La disputa por la Ciudad Perdida de Tacubaya

29 septiembre, 2019

En un lugar privilegiado de Tacubaya hay una ciudad perdida en la mira de las inmobiliarias, pero también del gobierno con un plan de vivienda social, aunque le falta el diagnóstico. Los vecinos viven con miedo a perderlo todo

Texto y fotos: Arturo Contreras Camero

La ciudad perdida de Tacubaya pareciera funcionar en una dinámica inversa al resto de la ciudad. En vez de formar parte de los cinturones de pobreza que abrazan a la Ciudad de México, pareciera que aquí el desarrollo inmobiliario se apropió del resto de la colonia y solo espera tomar el control de este enredado predio para cambiarle la cara a la colonia.

En los últimos años esta vecindad apareció en la mira de los constructores inmobiliarios. El terreno de 5 mil metros cuadrados, que alberga a unas 300 familias, está en una zona estratégica de la ciudad. Está bien comunicada y cuenta con servicios suficientes. Su población, empobrecida y sin certeza de propiedad, ha sido asediada con la intención de ser desplazada y que en lugar de sus improvisadas casas se construyan departamentos de lujo.

De alguna manera, la ciudad perdida de Tacubaya engloba los problemas de desarrollo de la ciudad, mismos que la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, prometió resolver: gentrificación, construcciones que desplazan a los pobladores originales, permisos de obra chuecos.

Incluso, desde el inicio de su administración prometió dar solución a los problemas de este asentamiento irregular que fue ocupado hace más de 100 años. Sin embargo, los habitantes ven pocos avances al respecto.

Especialistas en el tema de vivienda y desarrollo urbano, creen que la estrategia de desarrollo que empieza a dibujar la administración de Sheinbaum Pardo, podría caer en los mismos errores que las políticas anteriores, haciendo cualquier rescate a esta ciudad perdida, futil.

Una promesa de hace tiempo

“Por aquí habían muchos terrenos así abandonados, o con casas cayéndose, pero ahora hay departamentos por todos lados”.

Habla el señor Juan, habitante de toda la vida de esta «C-P», como le llama a la ciudad perdida. Hace unos años, con promesas de regularización, en esta zona se empezaron a construir edificios como departamentos de interés social, pero a la mera hora los vendían más caro y con mejores acabados.

“Pues algunos que están más acomodados sí los pueden comprar, pero nosotros, los más jodidos, cómo le vamos a hacer para comprar un departamento de un millón”, se queja el señor Juan, de mirada osca y adusta. Después, de su corpulento pecho salen unas carcajadas, como si lo que acaba de decir rayara en lo absurdo.

Tanto la alcaldía como el gobierno de la ciudad de esta administración llegaron con promesas de desarrollo incluyente. Los dichos, suenan a cuentos que ya ha escuchado don Juan. Su temor, es que las viviendas que tendrían que ser para ellos, acaben en manos más acaudaladas y ellos terminen en Tizayuca u otras entidades periféricas a la capital.

“Yo soy de aquí. sabemos que aquí estamos en un sitio a toda madre. Podemos movernos pa’donde quiéramos ¿Te imaginas que nos mandan al pinche pueblo? neah, nadie quiere eso”. 

La ciudad perdida de Tacubaya, entre las calles de Mártires de Tacubaya y Héroes de la Intervención, es casi imperceptible para alguien que pase por aquí sin saber de su existencia. Sus laberintos de paredes de lámina y cartón no se ven desde la calle por unas puertas que parecieran la entrada a una casa normal.

Adentro, casitas comunicadas por callejones de menos de un metro de ancho se amontonan entre sí. Las puertas están abiertas y la gente platica de pórtico a pórtico mientras uno que otro niño juega en los pocos claros de luz que dejan sus callejones.

Hasta hace unas décadas, no muchos constructores lanzaban su mirada a esta zona, por sus altos índices de violencia. Hoy, sus habitantes aseguran que es igual de insegura que otros rincones de la urbe. 

Hoy, la historia es diferente. El terreno de la ciudad perdida está en una zona altamente comunicada. A pocas cuadras tiene el Circuito Interior, Periférico y Viaducto. A una cuadras una estación de metro en la que se conectan tres líneas del sistema. Por si fuera poco, en la colonia hay escuelas, mercados, comercios, parques y hasta bibliotecas.

“Estamos aquí porque nos hemos aguantado a toda la bola de ojetes que nos quieren sacar. Por eso es que no nos han logrado quitar”, dice Juan sereno, con una voz profunda y ronca. 

