Javier Milei utiliza la crisis económica para instalar un capitalismo voraz, el estado de bienestar es desmantelado porque se le ha responsabilizado del deterioro económico. En un escenario de empobrecimiento, las universidades públicas son el principal muro de resistencia contra un país en demolición
Por José Ignacio De Alba / X: @ignaciodealba
Argentina vive una situación de urgencia económica que se agrava con el paso de los días, ir al supermercado o superar las necesidades básicas se vuelve cada día más difícil. Según los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (organismo del gobierno) hay 4,1 millones de argentinos que son indigentes.
Camino por la facultad de Ciencias Sociales de la UBA, la compañera -también extranjera- con la que charlo me hace una observación “¿No te parece que hay más gente viviendo en la calle, desde que llegamos?”. El derrumbe del país se percibe en tan solo algunos unos meses.
A la gente se le despoja de los medios posibles para vivir. Hay trabajadores que dejaron de utilizar el transporte público para no gastar dinero, la gente camina kilómetros para llegar a sus centros de trabajo. El trabajo, que dicho sea de paso, se vuelve insuficiente. Los maestros universitarios o el empleado común ha optado por trabajar en varios sitios para lograr sobrellevar los gastos de la casa. Hay jubilados que optan por mendigar para lograr saldar las cuentas.
En medio de ese panorama el gobierno de Javier Milei actúa con insensibilidad o, mejor dicho, con crueldad abierta. Hay aumentos en el transporte público, el topo que destruye al Estado desde adentro se empeña en áreas sensibles. El gobierno libertario martilla contra la salud pública. En estos días, el gobierno tomó por asalto el Hospital Psiquiatrico Laura Bonaparte, para cerrarlo.
Un viernes por la tarde el centro dedicado a adicciones fue cerrado definitivamente. 600 trabajadores se quedaron sin empleo de un plumazo. Miles de personas con adicciones se quedaron sin un hospital. Caso ejemplificador de la realidad del país.
Javier Milei promociona su política económica por el mundo, pero su eficacia para lograr números positivos ha consistido en pulverizar el estado de bienestar. En plena crisis económica se termina con los comedores comunitarios, aquí no hay sitios para damnificados. Es el gobierno del desprecio a los pobres, la acrofobia es la actitud del futuro.
Pero mientras el país se estremece hay dos sectores que permanecen sólidos. Los jubilados y las universidades públicas. Son los frentes que mejor articulan la oposición al gobierno de Javier Milei. Aunque ambos, también han recibido martillazos en las últimas semanas.
Milei logró vetar dos iniciativas de ley que aliviaban la situación económica de pensionados y de empleados de universidades públicas. Es decir, en ambos proyectos se estipuló que hubiera una alza salarial que se emparejara a la inflación, para que los ingresos percibidos por estos sectores no sufrieran un detrimento frente a la alza de precios.
Hoy hay más de 6,5 millones de jubilados que cobran pensiones mínimas, insuficientes para desahogar los gastos de un hogar. El 11 de septiembre, frente al Congreso de Argentina, miles de personas se reunieron para manifestarse. La marcha fue reprimida y la iniciativa no tuvo la fuerza para eludir el veto presidencial.
Este 10 de octubre el gobierno de Milei logró, con la ayuda del partido consrvador PRO, del exmandatario Mauricio Macri, darle fuerza a un segundo veto que deshabilita una iniciativa de ley que contemplaaba un aumento a la financiación de universidades públicas. Por lo menos, en lo que resta del año legislativo.
Son dos golpes desalentadores, sobre todo cuando la oposición al gobierno de Milei queda tan mal representada en el congreso. Paradójicamente, 27 diputados que apoyaron el veto al financiamiento a universidades públicas, vienen precisamente de universidades públicas. Pero también las últimas semanas ha quedado manifiesto la gran crisis que sufre el peronismo y los partidos contrarios a Milei.
Mientras que en las estructuras políticas hay una crisis, las calles han resuelto bien el descontento. Desde el jueves que se ratificó el veto presidencial inició una larga jornada de lucha en las universidades públicas del país, que han sabido articular el desconto contra el gobierno de Javier Milei.
Hasta el momento 61 universidades públicas han hecho paro en contra de las medidas del gobierno. Muchas facultades han optado por dar clases en sitios públicos a manera de protesta, clases en las calles, en las plazas y en edificios públicos.
Los próximos días son determinantes, la confrontación entre las partes se ha vuelto cada vez más frontal. Milei supo tejer alianzas en la esfera partidaria, pero en las calles no podrá desmantelar el descontento de cada vez más personas.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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