14 noviembre, 2024
La etapa de emergencia nunca deja de pasar para las jornaleras, quienes saben que sus comunidades no cobran visibilidad porque están situadas en una región que no es turística. A ellas las contabilizan algunas autoridades como reporte de datos, pero sin que se les brinde una atención integral. En esos reportes si aparecerán, pero no en los censos que se levantaron en la etapa de emergencia ni en la de reactivación
Por Isabel Margarita Nemecio Nemesio*
Ernestina, Florentina, Miguela, Ana, Mercedes, Francisca y Lucia son mujeres nahuas jornaleras agrícolas, originarias de comunidades pertenecientes a los municipios de Copanatoyac y Tlapa de Comonfort, Guerrero. Ellas perdieron varios animales de traspatio, se quedaron sin energía eléctrica, algunas tuvieron daños moderados en sus milpas después de cinco días de lluvia tras el paso del huracán John. La humedad, el frio y la constante lluvia causaron que algunas de sus gallinas, marranos, chivos, burros y mulas fallecieran.
El fenómeno tocó tierra dos veces en las costas del Pacífico mexicano, la noche del 23 de septiembre como un huracán de categoría 3 llegó al estado de Guerrero. A su paso dejó lluvias fuertes y provocó inundaciones y deslaves en Oaxaca, Guerrero y Michoacán. El fenómeno hizo que en solo cuatro días cayera el 80% del agua equivalente a las lluvias de un año, según la titular de la Coordinación Nacional de Protección Civil, Laura Velázquez. Esa cantidad de agua fue suficiente para causar daños y desastres en 51 municipios de Guerrero, 29 con mayor impacto, de acuerdo con la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
El pasado 27 de octubre la Presidenta Sheinbaum informó que concluyó la emergencia en Guerrero y Oaxaca por el paso del huracán John. Señaló que se invirtieron en esa fase 6 mil 659 millones de pesos en la entidad, se restableció el 100% del servicio de energía eléctrica y agua potable; 97% de las escuelas regresó a clases presenciales y 2% permanecían tomando clases en línea; todos los caminos y carreteras fueron liberados; y 66 municipios fueron censados. Adicionalmente Informó que la siguiente etapa de trabajo lleva por nombre “Acapulco se transforma contigo”, para reactivar integralmente la región.
Las comunidades de Ernestina, Florentina, Miguela, Ana, Mercedes, Francisca y Lucia nunca fueron censadas, ninguna autoridad municipal, estatal o federal contabilizó sus pérdidas. Sus comunidades no presentan visiblemente afectaciones dramáticas como otros municipios de la región Costa-Montaña, como lo reportaron autoridades indígenas el 9 de octubre, al denunciar que el huracán ocasionó daños en 242 comunidades de la región e hicieron un llamado a las autoridades de los tres niveles de gobierno.
Ellas no percibirán ningún apoyo económico o beneficio que compense los daños a sus cultivos o animales de traspatio. Sus comunidades nuevamente no fueron foco de atención como pasó cuando en el 2013 padecieron con el huracán Ingrid y la tormenta tropical Manuel. Sus afectaciones las van a resarcir con sus migraciones al estado de Sinaloa, Nayarit y Guanajuato, a donde irán a trabajar como jornaleras agrícolas.
Florentina, Mercedes y Francisca adelantaron sus migraciones, el martes 22 de octubre junto con sus familias abordaron uno de los cinco autobuses que partieron de Tlapa hacia Culiacán, Sinaloa. Lamentaron no pasar el Día de Muertos o “Todos Santos” en sus comunidades como lo marca la costumbre. La empresa agrícola que las contrato les informó que había mucho producto que cortar y que necesitaban “mano de obra”. Frente a las recientes pérdidas que sufrieron por el paso del huracán, deudas acumuladas y el temor de saber que no tendrán el maíz y frijol suficiente para su consumo, decidieron migrar, aunque eso signifique no ofrendar a sus muertos en sus comunidades de origen.
Ernestina, Miguela, Ana, Mercedes y Lucia colocaron sus altares y ofrendas para recibir a sus difuntos, después comenzarán a pizcar maíz, frijol y la calabaza que no se dañaron por las lluvias. Confían en que levanten sus cosechas antes de iniciar sus migraciones a Sinaloa y Nayarit, debido a que sus patrones o empleadores ya les informaron que después del 9 de noviembre les enviarán los autobuses a Tlapa para sus traslados.
Ellas migraran como cada temporada para ir a trabajar y obtener un recurso que les permita cubrir sus necesidades, pero ahora son más prioritarias porque saben que de esos ingresos depende que puedan contar con lo suficiente para comprar maíz a su regreso, así como reponer aquellos animales de traspatio que requieren para el acarreo de la leña o el agua, o para el consumo o la venta comunitaria.
Para ellas y sus familias la etapa de emergencia nunca deja de pasar, saben que sus comunidades no cobran visibilidad porque están situadas en una región que no es turística. A ellas las contabilizan algunas autoridades locales o regionales como reporte de datos, pero sin que se les brinde una atención integral cuando pasan a registrarse a la Casa del Jornalero que se ubica en Tlapa. En esos reportes si aparecerán, pero no en los censos que se levantaron en la etapa de emergencia ni en la de reactivación. Contabilizarlas más allá de las afectaciones causadas por el huracán es clave si es que realmente se quiere impulsar una muestra de justicia como lo anunció Claudia Sheinbaum, quien se comprometió a que durante su administración el Sistema Nacional de Cuidados será una realidad y comenzará apoyando a las mujeres jornaleras del país.
*Colaboradora en el Centro de Estudios en Cooperación Internacional y Gestión Pública A.C. e integrante de la Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas
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