22 junio, 2025
Alrededor del mundo, las voces de miles de personas clamaron justicia para Palestina. Como parte de una jornada de protesta, cuatro mil activistas de 80 países participaron en la Marcha Global a Gaza con la intención de llegar hasta la frontera con Rafah
Texto: Camilo Ocampo y Laura Buconi
Foto: Laura Buconi
CIUDAD DE MÉXICO. – Más de 4 mil civiles provenientes de 54 estados marcharon rumbo a Gaza para romper el cerco de ayuda humanitaria que el Estado de Israel impuso al pueblo palestino.
El acto fue un ejemplo de la solidaridad internacional, pero también, de la complicidad mundial para avalar un genocidio. Esto, porque las autoridades egipcias, país del que partiría la marcha, reprimió y deportó a los ciudadanos que exigían el fin de la masacre contra el pueblo palestino.
En México, la solidaridad también se expresó, pues además de enviar una delegación a Egipto, las plazas públicas se llenaron de trabajadores, estudiantes, académicos y sociedad civil que exigieron a sus gobiernos e instituciones rompieran relaciones con Israel, pues consideraron que era la única manera de presionar y poner fin a la ocupación.
Así fue la marcha en la Ciudad de México.
Cientos de personas volvieron a tomar las calles. La consigna siguió siendo la misma: «A romper relaciones con Israel», pues México era el segundo socio comercial del Estado sionista en Latinoamérica y mantenía un tratado de libre comercio desde el año 2000 que lo exentaba de aranceles y restricciones a las importaciones.
Entre los manifestantes estuvo el señor Gerardo, de 84 años. Marchó solo, con un letrero que mostraba a una familia palestina huyendo de tanques israelíes y la leyenda: «Israel asesino».
Mientras se secaba el sudor de la frente, dijo:
«Desde hace dos años vengo marchando. Cuando me enteré de lo que pasaba en Palestina, ya no pude quedarme en mi casa. Israel ha bombardeado escuelas, hospitales… Son criminales de guerra. Hay que pararlos».
Luego ajustó su cartel y, sin importarle el cansancio, siguió adelante.
En la retaguardia, una joven con un paliacate cubriéndole medio rostro declaró que marchaba porque Israel había sido clave en la contrainsurgencia en México:
«Ellos crearon Pegasus para espiar periodistas y activistas; sus aviones se usaron en los vuelos de la muerte durante la guerra sucia; ellos entrenaron a la policía que nos reprime. Marcho por Palestina, pero también para que México deje de ser tibio. Si hay un cambio, que se note».
Quienes pasaban por Avenida Reforma vieron la protesta. Algunos grabaron, otros leyeron los carteles, unos lloraron y aplaudieron, mientras unos cuantos permanecieron quietos, observando. Pero nadie pudo ignorarlo.
Entre la multitud, un grupo de jóvenes con el rostro cubierto pintó consignas y rompió vidrios de locales como Starbucks, lo que generó discusiones entre los manifestantes. Un sector rechazó las acciones violentas, mientras otro, mayoritariamente joven, las justificó gritando: «¡Fuimos todes!».
Durante el trayecto, un ensamble musical interpretó sones jarochos con letras adaptadas para denunciar el genocidio. Al llegar al Zócalo, un templete los esperaba.
A pesar de la lluvia, la gente no se fue. Permaneció escuchando.
Una activista abrió el mitin recordando cómo la Flotilla de la Libertad, que navegaba hacia Gaza, fue interceptada en aguas internacionales por fuerzas militares. Los 12 tripulantes del Mavi Marmara quedaron incomunicados, sin que nadie supiera su paradero.
«Las delegaciones de la Marcha Global por Gaza intentaron llegar a la frontera para romper el bloqueo humanitario del régimen sionista, pero en Egipto hubo detenciones, deportaciones y represión contra nuestros compañeros», denunció.
La Asamblea Interuniversitaria y Popular por Palestina estableció un paralelismo entre el genocidio en Palestina y la violencia en México:
«El método fue el mismo: vidas convertidas en estadísticas, en «daños colaterales». México recibió durante décadas tecnología, estrategias y entrenamiento militar de EE.UU. e Israel», afirmó una estudiante ante la multitud.
«Con las mismas armas que destruyeron Gaza, asesinaron a luchadores sociales desde la guerra sucia: compañeros del EZLN, la APPO, los normalistas de Ayotzinapa. A periodistas y defensores nos espiaron con sus softwares, mientras cómplices como García Luna y Tomás Zerón gozaron de impunidad. ¡Zerón, responsable de la desaparición de los 43, hoy se esconde en Israel!».
Mikaelah Drullard, escritora y activista afrodescendiente, tomó el micrófono con furia:
«No hubo, ni habrá, liberación trans, sexual ni de ningún tipo bajo un genocidio colonial. El 28 de junio, día del pinkwashing corporativo, marcharemos contra el consulado sionista. No pedimos reformas: ¡exigimos la descolonización total de Palestina!».
Para cerrar, un organizador advirtió: «Mientras el genocidio continúe, las calles serán nuestras».
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