sí, él seguía vivo, yo hablé con él. Estoy segura, era mi hijo. Cuando me lo pasaron hablaban muchos hombres, gritaban majaderías, groserías y uno le decía a otro ‘¡tráeme a ese cabrón!’, lo llevaron hasta al teléfono y le dijeron ‘¡habla con tu mamá, ahí está tu chingada madre!’. Mi hijo me habló, sus palabras las recuerdo muy bien: ‘hey, ma, ya no pagues nada, yo algún día voy a regresar, te amo. Cuídate y cuida a mi hermana’”.
“Busqué a mi hijo, por muchas brechas, anduve abriendo fosas con lo que yo podía, con mis recursos porque al ver la negatividad de las autoridades yo me envolví ahora sí que con mis propias fuerzas y en mi propia lucha».
Como es común, Laberna inició sus propios procesos de investigación y búsqueda para la localización de su hijo y de más familiares que se le habían unido en el camino en su lucha. Trató con gente de «la maña» y se puso en riesgo a ella misma ante la impotencia de una falta de Estado de Derecho.
“Anduve en prostíbulos, anduve en cantinas, anduve en los centros de readaptación social, entrevistándome por mi propia cuenta con los delincuentes más pesados y peligrosos, con los más malos en el estado de Tamaulipas, que omito sus nombres por no señalarlos directamente. Gracias a ellos obtuve muchos lugares donde estaban cuerpos sepultados, y me di a la tarea de buscar y avisaba a las autoridades dónde había cuerpos y ellos acudían después de que los encontraba”.
A consecuencia de la búsqueda, Laberna y su familia han sufrido graves atentados. Ella fue secuestrada; le robaron su vehículo y la golpearon hasta darla por muerta. La abandonaron en un barranco en una carretera cercana a su municipio de donde es originaria.
“Fueron hasta la casa de mi hija. Cuando ella iba saliendo se acercaron unos hombres, la subieron al carro y se la llevaron. Dice mi hija que hablaban en claves ministeriales. Se la llevan, la tienen en un motel, la golpean… toda la noche… Al otro día en la mañana mi hija no contesta y cuando voy a su casa llegan con ella, me la avientan y me dicen: ‘ahí está tu hija y bájale porque si no seguimos contigo’. Iban vestidos de civil, no los pude ver porque me apuntaban con un arma. Me golpearon en el estómago a tal grado de sacarme el aire, caí desvanecida”.
En las búsquedas, Laberna lo ha visto todo: fosas, cuerpos, restos, osamentas. Lleva casi una década de trabajar en campo, de búsqueda en vida y post mortem, búsquedas que los medios de comunicación no han dado a conocer.
«La prensa en nuestro estado tiene una firme y estrecha relación con el gobierno, con eso te digo todo. Nosotros no podemos confiar en la prensa y nunca vamos a confiar en ella”, comenta la buscadora.
Porque historias como la de la cocina de San Fernando, Tamaulipas, no se publican
“Tenían muchos cuerpos desmembrados y los estaban cocinando en tambos. Todavía estaba encendida la lumbre, estaban algunas cabezas sangrando con los ojos abiertos cuando nosotras llegamos. Íbamos cuatro personas, tres mujeres y un hombre. Estando ahí solas pedimos los refuerzos, afortunadamente sí había señal y llegaron los soldados; cuando llegan los soldados los delincuentes les disparaban y viceversa”, narra.
“Nosotras estábamos enmedio. Tuvimos que tirarnos al suelo, escuchábamos las balas cómo pasaban cerca de nuestras cabezas, cerca de nuestros oídos, eso es horrible. No piensas en otra cosa más que encontrar a tu familiar, no piensas en el miedo… El miedo te lo tragas, el miedo lo escondes lo dejas en tu casa, tú lo que quieres es encontrar a un ser querido”.
Laberna y las buscadoras dieron con «la cocina» gracias a información de un miembro de la delincuencia organizada. Dice que vio al menos ocho cuerpos desmembrados. Y otros estaban siendo desintegrados.
“Era a campo abierto, únicamente había unas lonas que pasaban de árbol a árbol y esas lonas cubrían las fechorías que ellos hacían. Te puedo decir que eso hervía y olía espantoso, olía no sé… algo que te arde en la nariz. No te puedo decir qué liquido era, qué solución era, pero ardían la nariz, los ojos y veíamos restos humanos tirados en el suelo, en la tierra».
