El pasado 7 de junio, ocho menores de edad se intoxicaron por ingerir bebidas alcohólicas adulteradas en un bar irregular en el Centro Histórico; una semana después otro caso similar volvió a poner sobre la mesa lo que sucede al interior de los bares del centro histórico
Texto y fotos: Camilo Ocampo
CIUDAD DE MÉXICO.- En poco más de una semana dos casos pusieron en el ojo público los bares del centro histórico de la Ciudad de México, por vender alcohol adulterado, permitir la entrada a menores, operar sin permisos renovados, sobre cupo en el establecimiento y operar en la clandestinidad
El primer caso fue el pasado 7 de junio en el bar Black Diamond o Terraza Madero, ubicado en el número 20 de la calle Francisco I Madero. Aquella tarde alumnos de diversas vocacionales del Instituto Politécnico Nacional, que celebraban el fin de semestre fueron desalojados, la mayoría menores de edad, luego del reporte de al menos ocho de ellos resultaron intoxicados por la ingesta de alcohol adulterado.
Terraza Madero se ubica al interior de la Plaza Madero, en el sexto piso. Tiene un aforo máximo de mil personas. Pero ese día, el número se cuadruplicó, o al menos eso reportó Myriam Urzua, titular de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil de la Ciudad de México, quien advirtió la presencia de 4 mil estudiantes al interior del bar.
No fue el único hecho reportado este mes. Siete días después en el bar El Perro Salado ubicado en la colonia Tránsito, las autoridades desalojaron el establecimiento por vender bebidas a menores de edad, y, al igual que el Black Diamond, operar con sobrecupo. Además una persona menor de edad se encontraba intoxicada por el consumo de alcohol.
Por esos hechos las autoridades capitalinas, abrieron una carpeta de investigación contra El Perro Salado por corrupción de menores.
En una entrevista con el diario La Jornada, el secretario de gobernación, Ricardo Ruiz Suárez, dijo que en marzo de este año las autoridades de Escuela Nacional Preparatoria número 7, denunciaron que en dicho establecimiento se le vendía alcohol a estudiantes, en su mayoría menores de edad, por lo cual se le hizo una revisión al lugar.
Ambos locales ofrecían servicio de manera ilegal pues no tenían los permisos y verificaciones necesarias emitidas por las autoridades de la alcaldía. De acuerdo a la información del Sistema Electrónico de Avisos y Permisos de Establecimientos Mercantiles (Siapem) El Perro Salado no tiene un registro en el sistema, mientras que Terraza Madero no revalidó su permiso el año pasado y, pese a eso, mantenía sus puertas abiertas y ofreciendo servicio.
En respuesta al escándalo, el jefe de Gobierno, Martí Batres, citó a los dueños de los establecimientos a una reunión:
“Se les pidió (a los dueños) que colaboren, pero también se les dijo que se van a tomar medidas, pero en ambos casos pues se van a tener que aplicar sanciones. Son cosas muy delicadas, no es una cuestión simplemente de una falta administrativa, se pone en riesgo la integridad física y hasta la vida de los jóvenes», dijo Batres en conferencia de prensa tras la reuión.
También afirmó que se continuará con los operativos impulsados por el Instituto de Verificación Administrativa (INVEA) “La noche es de todos» que busca prevenir este tipo de acontecimientos.
Diego, un estudiante de 17 años del Cecyt número 7 que estuvo presente el día del desalojo en el bar Black Diamond narra a Pie de Página cómo ocurrieron los hechos.
De acuerdo al menor de edad, la cita fue por medio de publicaciones en redes sociales, en donde se ofrecían boletos para asistir al evento Vocafest, con precios que oscilaban entre los 60 pesos y los 200 pesos. En los boletos se podía ver el nombre del bar en letras grandes “Black”, junto a la fecha, el nombre del evento y el logo del Instituto Politécnico Nacional de fondo.
“Básicamente llegando, como yo tenía mi preventa comprada, lo único que hicieron fue ver que tuviera la preventa, me revisaron para que no llevara ningún tipo de droga y me hicieron que dejara la mochila en la paqueteria y ya luego me hicieron pasar a donde iba a ser el evento”, cuenta.
Él no bebió nada durante toda la fiesta y sus amigos prefirieron comprar una botella cerrada con refrescos, para evitar que a sus bebidas les colocaran algo.
La estaba pasando bien, convivió con sus amigos y todo parecía estar en orden. Sin embargo, al momento de recoger su mochila, aproximadamente a las 5 de la tarde “con la papeleta que me habían dado para que me dieran mis cosas, nada más no me entregaban nada y así estuvieron como por casi 40 minutos o 50, hasta que llegó la policía y nos dijeron que teníamos que desalojar el lugar y que en la parte de abajo nos iban a dar nuestras pertenencias”.
