La migración urgente y la xenofobia rampante

1 marzo, 2025

Alemania tiene una escasez grave de mano de obra, pero al mismo tiempo endurece las medidas migratorias. Estados Unidos y Europa viven en este hecho contradictorio: buscan una generación de reemplazo para mantener sus economías a flote, pero son xenófobos 

Por José Ignacio De Alba / X: @ignaciodealba

La gráfica sobre tasas de natalidad en Europa y Estados Unidos son una montaña en perpetua bajada. La generación de “baby boomers” (los nacidos entre 1946-1964) envejeció, pero la población en esos países no es suficiente para reemplazar a esos trabajadores, que dicho sea de paso, ahora esperan pensiones. Los Estados del norte global viven en crisis demográfica. 

La caída de la tasa de natalidad es una de las crisis sociales más significativas del siglo XXI, claro está, en los países del norte global. Para ponerlo en datos, en Europa la tasa de fertilidad promedio ha descendido a 1.5 hijos por mujer (el umbral de reemplazo es 2.1). Es decir, los baby boomers se quedan sin pensiones y lo que es peor -para los dueños del capital- sin trabajadores. 

En países como Italia, Francia y Alemania -ni hablar aquí del extremo caso japonés-, el envejecimiento de la población pone en riesgo la sostenibilidad económica. El capitalismo en esos países está en crisis, simplemente los obreros no alcanzan. 

El Banco Mundial advierte que, de mantenerse esta tendencia, Europa perderá 35 millones de trabajadores para 2050. En países como Japón, donde la tasa de natalidad es de 1.3, la falta de población activa está provocando un colapso de sectores como la construcción y el cuidado de ancianos.

Aunque si uno mira los noticiarios y escucha a los políticos parece que viven en otra realidad. Trump amenaza, con mucha estridencia, con expulsar a 12 millones de migrantes, en Alemania gana la derecha que propone restringir más la migración, en Italia o Francia la xenofobia está a la orden del día. 

Vivimos rodeados de una retórica anti inmigrantes. En Italia, el gobierno de Giorgia Meloni endurece las políticas migratorias, a pesar de que el país tiene una de las poblaciones más envejecidas de Europa. En Francia, el aumento del sentimiento xenófobo logró que se limite la regularización de trabajadores extranjeros, incluso ignorando su rol en sectores primordiales como la agricultura y la salud.

A contracorriente, España convirtió la migración en un motor de crecimiento económico. En los últimos 20 años, la población española ha crecido gracias a la llegada de inmigrantes, que han pasado de ser el 2% de la población en 1998 a casi el 15% en la actualidad. Este incremento ha permitido mantener la economía a flote, incluso en periodos de crisis. De hecho, el año pasado fue una de las economías más sobresaliente de Europa, ¿el motivo? La migración.

Los migrantes son vitales en sectores como la construcción, el turismo y el servicio doméstico, donde ocupan más del 60% de los empleos. Además, han aliviado la presión sobre el sistema de pensiones, aportando cotizaciones que ayudan a sostener la seguridad social.

La xenofobia y la acrofobia han jugado un papel crucial en la implementación de políticas migratorias restrictivas tanto en Europa como en Estados Unidos, obstaculizando los esfuerzos por crear sistemas inclusivos y humanitarios.

En Europa, el miedo al «otro» y la estigmatización de los migrantes, especialmente aquellos provenientes de países no europeos, han fomentado una atmósfera hostil hacia los refugiados y solicitantes de asilo.

 Esta reticencia a integrar a las personas que huyen de la violencia, la pobreza y las crisis políticas ha llevado a gobiernos a reforzar las fronteras y a limitar las oportunidades de regularización para los migrantes, basándose en estereotipos y prejuicios sobre su supuesta amenaza a la cultura y seguridad local. 

En Estados Unidos, la xenofobia hacia los inmigrantes, particularmente contra los latinos, ha sido un factor determinante en la construcción de políticas migratorias punitivas. Aunque en la realidad, el país tenga que ser laxo a la hora de su aplicación, no por valores humanitarios sino por necesidad propia. 

La xenofobia obstaculiza la creación de políticas migratorias eficaces y equitativas, también perpetúan la exclusión social de las personas migrantes, afectando su acceso a derechos básicos como la educación, la salud y la protección frente a la violencia.

Para el norte global la acogida de migrantes es un hecho de sobrevivencia. Pero los gobiernos de derecha están regocijados por la idea de salvar sus países de una maldad ficticia. Pero su subsistencia está garantizada en la acogida y protección de extranjeros. 

Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).