La mujer agrega que antes sólo se ocupaban de buscar y localizar, sin embargo, han aprendido a darle seguimiento a los hallazgos y exigir la cadena de custodia hasta que las víctimas sean identificadas y devueltas a sus familias.
Ante el dolor que representa la desaparición de su hijo, Laberna destaca que todos estos años de lucha han dado fruto. Las familias han ido poco a poco organizándose, rompiendo el silencio, denunciado y buscando hasta localizar víctimas. Son al menos 12 colectivos fuertes y organizados en el estado, a pesar de la falta de empatía de los gobiernos.
“El actual gobernador Francisco Cabeza de Vaca no nos recibe, nunca nos ha recibido. Únicamente en campaña prometió recibirnos a las víctimas y hasta ahorita no nos recibe.
“El anterior gobernador parecía que era una persona que nos iba a brindar apoyo, pero todo se quedó en falsas esperanzas. Las víctimas hemos creído, hemos aportado nuestro voto para los partidos políticos, para los gobernadores actuales, para los anteriores también, con la fe y esperanza de que algo va cambiar, de que nos van hacer caso, que harán algo por nosotras, y es totalmente falso”, lamenta.
Laberna no responde sobre su edad, su ocupación o nombre real. Es selectiva con lo que dice frente la grabadora de audio en el lobby de un hotel a oscuras y vacío donde es entrevistada.
“Soy una mujer que perdí mi matrimonio por buscar a mi hijo, que perdí mi trabajo por buscar a mi hijo, perdí la unidad de mi familia porque tuve que sacar a mi hija de mi casa para resguardarla. Mi familia, mi padre, mis hermanos, mis hermanas se sintieron muy molestos porque a consecuencia de que yo seguía buscando a mi hijo y me aferré a esto, me metí muy de lleno a la idea de encontrar personas desaparecidas, y las amenazas siguieron y a consecuencia de esto se llevaron a uno de mis hermanos. Él sigue desaparecido”, cuenta.
“Un 90 por ciento de mis amistades y familia se alejaron de mí, unos por temor, otros por creer que yo estoy obsesionada. Algunos me dijeron que estaba obsesionada y que dejara ya de buscar a mi hijo, que ya habían pasado suficientes años. No se puede dejar de buscar a un hijo. Te roban una parte de tu corazón”.
Su esposo, quien no es el padre biológico de su hijo desaparecido, optó por marcharse.
“Habló francamente conmigo y me dijo: ‘yo no puedo con esto, no soporto esta situación, ya no hay almuerzos, ya no hay una tarde al cine, ya no hay una película juntos, si no estás llorando estás obsesionada, si no quieres irte a buscar. Te vas y te metes a los lugares más asquerosos y eso no es para mí, esto no es lo mío yo mejor te dejo, vive tu vida, sigue buscando a tu hijo y te deseo suerte’”.
Laberna y su colectivo no se dan por vencidos. Espera que las familias se sigan organizando y alcen la voz.
“Los tamaulipecos somos personas muy firmes, somos personas con muchos valores, y también hoy que las víctimas nos hemos encontrado en nuestra lucha hemos decidido seguir la búsqueda. No va haber autoridad que nos calle, no habrá ningún representante que nos diga que ya no busquemos, nosotros vamos a seguir buscando con o sin las autoridades.
Hace un llamado a que si las autoridades no les dan respuesta, a las familias, sean ellas quienes se aproximen a líderes de colectivos para brindarles ayuda.
«A las personas que estamos en búsqueda en campo desde años, las personas que salimos a otros estados que salimos a los semefos, que nos pasamos días enteros revisando los catálogos de las personas que se encuentran en los semefos, no tenemos descanso, acérquense a nosotras”.
«Si las personas familiares de víctimas que sigan con sus hijos desaparecidos tienen la sospecha que su hijo desapareció en Tamaulipas, búsquenlo, no tengan el más mínimo temor de enfrentarse, un pueblo callado jamás va ser escuchado”.
* Por cuestiones de seguridad algunos nombres de personas y colectivos fueron modificados o se omiten en este artículo.
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