Más edificios para todos

Desde que tomó posesión del cargo como jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum aseguró que se encargaría de dos cosas: del desarrollo inmobiliario corrupto y del desplazamiento de la población pobre y céntrica de la ciudad a sus periferias. 

En su primer informe de gobierno, publicado hace una semana y media, asegura que en su gobierno se impulsa “un modelo de desarrollo urbano integral sustentado en el derecho a la vivienda”. Su fin es conseguir una regeneración urbana y de vivienda que sea incluyente, es decir, que no solo sea para los sectores más acaudaladsos. 

Parte importante del plan de de regeneración urbana del gobierno pasa por la redensificación de la ciudad. Uno de sus acciones estrella es la creación de 10 corredores de vivienda en zonas céntricas de la ciudad.

La idea, es que se fomente, mediante estímulos fiscales y administrativos, la creación de edificios de departamentos en zonas con muchos servicios urbanos. Para evitar que estos proyectos desplacen a la población de bajos recursos, estos nuevos edificios deberán contemplar que el 70 por ciento de las viviendas que se construyan, tendrán que ser de interés social. 

Entre las zonas en donde se pretende construir estos corredores, está, por supuesto, Tacubaya, en el polígono de la ciudad perdida. 

Este tipo de programas, llama la atención de organizaciones sociales que defienden el derecho a la ciudad, porque a pesar de que suenan como una buena promesa, se pueden tergiversar fácilmente y usarse solo con fines lucrativos, por parte de las constructoras. 

“Es interesante la propuesta”, asegura María Silvia Emanuelli, directora para latinoamérica de la Coalición Internacional del Hábitat, una organización que promueve la vivienda asequible a nivel internacional.

“El esfuerzo de que el sector inmobiliario se haga cargo de la vivienda social y deje de enriquecerse sin devolver nada es muy bueno. Lo preocupante es que este programa tiene muchas similitudes con las normas 30 y 31. Incluso, el autor es el mismo”.

Dichas normas, promovidas durante el gobierno de Marcelo Ebrard y continuadas por Miguel Ángel Mancera daban facilidades a constructores para construir vivienda social. Cuando las construcciones estaban casi listas, las empresas constructoras las abandonaban, por bancarrota o alguna otra eventualidad. Meses después, otra empresa (probablemente de los mismos dueños que la primera), compraba el edificio y lo terminaba con acabados de lujo y sin una pizca de vivienda social. 

Su artífice, fue el arquitecto Pablo Benlliure, quien fue asesor en políticas inmobiliarias para el propio Mancera y que hoy trabaja en la Secretaría de Desarrollo Urbano y de Vivienda como director general de Planeación de Desarrollo y Ordenamiento Territorial.

María Silvia Emanuelli cree que este plan pueda centrarse solo en acuerdos con el sector inmobiliario, y que se hagan a un lado los acercamientos con colectivos vecinales y organizaciones sociales de base que tienen demandas históricas de vivienda, pues serían los principales defraudados. 

La prisa por reactivar la construcción 

El plan de los corredores de vivienda llegó hace un mes, a mediados de octubre. Justo cuando las críticas por que uno de los principales sectores que sostienen la economía de la ciudad se había detenido: el sector de la construcción.

El desaceleramiento económico de la capital respondía a una cuestión:

Desde sus primeros días, la administración de Sheinbaum Pardo empezó a detener la corrupción inmobiliaria echando abajo permisos y suspendiendo obras que no tuvieran un sustento legal comprobable. 

La acción, fue reconocida por muchos sectores como una medida aplaudible.

“A mí me pareció muy correcto detener la forma de entregar licencias de la administración anterior y que se haya iniciado una revisión de los polígonos de actuación. Me parece que es muy correcto el hecho de empezar con sanciones, Incluso, ya hay órdenes de aprehensión para el antiguo subsecretario de desarrollo urbano y para el secretario de obras de reconstrucción”, reconoce Josefina Macgregor, directora de Suma Urbana, una organización que licha contra al corrupción en el sector inmobiliario. 

Ante las acciones, muchas empresas inmobiliarias pararon sus trabajos, deteniendo, poco a poco, una importante parte de la economía capitalina.

Especialistas creen que eso detonó la premura por lanzar el plan de los corredores urbanos de vivienda. Incluso, el día que los presentó, la jefa de gobierno aseguró: “La ciudad necesita de las empresas inmobiliarias, como las empresas inmobiliarias necesitan de la ciudad”. Al evento asistió la crema y nata de la construcción en la ciudad. 

