El tráfico de especies es una problemática a nivel global que viene de la lógica de entender a los animales como objetos, monetizar sus partes para el consumo y verlos como productos de lujo, ignorando que son seres vivos y sintientes, de esto trata la obra animada del director Christopher Nielsen: Free Jimmy
Texto: Andi Sarmiento
Foto: Tomada del trailer
CIUDAD DE MÉXICO. – La obra animada del director noruego Christopher Nielsen es una cinta que nos muestra distintas historias que giran en torno a Jimmy, un elefante que sobrevive entre la ilegalidad y el narcotráfico.
Jimmy es el atractivo de un circo clandestino. Este es dirigido por Roy Arnie, quien reúne a otros tres hombres para trabajar en el lugar; el equipo se dedica a preparar la función, sacando dinero de la explotación tanto laboral como animal.
El elefante es el elemento principal de todo el espectáculo. Aquí se juntan varios problemas para su salud; no son únicamente las condiciones del establecimiento, sin higiene y con una escasa iluminación, también lo son los tratos que recibe para poder seguir dando el show. Además de presentar una severa desnutrición y deshidratación, debe ser drogado constantemente para lograr salir al escenario y mantenerse tranquilo en general, haciéndolo caer en una fuerte adicción.
Paralelamente, conocemos al resto de personajes que van detrás de estos cuatro hombres. Para empezar, están los grupos de la mafia con quienes tienen problemas y que los perseguirán hasta saldar sus deudas. A su vez, están los cazadores en busca de volver a sus casas con lo que ellos consideran un trofeo. Por último, está un pequeño colectivo de activistas ambientales, que al enterarse del caso se encaminan en una misión para rescatar a Jimmy. De alguna forma todos terminan teniendo una relación directa o indirecta con el animal, ya sea por intereses económicos o por sus opiniones personales.
La cinta refleja cómo cada uno de estos intereses perjudican al elefante de una u otra manera, encerrándolo en un ciclo de violencia y denigración que le llega por todos lados.
El tráfico de especies es una problemática a nivel global que viene de la lógica de entender a los animales como objetos, monetizar sus partes para el consumo y verlos como productos de lujo, ignorando que son seres vivos y sintientes.
Curiosamente, existe un solo personaje que realmente cuida de Jimmy y se preocupa por él, siendo este otro animal, demostrando la genuinidad y simplicidad que conlleva el no ser humano. Refleja lo descompuesta que está una buena parte de la humanidad; un reno se muestra con mayor empatía y maneja la situación mejor que todas las personas del filme juntas.
Igualmente, los ambientalistas en la cinta nos permiten analizar distintos aspectos que suceden en la vida real y que pueden ser un obstáculo para lograr un avance. A modo de sátira, critica la forma en que actúan ciertos grupos activistas y la falsa moralidad con la que se rigen ciertos personajes dentro de las distintas luchas sociales, lo que puede causar polarización y grillas internas que desatiendan las problemáticas por las que se está peleando.
Para empezar, vemos cómo poco a poco su organización se va disolviendo a causa de pleitos internos, en los que cada uno se muestra intolerante ante las opiniones con las que no está de acuerdo. Todos concuerdan en lo general, en que se debe hacer algo contra el abuso animal; pero cada uno tiene sus particularidades éticas que chocan entre sí y eso provoca que su motivación principal pierda fuerza.
Por otro lado, está la falta de planeación en su modo de protesta. La película se burla de que a pesar de tener buenas intenciones, sus acciones terminan hasta perjudicando más a los mismos animales que buscan proteger. Sus manifestaciones se basan en soltar especies víctimas del comercio clandestino; pero no pasan de ahí, no consideran la inmensidad de factores que se manifiestan en la trata de animales.
¿Qué tanto vale la pena liberarlos? Si los hemos inutilizado al grado de que dependan de nosotros para sobrevivir, si se les han apartado de su hábitat tanto tiempo que ya hasta la desconocen, si hemos modificado su funcionamiento natural y si estando afuera se exponen a la caza tanto humana como animal, ¿qué libertad tienen a la intemperie? ¿Es eso salvarlos?
Los negocios como el circo en el que se encontraba Jimmy son un claro ejemplo del debate. El animal quedó en un estado en cual, de no ser por su amigo reno, no hubiera sobrevivido; dicho factor no fue considerado por los ambientalistas, salió del encierro en el circo pero eso no significa que se haya solucionado el verdadero conflicto, pues tanto la mafia como los cazadores siguieron detrás de él y su salud se mantuvo en estado crítico.
No es que no se deba intervenir en los espacios de explotación, más bien es que para hablar de una verdadera liberación es necesario proponer estrategias de mayor complejidad que atiendan el problema más allá de lo superficial, pues el simple hecho de sacarlos de estos recintos sin un verdadero seguimiento puede ser igual de perjudicial para su integridad. Y esto ocurre no solo en el activismo ambiental, sino también en toda clase de lucha, en donde se realizan protestas sin esclarecer su propósito o bien no se considera el impacto que puedan tener a largo plazo.
Tenemos que entender que con lo que se lidia es con problemáticas sistemáticas y por ende, complejas. No existen soluciones sencillas. Por ello, hay que hacerse responsable a la hora de realizar cualquier acto de protestas, lo que implica planificar a profundidad. A veces la buena fe de nuestras acciones no es suficiente
Free Jimmy está disponible en Amazon Prime así como en la plataforma MUBI.
Me gusta escribir lo que pienso y siempre busco formas de cambiar el mundo; siempre analizo y observo mi entorno y no puedo estar en un lugar por mucho tiempo
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona