¡Palestina Libre! Residente y la noche de protesta en el Zócalo

6 septiembre, 2025

FOTO: EDGAR NEGRETE LIRA/CUARTOSCURO.COM

Más de 180 mil personas clamaron por el fin del genocidio en Gaza en el concierto gratuito del rapero

Texto: Camilo Ocampo

Foto: Edgar Lira / Cuartoscuro

CIUDAD DE MÉXICO.- El concierto gratuito de Residente en la capital mexicana se convirtió en la mayor manifestación contra el genocidio en Gaza que ha habido en México. La noche del sábado, el emblemático Zócalo de la Ciudad de México respiró lucha con la música del rapero puertorriqueño. Más de 180 mil personas atestiguaron un acto cultural y político que puso la voz y los ojos en el genocidio contra el pueblo palestino.

Allí, frente a la representación de los tres poderes del país, entre canciones y consignas, la voz detrás del micrófono hizo un llamado para seguir ejerciendo presión a los gobiernos desde todas las trincheras: “para que paren el genocidio en Gaza”.

Entre la multitud, las banderas de Palestina se levantaban entre el baile: pequeñas, grandes, dibujadas en cartón o pintadas en el propio cuerpo. Las playeras de fútbol de la selección palestina desfilaban junto con las del equipo chileno Palestino FC. Las kufiyas en el cuello estaban por todos lados. Los carteles con consignas que siguen retumbando en las marchas también estaban presentes. Todo era válido para convertir el concierto en una protesta contra el genocidio.

La gala de resistencia representada en canciones comenzó a las 8 de la noche, cuando las luces se apagaron. Desde el escenario irrumpieron la voz y el violonchelo de Sara Dowling, la jazzista palestina-irlandesa, quien abrió la noche con el intro de “El baile de los pobres”, un himno que recuerda que el derecho al ocio es universal. El público se entregó por completo; los brincos hacían que el suelo de la plaza tuviera latidos. 

La segunda canción, “No hay nadie como tú”, seguida por “Atrévete-te-te”, con sus ritmos caribeños guapachosos, pusieron a bailar a las parejas frente a frente como si nadie las estuviera mirando. Para ese momento la fiesta ya había estallado, pero explotó aún más cuando sonaron las notas de una vieja canción de marineros: “Aguante”. Un tema que, entre versos, llama a mantenerse firmes y a resistir los embates históricos de la injusticia social.

Antes de continuar, Residente pidió un momento de silencio. El Zócalo quedó suspendido por instantes y, entre ese silencio, se pronunció a favor de la educación pública de calidad y de los pueblos indígenas, para después interpretar “La cumbia de los aburridos”.

Su setlist continuó con algunas de sus canciones más populares: “Muerte en Hawaii”, “La vuelta al mundo” y “Ojos color sol”. Esta última es un cruce entre dos generaciones de cantautores de protesta: la trova cubana de Silvio Rodríguez y el reguetón de Residente, unidos para cantarle al amor.

El vaivén de emociones alcanzó su punto más íntimo cuando abrió el corazón para contar la historia de uno de sus últimos éxitos, “René”, un grito del exvocalista de Calle 13 para decir: “no estoy bien”. Según relató, la canción nació en México, antes de reunirse con los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Producto de una depresión severa, pensó en lanzarse desde un piso 25, pero gracias a la llamada de su madre no lo hizo.

Mientras la interpretaba, el Zócalo se inundó de personas llorando y abrazándose, como si se reconocieran en la letra. Al terminar, Residente se sentó al pie de un escalón del escenario y, con las manos temblorosas, se cubrió el rostro. Fue el grito de “¡No estás solo!” desde el público lo que lo hizo levantarse y continuar.

¡Palestina libre!

Como parte de la protesta desde el escenario, subió a una familia de origen palestino que tuvo que huir y dejar su vida a más de 13,200 kilómetros atrás. Desde el podio, Alma, una joven que apenas habla español, gritó con fuerza: “¡Palestina libre!”, y los asistentes respondieron con aplausos y gritos de apoyo.

El momento más conmovedor llegó cuando el más pequeño de la familia Abed tomó el micrófono y, con apenas balbuceos, repitió: “Palestina libre”. La voz del niño hizo que una parte del Zócalo retumbara con la consigna: “Los niños de Gaza no son una amenaza”.

Tras esa escena de solidaridad, comenzó a escucharse “Guerra”, el tema en el que René expresa rabia y, al mismo tiempo, hace un llamado a la paz a nivel mundial.

El Zócalo volvió a estallar cuando apareció Silvana Estrada, la cantautora mexicana nominada al Grammy 2024, para entonar junto a Residente un canto en honor a un pueblo sin piernas pero que camina,  “Latinoamérica”. Entre sus coplas deja en claro que el capitalismo no podrá comprar: ni la lluvia, ni el sol, ni las alegrías de los pueblos.

La celebración siguió con la misma intensidad y el mismo coraje. Canciones como “Problema cabrón”, “Chulin Chulin Chunflay”, “Pa’ divertirme (BZRP Music Sessions, Vol. 49)”, “Portarnos mal”, “Fiesta de locos” y “El futuro es nuestro” transformaron el Zócalo en una pista de baile para cerrar la noche.

A las 10 de la noche, las luces se apagaron nuevamente: el final había llegado. Este multitudinario concierto en la capital mexicana dejó en evidencia que la música y el arte también son trincheras desde donde se lucha. Como escribió el presidente colombiano, Gustavo Petro, en su cuenta de X: «En Buenos Aires grana el progresismo pero miren lo que pasa en la Ciudad de México. Los pueblos despiertan»  La noche del Zócalo confirmó, además, que el género urbano en América Latina siempre ha estado —y seguirá estando— del lado del pueblo y de sus movimientos.

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Camilo Ocampo