Abajo, entre todo el tumulto, personal de Protección Civil le informó que “existía riesgo de colapso en el inmueble”. Por lo que tuvo que esperar dos horas a que fueran evacuadas las personas y se tuviera control de la situación.
Mientras Diego esperaba, a su alrededor estudiantes eran atendidos por personal del Escuadrón de Urgencias y Rescate Médico (Erum) por intoxicación, por medio de videos que fueron compartidos en redes sociales, se puede observar cómo algunos estudiantes auxilian a sus compañeros que se encuentran totalmente inconscientes y cómo otras personas son atendidas por personal de la policía e integrantes del Erum.
Reportan al menos 6 intoxicados en un evento llamado "Vocafest", en un bar de la calle Madero, en el Centro Histórico de #CDMX
El lugar fue desalojado por policías de la @SSC_CDMXpic.twitter.com/WiuMnzXvRk
— Manuel Lopez San Martin (@MLopezSanMartin) June 8, 2024
#Vocafest: la fiesta con bebidas adulteradas que terminó con jóvenes intoxicados en un bar de la #CDMX; esto sabemos pic.twitter.com/NYtlmK7yhm
— El Universal Hidalgo (@UniversalHgo) June 11, 2024
Pablo Montoya es estudiante de una de las tantas escuelas cercanas al Centro Histórico. Él narra para Pie de Página cómo fue víctima del bar ubicado en la calle Madero hace un año.
En marzo del 2022, Pablo en compañía de al menos 20 estudiantes de la universidad a la que asiste, fueron a festejar el comienzo de semestre al bar Terraza Madero. Sin embargo, “Desde que te paras afuera del predio sobre la calle de Madero, comienza el trato hostil por parte de la gente que trabaja en el lugar”.
Pablo relata que poco antes de entrar al sitio, le mencionaron que existía un consumo mínimo, esto pese a que la Procuraduría Federal del Consumidor recalcó que estas prácticas están prohibidas y son injustificadas.
Una vez dentro del bar y después de un cateo por parte de la seguridad del lugar, “un par de amigos y a mí, que éramos los últimos en la fila, nos entregaron una carta y nos reiteraron que para poder estar en el lugar, teníamos que tener un consumo mínimo, entonces fue que pedimos unas opciones de cerveza que nos vendieron muy caras”.
Desde el primer trago de cerveza, se percataron que tenía un sabor muy extraño y una consistencia distinta a como debería ser.
“Era una cerveza oscura y en teoría la cerveza oscura normalmente tiende a ser más espesa que una clara, el tema es que desde que comenzamos a tomar esa cerveza, sentimos que estaba muy liviana, como diluida con agua”.
Mientras trataban de disfrutar su cerveza afirma Pablo Montoya que el entorno se sentía como muy tenso, debido a que durante el poco tiempo que estuvieron en el lugar, los meseros todo el tiempo estuvieron muy cerca de ellos y “no estaban como para atendernos, más bien estaban como para vigilar que no hiciéramos una pendejada, como después se nos específico”.
El estudiante afirma que después de percibir este ambiente, que se tornaba más hostil, comenzó a apurar su consumo para abandonar el lugar. Pero uno de los meseros se acercó para exigirles el siguiente trago acorde a lo que habían pedido originalmente.
Fue en ese momento cuando las personas que acompañaban a Pablo se percataron de lo que ocurría, así que pidieron la cuenta para retirarse del lugar.
El monto era de mil 200 pesos. En un principio, les comentaron que no existía un pago con tarjeta y que todo era por medio de efectivo y con respecto al pago del monto principal, tuvieron que pagar 400 pesos extras, más la propina, todo esto sin que en ningún momento se mostrara un ticket o la cuenta.
Montoya comenta que “al mencionarles que necesitábamos el pago con la terminal, ellos nos dijeron que teníamos 5 minutos para ver que hacíamos para pagarles o nos iban a dar en la madre al grupo de 3 amigos que nos dieron las cartas”.
Acordaron realizar un retiro del banco, sin embargo para hacer la operación fueron custodiados hasta un cajero y a los demás se les prohibió salir hasta que pagarán la cantidad acordada. Comenzó un enfrentamiento verbal con los meseros, quienes afirmaban que el grupo de estudiantes no quería pagar la cuenta.
“Una vez que se pagó el total de la cuenta, al comentarles que únicamente dejaríamos el 10 por ciento de propina, comenzaron a rodearnos y nos comenzaron a decir que le llegáramos a la chingada y que juntáramos nuestras cosas para irnos”.
Por sus compañeros de la escuela se enteraron que un compañero de un grado mayor fue agredido físicamente, “La situación fue la misma, una discrepancia con el monto que se tenía que pagar”, relata Pablo.
