Mientras el mundo se enfrenta a esta oleada de desplazamientos sin precedentes que parece no tener freno, se debe dar prioridad a una respuesta coordinada y humanitaria superando la ingenua apuesta a la simple disuación, que oculta el afán de lucro, basado en la explotación de la necesidad
Por Félix Santana*
Los estudiosos del tema, en la última década se han esforzando por conceptualizar y entender el fenómeno migratorio, agregándole una categoría denominada “flujos mixtos”, refiriéndose a movimientos de población complejas e irregulares.
Sin embargo las motivaciones de la migración, siguen siendo las que obedecen a motivos económicos, que busca de mejores condiciones de vida y que su lugar de origen no ofrece; las generandas por el cambio climático al enfrentar desastres naturales como aumento del nivel del mar el países peninsulares, inundaciones en zonas habitacionales o sequías prolongadas que impiden producir alimentos.
Adicionalmente se encuentran las migraciones por la guerra, persecución, violación a los derechos humanos, conflictos armados y violencia producida por la delincuencia organizada, es decir, las crisis económicas, naturales y sociales, son los principales causantes de los desplazamientos humanos en el mundo, por eso la complejidad de entender y resolver.
Asumiendo que en el corto plazo, las condiciones no se modificarán, las olas migratorias continuarán de manera intermitente e incluso se agudizarán en algunas regiones del mundo; el mayor desafío se encuentra en los flujos migratorios, mixtos irregulares, con dos problemas principales.
Por un lado, el país anfitrión ve burlada la su prerrogativa soberana de determinar las condiciones de las personas que pueden entrar o no, en su territorio y por otro lado, se encuentan las personas migrantes que dada su condición de vulnerabilidad son susceptibles a sufrir extorsiones, privaciones ilegales de su libertad, violaciones a sus derechos humanos, discriminación, xenofobia y una larga cadena de vejaciones, que al final del día están dispuestos a soportar con la expectativa de arribar a un lugar alternativo seguro.
En medio del drama de la migración, la tendencia mundial por parte de los países receptores se ha enfocado a favorecer y financiar las políticas de bloqueo, reforzando sus controles migratorios, construyendo de muros y centros de detención, colocando cámaras, adquiriendo drones, armas, mayor personal para la detención de migrantes, como si esas barreras tecnológicas y materiales puedieran detener la férrea voluntad de seres humanos dispuestos a sobrevivir.
En ese contexto, se elabora un discurso de odio contra los migrantes, que se replica rápidamente a través de las redes sociales, en donde los insultos se convierten en acoso, el acoso se transforma en amenaza y las amenazas se tornan en violencia, alcanzando niveles de intolerancia inaceptables y trasladando las responsabilidades a los países de orígen.
Mientras eso sucede, se puede observar dos tipos de impactos económicos producidos por los migrantes, en el corto plazo, tiene que ver con la generación inmediata de una derrama financiera dirigida a su país de origen a través de remesas; a nivel mundial, se calcula en el año 2024 estas remesas alcanzarán un monto de 887,000 millones de dólares, una cantidad superior al Producto Interno Bruto de Argentina, Polonia, Suiza, Tailandia o Egipto.
En tanto que los países beneficiados por la transferencia de esos recursos son la India que recibe 125,000 millones de dólares, seguido de México con 62 mil millones de dólares y en orden descendente se encuentran China, Filipinas, Francia, Egipto, Pakistán, Bangladesh, Nigeria y Guatemala.
Por otro lado, en el largo plazo una gran cantidad de migrantes ofrecen su mano de obra no calificada, para desempeñar ocupaciones esenciales en las que escasea la mano de obra nativa y resultan ser vitales para el funcionamiento de la economía del país anfitrión.
El Fondo Monetario Internacional ha calculado que la migración aumenta el PIB por persona y la productividad en 1 punto porcentual, beneficiando a los países anfitriones y hasta en 2 puntos si es una de las economías desarrolladas, debido a que la incorporación de los migrantes a tareas rutinarias permite a la población nativa desplazarse hacia ocupaciones más complejas que requieren mayor instrucción. Gracias a esta incorporación, el aumento de los salarios sube hasta en 90% de la población que menos gana y hasta el 10% de las personas con ingresos más altos.
La búsqueda inagotable de ganancias por el capitalismo más despiadado, genera un doble discurso de los países anfitriones quienes ocultan los beneficios a su economía, gracias a la incorporación de los migrantes, endureciendo las políticas de bloqueo migratorio y generando temor en la población migrante ya asentada, quien acepta condiciones de trabajo y pagos infrahumanos, frente a la amenaza permanente de su expulsión del país, argumentando que su mano de obra es prescindible, debido al gran número de migrantes dispuestos a trabajar más horas por un salario cada vez menor.
La respuesta a la migración masiva debe centrarse en abordar las necesidades de desarrollo y de seguridad con pleno respeto a los derechos humanos de los países de orígen, atender las necesidades humanitarias y facilitar la protección de quienes las procuran , facilitar el acceso a programas sociales, para contribuir de manera efectiva al proceso de integración de las personas en lo legal, económico, social y cultural.
Mientras el mundo se enfrenta a esta oleada de desplazamientos sin precedentes que parece no tener freno, se debe dar prioridad a una respuesta coordinada y humanitaria superando la ingenua apuesta a la simple disuación, que oculta el afán de lucro, basado en la explotación de la necesidad.
*Licenciado en Planeación Territorial, cuenta con estudios de maestría en Administración y Políticas
Públicas, fue asesor legislativo en el Senado de la República, Secretario Técnico de la Mesa Directiva de la
Constituyente de la Ciudad de México, coautor del libro “La Guerra que nos ocultan” (Editorial Planeta,
2016) fue encargado del despacho de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas, fue Director General
de Estrategias para la Atención de los Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, ahí se
desempeñó como Secretario Técnico de la Comisión para la Verdad y el Acceso a la Justicia del caso
Ayotzinapa, además de Secretario Ejecutivo de la Comisión para la verdad, el esclarecimiento histórico y el
impulso a la justicia de las violaciones graves a los derechos humanos cometidas de 1965 a 1990, también
fue Secretario técnico en la comisión gubernamental contra la trata de personas en México, actualmente es
Tercer Secretario en la Misión Permanente de México ante la Organización de las Naciones Unidas con sede
en Nueva York.
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