El 68 detonó el surgimiento de otros movimientos sociales y políticos que impactaron en todos los ámbitos. Lo conocido en el terreno de la sexualidad y las relaciones entre géneros también se transformó. Esto influyó en las narrativas del amor y la sexualidad
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Este 28 de septiembre de 2019, México se cimbró con dos acontecimientos: la Marea Verde inundaba calles y plazas públicas del país. Miles de mujeres salían a defender la interrupción legal del embarazo y exigían que el logro de la Ciudad de México y de Oaxaca, se extendiera por toda la República.
El mismo día, se anunciaba la muerte de José José: rápidamente cientos de fanáticos se arremolinaban en el parque “La China”, en la colonia Clavería de la alcaldía Azcapotzalco, para rendir tributo a uno de los intérpretes más populares de la música mexicana.
Estos dos eventos, aparentemente inconexos, tienen un punto de encuentro: ingresan a la historia contemporánea como dos momentos que marcarán un antes y un después en la cultura sexual y sentimental de México.
¿Qué ha sucedido en los últimos 50 años para que hoy en México se hable abiertamente de temas antes impensables?
A mediados del siglo XX, transitábamos de un México autoritario, a una sociedad donde las mujeres y las personas jóvenes tenían mayor protagonismo. Sin duda, el Movimiento Estudiantil de 1968 ejerció una poderosa influencia en las décadas posteriores, no sólo en el terreno social y político: también en las manifestaciones culturales y la vida cotidiana. Comienza a hablarse con mayor apertura del sexo prematrimonial, la píldora anticonceptiva y la emancipación femenina.
El siglo XX fue conocido como: “La centuria de la sexualidad”, inaugurando toda una época con los hallazgos de Freud sobre de la poderosa influencia del deseo y la sexualidad en nuestras vidas.
Es en los años 50, los estudios de Alfred Kinsey revolucionarían por completo lo que sabíamos de la sexualidad, con la publicación de dos volúmenes que sistematizaron diversas aristas de la sexualidad humana.
Entre sus hallazgos hay un dato revelador: la heterosexualidad no es el centro del universo. Hay una gama diversa y amplia: que va de la homosexualidad a la heterosexualidad y, en medio, un amplio espectro de tonos. Se develaba por primera vez la bisexualidad como una opción sexual.
Posteriormente Masters y Johnson llevarían más lejos la investigación científica, mostrando las fases de la respuesta sexual humana.
Fueron los tiempos de la invención de la píldora anticonceptiva -memorable aporte mexicano al mundo- creada en la década de los 50 por George Rosenkrantz, Carl Djerassi y el químico mexicano Luis Miramontes.
Estos grandes hitos trazan una línea de tiempo que encuentra en calles y plazas públicas a los movimientos feminista y LGBT. Se colocan por primera vez en la agenda pública, temas como la maternidad voluntaria y la orientación sexual.
Luego del 2 de octubre del 68, surgieron múltiples movimientos sociales y guerrilleros. Más tarde, ya en la década de los 80, vendría una efervescencia ciudadana a partir de los sismos del 85. Surgen varias organizaciones feministas con una agenda muy clara: la defensa de los derechos sexuales y reproductivos.
Para los años 90 se habría consolidado el movimiento feminista y el LGBT, y un nuevo actor incursiona en la escena pública: el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, lo que cambia nuevamente la configuración social, política y cultural de México. En el ámbito de los derechos y la equidad, surge el enorme aporte de la Ley Revolucionaria de Mujeres como producto de este movimiento social.
Es en este escenario multicultural y diverso que la sociedad mexicana seguiría un camino de transformación en los temas de la agenda pública: aparecen temas como sexo seguro y protegido, la interrupción del embarazo y el amplio espectro de los derechos sexuales y reproductivos. Comienza a cuestionarse la forma en la que hasta entonces se entendían las prácticas amorosas y sexuales.
En los noventa, las Conferencias de Población en el Cairo (1994) y la Conferencia Mundial de la Mujer en Beijing (1995) marcarían la agenda de décadas posteriores al colocar temas como la violencia de género, la mortalidad materna, el acceso universal a métodos anticonceptivos y los derechos sexuales de las personas jóvenes, entre otros temas.
Lo que habíamos conocido hasta entonces en el terreno de la sexualidad y las relaciones entre los géneros, comenzaba a transformarse. Esto influyó por supuesto en las narrativas del amor y la sexualidad. Arribaríamos al siglo veintiuno con discursos híbridos.
Volviendo a la cultura pop y a nuestra educación sexual/sentimental, el escritor Sergio Almazán escribe a propósito de la muerte del “Príncipe de la canción”: “José José es representante de una generación prófuga del sentimiento bravío -que cambió el tequila por el ron y el whisky-, para curarse el mal de amores en grupo y sin culpa por su debilidad. Si Pedro Infante estableció las leyes del querer, con José José se cambió el canon con temas como: “Pero lo dudo”. Se hablaba entonces de separación, deseo y duda. El amor, para entonces, adquiere una configuración cambiante y variopinta.
No hay que olvidar: el pueblo mexicano es profundamente guadalupano pero en un Estado laico en el que se despenalizó la interrupción del embarazo en la Ciudad de México hace 12 años.
Los derechos sexuales y reproductivos tienen cabida en una sociedad en constante movimiento. Una sociedad diversa, cada vez más clara de sus alcances y posibilidades. Celebremos estos últimos cincuenta años de cultura pop, derechos y libertades.
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Guionista, reportera, radialista. Cubre temas culturales, sexualidad, salud, género y memoria histórica. En sus ratos libres explora el mundo gastronómico y literario. Cofundadora de Periodistas de a Pie.
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