Un grupo binacional de trabajo pretende congelar el flujo de armas ilegales de Estados Unidos hacia México. Sin embargo, especialistas opinan que más que una iniciativa binacional, lo que se requiere son cambios legislativos y de control a la venta de armas desde Estados Unidos
Texto: Arturo Contreras Camero
Fotos: Pedro Anza
Para congelar el trasiego de armas entre México y Estados Unidos el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, propuso cinco de puntos de registro en territorio estadounidense y la instalación de una mesa de trabajo binacional. Expertos en el tema aseguran que, si bien es positivo que el gobierno empiece a abordar el tema, estas medidas son insuficientes.
De acuerdo con el secretario, 70 por ciento de las armas con las que se cometen ilícitos en México proviene de Estados Unidos. Según dijo Ebrard Casaubón detener el flujo de armas tiene el mismo rango de prioridad para México, como detener la migración para Estados Unidos.
Para lograrlo, se conformó un grupo binacional que contará con la presencia del embajador de Estados Unidos en México y de los secretarios de Seguridad, que encabezará la iniciativa, así como de la Secretaría de Gobernación, de Relaciones Exteriores, de la Defensa Nacional, de Hacienda y Crédito Público, y de la Fiscalía General de la República.
La idea del gobierno es realizar una informe mensual con el registro de cuántas armas ingresan al país ilegalmente, de dónde provienen y en dónde se vendieron. Para lograrlo, aseguró Ebrard, desde julio propuso operaciones de control de armas en cinco puntos de la frontera del lado estadounidense, específicamente en las ciudades fronterizas de San Diego, El Paso, Laredo, McAllen y Brownsville.
Para el profesor investigador de la UNAM, Javier Oliva Posada, especializado en armas, la idea no es mala, pero le faltan más elementos para saber si podría ser viable o no.
“El planteamiento no está mal pero está incompleto. En ese sentido, es muy difícil, por no decir que imposible lograr lo que se pretende. Me parece que no incorpora una variable jurídica e histórica para evitar la venta de armas en ese país”, asegura.
Para que el plan del gobierno de México tuviera un mayor alcance, asegura Oliva Posada, debería de complementarse con mejores medidas para el control de la venta de armas.
Después del atentado terrorista del pasado 3 de agosto en El Paso, Texas, en el que murieron 22 personas, entre ellas 8 mexicanos, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump propuso una serie de medidas para fortalecer este tipo de controles, sin embargo, fueron desechadas por la Asociación Nacional del Rifle, una organización que defiende los intereses de la industria de las armas en ese país.
Sobre el rastreo de las armas, el académico asegura que es una tarea difícil de realizar, pues muchas de las armas que pasan son de contrabando, y pasan por varias manos antes de llegar a México.
“Saber de dónde pudieron haber pasado es más difícil que saber de dónde vienen”, explica. “Hay códigos de seguridad que permite saber dónde se vendieron. se documenta porque todas las armas tienen una matrícula y se puede rastrear dónde se compraron”.
Por su parte, Eugenio Weigen, director asociado del equipo para prevenir la violencia por armas del Center for American Progress, un instituto de políticas públicas estadounidense que entre sus temas apunta a terminar con la venta de armas en Estados Unidos asegura coincide con que la idea de los puntos de revisión es buena, sin embargo, se necesitan más acciones para detener el flujo de armas.
“La confiscación en las fronteras está bien, pero no se me hace suficiente ni eficiente”. Coincide que es necesario endurecer los controles de a quién se le venden armas en Estados Unidos.
“Cuando voy y compro una arma a una armería, me tiene que hacer una revisión de antecedentes para saber que no tengo problemas de abuso de violencia o alguna enfermedad psicológica. Sin embargo, en las ventas por internet y en gun shows (exposiciones de armas abiertas al público) casi no se realiza. Además, estos controles no son obligatorio en 30 estados. De los cuales ni Texas ni Arizona los realizan”, explica.
Según los datos de la Secretaría de la Defensa, la mayoría de las armas que entran a México provienen de armerías de estados fronterizos. Especialmente de Texas, uno de los estados que menos controles aplica para la venta de armas.
Además, opina Eugenio Weigen, si bien la propuesta de rastrear las armas podría arrojar datos imporatantes sobre el origen de las armas, no es la gran fuente de información que espera tener el gobierno mexicano.
“Supongamos que la policía estatal de Nueva York recupera 100 armas. Se las da a la ATF (la agencia de Alcohol Tabaco y Armas de Estados Unidos) y ellos les responden con al respecto. Ellos no dan toda la información al respecto. Te dicen de qué estado viene y qué tipo de arma fue, pero no de la armería donde se compró. Hay muchas limitantes”, reconoce.
Por si fuera poco, la información que se puede obtener a través de esta agencia, no se puede revelar más que a agencias policiales. “Por ejemplo, yo como académico no puedo solicitarla, pero tal vez la Fiscalía de México podría solicitarla”.
La primera reunión del grupo binacional de trabajo está programada para la próxima semana. A pesar de que aún no se conoce mucho de las acciones que podría realizar, ambos especialistas coinciden en que hay voluntad de los gobiernos de ambos países para atender el problema. Consideran un gran avance que el tema ya se aparte de la agenda bilateral.
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