Hace 5 años, en su cumpleaños número 16, Adrián Castillo decidió ir a festejar a un bar. Acudió a Terraza Madero, donde sabía que podía ingresar sin la necesidad de un documento que acreditara la mayoría de edad, como establece la ley vigente en la Ciudad de México. Iba con ocho amigos, todos menores de edad.
“Pedimos varios tritones (1 tritón son cinco litros de cerveza) y varias bebidas más, y pues como éramos jóvenes inexpertos, pues nos pusimos mal, pero no tan mal como lo que pasó (el 7 de junio), sino muy borrachos y ambientados”, recuerda.
Pese a que se la estaba pasando bien y todo transcurría con aparente normalidad, al igual que ocurrió a Pablo Montoya, cuando quisieron pagar la cuenta que se supone era de 1 mil 500 pesos, les cobraron 3 mil pesos.
“El mesero nos decía que estábamos borrachos y por eso no recordábamos lo que pedimos”.
Al no aceptar, “el mesero le habló al de seguridad”. A este último lo describe como un hombre muy grande, quien les dijo:
–No, chavos, no queremos tener problemas con ustedes. Pero si no pagan, no sé qué va a pasar.
“Y pues nosotros todos inexpertos, nos dejamos intimidar y tuvimos que pagar”.
Manuel Oropeza es coordinador general de la Autoridad del Centro Histórico. Al ser cuestionado sobre si estos son casos aislados, advierte que: “Tenemos registro de muchas situaciones con bares en el Centro Histórico que tienen que ver con exceso de ruido, también hemos tenido quejas sobre temas de sobrecupo, en donde se ve la entrada y hay quejas de (la presencia) menores de edad.
Asegura que por indicación del Jefe de Gobierno, Martí Batres, se comenzó con el trabajo de ubicar los espacios y calles donde se llevan a cabo estas prácticas, además de mantener un contacto permanente con las instituciones educativas de la zona y afirmó que “Se está trabajando en un programa operativo para estas próximas semanas”
Recientemente, la Autoridad del Centro Histórico tuvo una reunión con cerca de 30 (dueños) de estos lugares, “que no significa que todos trabajen fuera de la norma, sino que son bares que tienen vida nocturna, para que sepan de la normatividad a la que están obligados y también para que sepan que habrá una supervisión muy especial en estas próximas semanas y más que estamos en fin de curso sobre todo en las escuelas de educación media superior”.
Como medida cautelar, según el Coordinador General de la Autoridad del Centro Histórico, “de manera permanente se hacen visitas y se solicita la verificación formal por parte del INVEA que tiene competencias en desarrollo urbano y de establecimientos mercantiles
En abril del 2023, como parte del operativo “La noche es de todos” se hizo una revisión a los bares del Centro Histórico ubicados en las calles de Regina, Allende y San Jerónimo, todas en los alrededores de donde se ubican los bares clausurados.
Al preguntarle a Oropeza si en estas revisiones salieron a relucir anomalías en ambos bares (que se encuentran hoy fuera de servicio), explicó que “ya se habían presentado quejas en general de Madero 20 en donde se ubican varios bares: Mr. Bunny, Mr. Duck, la Habana, el Black y hay otro lugar ahí como sin razón social. Hay al menos 5 o 6 establecimientos de este tipo y se han tenido diversos sucesos, se han tenido situaciones, pero el sobrecupo como el que vimos hace 15 días, no, fue algo fuera de lo normal. En el caso del Perro Salado, también se habían tenido quejas en diversas áreas.”
Pese a tener conocimiento claro de las anomalías dentro la plaza con el número 20 en avenida Madero y después de lo ocurrido el viernes 7 de junio, la vida nocturna continua al interior del inmueble. Lo único que ha cambiado es que el bar Black mantiene sus luces apagadas y las puertas cerradas.
De acuerdo con Oropeza, “la mayoría son temas (administrativos). Tienen que ver con INVEA (El Instituto de Verificación Administrativa), con temas de desarrollo urbano. En ellas en ninguna ha intervenido la alcaldía propiamente con el tema de establecimiento mercantil, también se ha detectado temas de uso de suelo, también por temas de protección civil y en algunos casos, intervino la Fiscalía General de Justicia”
El coordinador confirma que la reapertura de estos negocios dependerá de la fiscalía y de los procesos en materia administrativa. “En el caso del Black (Terraza Madero) hay un proceso abierto por el INVEA, y los dueños tienen que solventar la parte administrativa y la parte penal que corresponda con la fiscalía.” Con respecto al Perro Salado, dice, “actualmente está sujeto a un proceso de investigación penal y la fiscalía deslindará responsabilidades”.
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