Texto y Fotos: Ximena Natera Cruz
En un país que acumula efemérides del horror, este 28 de agosto se cumplen 10 años de la desaparición de los dos hijos más jóvenes de María Herrera. La madre, quien se ha convertido en un emblema de la desaparición forzada en México, dijo estar a favor del perdón a cambio de que se conozca la verdad y se regrese a “cada uno de los que nos faltan en casa”.
A una década de la desaparición dos de sus hijos, María Herrera, quien se ha convertido en un referente contra la desaparición forzada y la memoria en México, dijo que ella está dispuesta a dar el perdón.
“Los que ya perdimos seguiremos con nuestro dolor que nunca se va a acabar pero el nuevo gobierno tiene que trabajar para asegurar que esto no vuelva a pasar”. Eso, dijo Doña Mari –como las personas la llaman–, será la única satisfacción.
Este 28 de agosto se cumple una década de la desaparición de Raúl y Jesús Salvador Trujillo Herrera en Atoyac de Álvarez, Guerrero. En aquel momento, tenían 19 y 24 años, respectivamente, y se perdió su rastro mientras recorrían el estado por trabajo –ya que la familia se dedicaba a la compra y venta de pedacería de oro–.
Dos años después, el 22 de septiembre de 2010, policías municipales desaparecieron a otros dos hijos de María: Luis Armando (25 años) y Gustavo (28 años), junto con otros dos familiares más.
Para conmemorar la memoria de los jóvenes desaparecidos y honrar el trabajo de María Herrera en la búsqueda de desaparecidos, el centro de Derechos Humanos Agustín Pro ofreció una conferencia de prensa.
“Ese 28 significó la destrucción de mi vida, pero nunca me imaginé que algo así podría volver a pasar, y pasó dos años después”, dijo María.
La mujer subió al estrado con las fotos de sus cuatro hijos desaparecidos y también con el retrato del periodista Javier Valdez, asesinado el año pasado en Culiacán, Sinaloa
“Estamos con ustedes”, dijo a los reporteros.
El panel estuvo compuesto también por Santiago Corcuera, académico especializado en derechos humanos; el activista Petro Ameglio; Alan García Campos, miembro de la oficina en México del Alto Comisionado de la ONU; Ileana Íñiguez, académica; Santiago Aguirre, subdirector del Centro Prodh; y Alberto Solís, activista.
“María se ha convertido en una líder moral que fue capaz de transformar un dolor inimaginable en lucha”, dijo el activista Petro Ameglio. En 2011, ya con cuatro hijos desaparecidos, María y el resto de la familia Trujillo creó Enlaces Nacionales, una organización que recoge a decenas de grupos y familiares de desaparecidos.
El activista uruguayo naturalizado mexicano también explicó que ante las actuales discusiones sobre la pacificación del país, es necesario entender que la paz es un proceso con un punto de partida que debe ser “la verdad y la justicia para las víctimas y un punto de llegada que es el perdón y reconciliación”.
En su turno, Alberto Solís explicó que en un futuro proceso de pacificación los principales actores tendrán que ser las víctimas, quienes llevan años trabajando por su cuenta ante la ausencia del Estado.
La fecha de la desaparición de los hijos de María coincide con el aniversario de la primera huelga de hambre del colectivo de madres de desaparecidos en la Guerra Sucia, el comité Eureka, que en Agosto de 1978 protestó afuera de la ¬Catedral Metropolitana con mantas rojas y la exigencia: “¡Vivos los queremos!”.
Por ello es que “cuarenta años de impunidad son un reflejo de la carencia de los instrumentos (del Estado) que puedan conducir a la identificación y los procesos de procuración de justicia en estos casos”, dijo Santiago Corcuera durante su participación.
“Las agencias que llevan las investigaciones no pueden tener ningún vínculo con las autoridades que están relacionadas a los crímenes”, dijo.
También recalcó que es necesaria la creación de una fiscalía independiente y la intervención de organismos internacionales que apoyen con la pacificación del país y la lucha contra la corrupción.
La académica Ileana Íñiguez explicó que es importante reconsiderar el discurso público sobre estos crímenes violentos que llevan tantas décadas. “Hablamos de Guerra Sucia pero para las madres de desaparecidos es terrorismo de Estado… es difícil exigir a la sociedad civil que perdone y olvide”
María Herrera fue la última en hablar y reconoció el trabajo de otras miles de víctimas: “Este trabajo no me pertenece, somos miles los que vivimos con la desaparición, mi contribución ha sido el dolor y el encauce de ese dolor hacia la búsqueda de verdad.”
Consulta también
María Herrera, en la serie documental: Buscadores. en un país de desaparecidos
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