Bolivia, acechada por la derecha

10 noviembre, 2024

Bolivia enfrenta una serie de crisis derivadas del conflicto entre Evo Morales y Alberto Arce. La lucha por el control del partido Movimiento al Socialismo pone en riesgo una de las revoluciones más importantes de América Latina 

Por José Ignacio De Alba / @ignaciodealba

Desde hace meses el gobierno de Alberto Arce y el expresidente Evo Morales se han enfrascado en una lucha por el poder que ha turbado a toda Bolivia. La toma de carreteras, la parálisis en regiones como Cochabamba, un presunto intento de asesinato a Morales y hasta una carga judicial por violación contra el exmandatario han puesto al país en una deriva peligrosa. 

Cuando Evo Morales llegó a la presidencia, en 2006, el país se volvió protagonista de una verdadera revolución. Morales no solo fue el primer presidente indígena (aymara) -en un país de mayoría indígena- en llegar al poder; también se convirtió en el segundo presidente de un pueblo indígena de América Latina, después de Benito Juárez (1858). Pero aquella victoria fue apenas el inicio de un gobierno histórico. 

En ese entonces el país más pobre de América Latina abandonó su oprobioso sitio para convertirse en una economía creciente, la pobreza extrema fue prácticamente eliminada, aumentaron el acceso a la educación y la cobertura de salud. Se atajó la desigualdad. Pero lo más destacable de ese gobierno fue que logró una refundación del Estado. El país hasta cambió de nombre: “Estado Plurinacional de Bolivia” y se hizo una nueva constitución. 

La wiphala fue adoptada como bandera oficial y el país volvió a tener la soberanía sobre sus recursos. En el ámbito internacional, el país andino le dio fuerza a la ola progresista latinoamericana. Se podría decir que el país fue otro después del paso de Evo Morales, aunque no debe aducirse que este cambio se logró solo por su tenacidad.

Alberto Arce, el actual presidente, también fue copartícipe del llamado “milagro boliviano”. Además, fue él quien ganó en las urnas después de la intentona de golpe de estado encabezada por Jeanine Añez, en 2019. 

Pero la vuelta a la democracia puso bajo presión al MAS. Evo Morales intenta desacreditar a su excolabroador con todo tipo de acusaciones. Mientras que Arce echa mano del aparato estatal para neutralizar a Morales. La reyerta se da en un momento que podría comprometer al proyecto iniciado en 2006. 

El generador de fricciones son las elecciones generales del 2025 en Bolivia, ambos políticos buscan influir en la propuesta del MAS. Se elige al presidente, vicepresidente y ambas cámaras. Pero el conflicto sólo ha abonado el terreno para que la oposición gane posibilidades. Mientras algunas de las principales rutas del país están cerradas por el conflicto Arce-Evo, la oposición ha mantenido reuniones en un intento de presentarse en bloque en las elecciones. 

Desde que Evo Morales llegó al poder  han habido insidiosos intentos de golpe de estado. Morales, incluso, señaló a la embajada de Estados Unidos de asesorar a opositores a su gobierno, incluso de colaborar en manifestaciones. Lo que terminó con la expulsión del embajador Philip Goldberg (2008). 

Llama la atención que estas semanas la oposición comienza a consolidar candidatos para el próximo año con eficacia. Por ejemplo, Luis Fernando Camacho copartícipe de la intentona de golpe. 

Diversos medios bolivianos dieron a conocer que el mes pasado los expresidentes Jorge Quiroga y Carlos Mesa fueron a la cárcel de Chonchocoro en El Alto, para visitar a Camacho. En una de las entrevistas a la televisión Quiroga expuso: “la mayor unidad posible en el marco de la oposición”.

Por su lado, Mesa dijo: “la palabra unidad ha sido una palabra que hemos utilizado varias veces como una primera aproximación con Luis Fernando Camacho, para establecer la lógica de que la unidad no solo sea una palabra sino una posibilidad real”.

Desde la llegada de Evo Morales al poder la oposición fracasó en unirse bajo una sola plataforma. Pero este año las cosas podrían cambiar. Pero el gobierno de Evo y de Arce también corren riesgo por factores regionales. 

En el 2006, Latinoamérica estaba ungida por los gobiernos que impuganban al neoliberalismo: Hugo Chavez, Néstor Krichner,  Inacio Lula, Fernando Lugo, Tabaré Ramón Vázquez y Rafael Correa. Hoy los progresistas están desgastados, o incluso  revertidos, como en el caso de Argentina, con Milei o Javier Noboa en Ecuador. 

Además desde Estados Unidos llega un gobierno mucho más intervencionista, Donald Trump y empresarios como Elon Musk, pueden encontrar en la falla del MAS una oportunidad para hacerse de recursos estratégicos de Bolivia. Sobra decir que es el país con más reservas de litio en la región. 

El MAS tiene la responsabilidad de reagruparse. Uno de los mejores proyectos y más revolucionarios del siglo podría culminar por una fractura interna. Para la historia de las fatalidades sería para Evo Morales y Alberto Arce entregar las llaves del proyecto boliviano a un gobernante de derecha. 

Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).