De acuerdo con Josefina Macgregor, el programa de los corredores está incompleto, pues carece de un diagnóstico de vivienda y uso y explotación de suelo en la ciudad que permita desarrollar un plan de desarrollo urbano pertinente y certero. 

“Carecer de un marco de planeación fue lo que derivó en la crisis que tenemos actualmente. Para definir corredores se necesita de la ley de planeación y de ordenamiento territorial que se deben desprender de un análisis. Pero no, el crecimiento que tuvimos fue tan desordenado que ni siquiera se tiene un análisis de lo que hay en la ciudad. Empezar a construir cosas sin conocer los problemas de hoy, te va a llevar a cometer muchos de los errores de ayer” asegura. 

El análisis pertinente debería incluirse en un paquete legislativo que el congreso debió haber aprobado hace un par de meses, pero que hoy apenas empieza a dibujarse en el congreso local. En él se incluye la Ley de planeación sostenible de la Ciudad, la Ley de desarrollo urbano y la Ley orgánica del instituto de planeación urbana.

Sin esas leyes, no existe un marco que te diga cómo se debe empezar a hacer esa regeneración urbana de la ciudad de la que habla la jefa de gobierno, por lo que muchas de las acciones que se tomen sin ellas, corren el riesgo de repetir errores de administraciones anteriores y profundizar los problemas de encarecimiento de suelo urbano. 

Miedo de perder la Ciudad Perdida

En las calles que rodean la ciudad perdida de Tacubaya, la gente sale a platicar y a convivir con sus vecinos. En frente de una de las casas, una grupo de habitantes de la vecindad, como llaman al asentamiento, platican entre ellos. Piden no ser nombrados por miedo a represalias, pues al interior de la comunidad hay muchas envidias y enconos. 

“Nosotros tenemos las casas así, porque vivimos con el miedo de que un día llegue el gobierno o alguien más a decirnos que tenemos que irnos”, dice una de las mujeres del grupo.

Suena raro, pues la ciudad perdida de Tacubaya existe desde hace, al menos 90 años. Ninguno de sus habitantes recuerdan cuándo se fundó o cómo. Ni siquiera los más viejos saben. “Yo he vivido aquí mis 70 años”, dice otra señora del grupo. “Mi mamá nació aquí y mi bisabuela murió en esta misma casa, imagínate nada más cuánto tiempo debemos tener”. 

Este grupo de vecinos, como el resto de la gente que vive aquí, ya está cansada de propuestas de rescate y de vivienda asequible. A pesar de que en estos meses ha venido gente del Instituto de Vivienda a hacerles censos y de que científicos del politécnico han realizado estudios de mecánica de suelos a nombre del gobierno, los habitantes no creen que las casas que se vayan a construir vayan a ser para ellos. 

Durante la plática, uno de los señores, el que tiene 70 años, apunta hacia la esquina a lo lejos, se ve un edifico blanco, recién construido. Hasta arriba, en la mera esquina, dice Invi. “Ahí están sus rescates, todos vacíos”. 

Otros de los que vecinos, uno joven, complementa la idea. “Aquí existen muchos intermediarios, como tu bien sabes, cada quien puede sacar su tajada, entonces no hay una cabeza grande con quien alguien pueda llegar a un arreglo con toda la comunidad, por eso es fácil que unos acepten que se construyan esos edificios”

“No está habitado”, continúa. “Se los están dando muy caro. Se supone que ahí les iban a dar vivienda, pero no los han habitado, porque a la gente no le alcanza”. 

Una señora más añade: “Esos son el tipo de edificios que nos quieren hacer, pero a la mera hora no los vamos a poder comprar y nos van a mandar a sabe dónde. Eso mismo pasó con la administración del Demetrio Sodi. Él nos quería sacar. Nos quería poner aquí en la calle en campamentos y mientras construir en la vecindad. Imagínate que nos salimos y no construye nada. O que hubiera construido y le habría vendido a otras personas, nos hubiera sacado”. 

Esa ha sido la historia de toda la vida en este asentamiento. Josefina Macgregor también es incrédula del programa que tiene el gobierno de Sheinbaum para “rescatar” a estas personas. 

“No conozco el proyecto (porque no se ha dado a conocer a profundidad), pero la versión anterior de los SAC era esa. Lo que pasó en las Granadas, o en Santa Fé. El gobierno nunca ha querido recuperar las zonas a favor de la gente. El proyecto no está, no lo conozco, parece que no hay un acuerdo interno de cómo seguir. El que se tenía era de un desalojo total, Un desplazamiento causado por la explotación de suelo”.

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Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.

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