Un movimiento de estudiantes de la UNAM ha puesto en la mesa el debate en torno a un derecho básico que aún no se garantiza en esta Universidad: el acceso a una alimentación adecuada y sostenible. Es momento de avanzar este debate y construir un modelo alimentario sostenible que sea, además, más justo. Tod@s podemos aportar
Por: Esperanza Arnés Prieto[1], Marta Astier [2], Mariana Benítez[3], Louise Guibrunet[4], María José Ibarrola Rivas4, Quetzalcóatl Orozco Ramírez4, Delphine Marie Prunier5
En las últimas semanas se ha dado en la Universidad un movimiento estudiantil para exigir un mejor acceso a la alimentación. El detonante principal es el precio y la calidad de los alimentos que se ofrecen a las y los estudiantes en las cafeterías, las cuales son empresas concesionadas por la Universidad para que presten dicho servicio a la comunidad universitaria. La principal demanda del movimiento es la creación de comedores subsidiados que den el servicio de alimentación a toda la comunidad universitaria y que sean manejados por trabajadores de base sindicalizados (ver comunicado del 21 de marzo).
Cabe mencionar que en abril del 2024 se aprobó la Ley General de la Alimentación Adecuada y Sostenible (LGAAS, 2024) . Así mismo, el 30 de septiembre del mismo año se aprobó un acuerdo mediante el cual se establecen los Lineamientos generales a los que deberán sujetarse la preparación, la distribución y el expendio de los alimentos y bebidas preparados, procesados y a granel, así como el fomento de los estilos de vida saludables en alimentación, dentro de toda escuela del Sistema Educativo Nacional (SEN). El SEN involucra las instituciones de Educación Superior, por lo que la Universidad está obligada a su cumplimiento. Tanto en la LGAAS como en el acuerdo, se mencionan varias obligaciones. Entre éstas destacan:
– Las instituciones de educación media superior y superior promoverán el consumo de alimentos adecuados, preferentemente aquellos preparados con productos locales y a precios accesibles.
– Las instituciones públicas y privadas de educación básica, media superior y superior deberán promover el cumplimiento de los lineamientos generales para el expendio o distribución de alimentos y bebidas en los establecimientos de consumo escolar de los planteles de educación básica, así como demás normativa relacionada con el fomento de estilos de vida saludable.
– Los centros de trabajo en que existan espacios de distribución de alimentos o bebidas, deberán contar con cuando menos, la opción de adquirir alimentos nutritivos, inocuos y de calidad, y asegurar el acceso a agua potable gratuita.
– Se obliga a las autoridades de los 3 niveles de gobierno a promover iniciativas para el establecimiento y adecuada operación de comedores comunitarios físicamente accesibles.
– Las dependencias que integran la Administración Pública Federal, de las entidades federativas, así como de los municipios y demarcaciones territoriales, en el ámbito de sus competencias, incorporarán, al menos, un 15% de sus compras gubernamentales de alimentos e insumos primarios, directamente de los productores de pequeña y mediana escala, en los sectores agrícola, pecuario, forestal, acuícola y pesquero; que cumplan con las condiciones y requisitos para el abastecimiento de una alimentación adecuada, y dentro de los límites presupuestales para compras gubernamentales que cada dependencia o entidad disponga
En este contexto, algunas personas académicas integrantes del Seminario Permanente de Geografía de la Alimentación Sostenible con sede en el Instituto de Geografía de la UNAM, nos permitimos comentar al respecto.
Consideramos que las demandas del Frente Alimentario Estudiantil al acceso a la alimentación son justas. La falta de acceso a una alimentación sana en los campus y planteles de nuestra Universidad afecta a todas las personas que estudiamos y laboramos en ella, pero afecta mucho más a quienes deben hacer viajes largos diarios desde su lugar de residencia, como es el caso de muchas y muchos estudiantes, profundizando brechas de desigualdad al interior de la Universidad .
En este sentido nos parece necesario que se realice un diagnóstico institucional sobre el acceso actual a la alimentación y para el cual, se cree una comisión ad hoc con estudiantes, funcionari@s, académic@s, administrativ@s, y trabajador@s de base. Dicha comisión deberá realizar el análisis de la situación plantel por plantel y sus resultados serían la base para hacer una propuesta de mejora o modificación al modelo actual de alimentación basado en concesionarios privados.
La UNAM tiene potencial para implementar un modelo de alimentación sostenible basado en los principios de la sostenibilidad. A continuación comentamos en torno a dos aspectos que consideramos centrales en un modelo de este tipo.
El primero es la creación de comedores universitarios en los cuales se implementen medidas que tiendan a la sostenibilidad, como el uso de productos locales, de producción agroecológica e incluso la creación de huertos e invernaderos que sirvan tanto para la enseñanza como para la producción de insumos para los comedores. Algunas universidades en México y el mundo ya tienen este tipo de comedores funcionando y son además espacios importantes para el fortalecimiento de la vida comunitaria. La creación de comedores propios también permitiría regular la contratación acorde con la ley del personal que provee de alimentos en estos espacios. En estos comedores se podría impulsar también la reducción del desperdicio y la valorización de residuos alimenticios mediante la elaboración de compostas, las cuales podrían usarse en los mismos huertos. Estos comedores también brindarían la posibilidad de incorporar programas dietéticos adecuados para la comunidad universitaria, creados por personas expertas en nutrición. Los estudios indican que tener una dieta saludable y sostenible, basada en productos locales y de temporada resulta de hecho más barata que la dieta actual basada en alimentos procesados. Los comedores universitarios no deben ser necesariamente gratuitos, pero deben tener como objetivo la atención de un derecho básico que es el acceso económico y físico a una comida nutritiva dirigido, al menos, a la comunidad estudiantil y personas trabajadoras de la Universidad, y no la obtención de ganancias. Por otro lado, esto no excluye necesariamente la presencia de cafeterías privadas que ofrezcan una diversidad de bebidas y platillos adecuados.
El segundo aspecto es el acceso a agua potable a través de la instalación de fuentes de agua potable adicionales y de acceso libre en todas las cafeterías y comedores de la UNAM. Actualmente, el agua de Ciudad Universitaria es potable, pero se sigue vendiendo y comprando agua embotellada. Esto muestra que no basta con garantizar agua potable en el campus sino también difundir información sobre su calidad, establecer suficientes fuentes de agua potable, en particular en las cafeterías y otros puntos de ventas de alimentos, así como restringir la venta de agua y otras bebidas embotelladas. Un estudio integral podría indicar cuánto se gasta en agua y otras bebidas embotelladas en las diferentes entidades y cuál es volumen de plástico de desecho que generan. La UNAM cuenta con grupos de trabajo con amplia experiencia en temas de nutrición, ciencias de la sostenibilidad, alimentación y economía social y solidaria; y, sobre todo, con estudiantes críticos, conscientes y organizados. En conjunto, podemos trabajar en un modelo de alimentación justa y sostenible que contribuya a garantizar los derechos de todas las personas universitarias, a fortalecer nuestra vida comunitaria y a zanjar brechas de desigualdad que aún nos aquejan
[1] Investigadora por México. Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental UNAM.
[2] Investigadora de carrera en el Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental UNAM.
[3] Investigadora de carrera en el Instituto de Ecología de la UNAM
[4] Investigadora o Investigador de carrera en el Instituto de Geografía de la UNAM
5 Investigadora de carrera en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM
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