La nueva película de Pixar nos enseña que toda emoción puede ser beneficiosa bajo control, siempre que esta sea equilibrada con ayuda de las otras, aunque el problema está cuando toma el control una única emoción, sin dar paso a que se expresen las otras
Texto: Andi Pastrana
Foto: Tomada del trailer Oficial
CIUDAD DE MÉXICO. – El último estreno de la compañía Pixar ha causado furor en el público, por un lado, por la masiva campaña publicitaria y por otro, por la trama que ha pesar de ser sencilla, relata un poco de la realidad sobre lo que son las emociones conforme uno va creciendo.
En la primera entrega se nos presentó a Riley, una niña que vive con sus padres y debe enfrentarse a ciertos cambios, como mudarse a otra ciudad; el enfoque realmente está en sus emociones: Alegría, Tristeza, Furia, Temor y Desagrado. Estas cinco son quienes controlan a Riley desde un centro de control, que es su cerebro.
Se nos explica que dentro de cada persona hay todo un mundo conformado por recuerdos, cada uno siendo registrado por una o más emociones. Asimismo se muestra toda la organización que hay para que Riley pueda existir de la manera en que lo hace, no desde un punto científico sino fantástico, explicando que cada día vivimos momentos esenciales, que aunque no nos demos cuenta y la mayoría se vayan a la memoria a largo plazo, ahí están y se quedan en nosotros conformando nuestra personalidad.
Hacemos un viaje por el cerebro de la niña junto con Tristeza y Alegría. En esta travesía ellas dos aprenden que ninguna emoción es menos válida que la otra, más bien que son todas necesarias y que requieren de las otras para que haya un equilibrio. Enseñan a los niños que está bien estar triste, que no deben reprimirse y que es normal e incluso sano que no todo sea alegría.
Con el tiempo Riley crece y es así como llegamos a esta secuela, donde deja de ser una niña para entrar a la pubertad, una de las etapas de mayor cambio a lo largo del crecimiento humano.
En este momento las emociones empiezan a perder el control que tenían, se dan cuenta de que sus reacciones son mucho más intensas y además, deben recibir a sus nuevos compañeros de trabajo: Envidia, Aburrimiento, Vergüenza y principalmente, Ansiedad. Se suman al equipo dentro de la mente de Riley, justamente en su proceso de dejar la primaria para iniciar la secundaria, por lo que llegan con todas las dudas e inseguridades que una niña de 13 años puede tener.
La película inicia demostrando el trabajo de las emociones durante 13 años, en los cuales se han recopilado suficientes experiencias para forjar una personalidad, con ideales y convicciones, gustos y disgustos. Riley está en un momento de mucha incertidumbre, no solo ella sino todo su entorno está cambiando. Eso la mete en un conflicto en el cual entra todo preadolescente: hacer amistades sin perder su esencia, sentir que pertenece sin dejar de ser ella misma.
Con la llegada de Ansiedad esto se vuelve más complicado, pues es la encargada de imaginar todo escenario catastrófico posible y de insertar nuevas inseguridades a Riley en este nuevo entorno antes de verle solución alguna.
El filme nos enseña que toda emoción puede ser beneficiosa bajo control, siempre que esta sea equilibrada con ayuda de las otras. Ansiedad y Temor en cierto punto la mantienen protegida, la ponen alerta y le impiden bajar la guardia, Envidia es quien ve lo que le gustaría tener de otras personas pero no necesariamente de forma negativa, Desagrado junto con Furia son quienes le ayuda a poner límites sobre lo que le gusta y lo que no. El problema está cuando toma el control una única emoción, sin dar paso a que se expresen las otras.
Lo que pasa con Ansiedad es que ella toma el mando y desplazando a las otras, hace que toda Riley sea ansiedad. Toda su personalidad formada a base de las cinco primeras emociones se ve nublada por este nuevo sentimiento que se adueña de ella y sobre el cual no logra tomar control. Pero lo que la cinta nos dice es que una emoción no nos define, por más que a veces sintamos que es ella la que nos controla, la realidad es que somos personas con una historia que va más allá de la emoción, esa no es toda nuestra personalidad, aunque a veces lo parezca y sí sea una parte de ella; requerimos trabajarlo y reconocer a todas nuestras emociones para entender que somos el conjunto entero, no una aislada.
Ahí la importancia de no reprimir ninguna emoción, pues todas son necesarias para entendernos y para contrarrestarse entre sí.
A la larga lo que nos hace ser lo que somos es esta combinación de sentimientos así como la infinidad de pensamientos que eso genera. Además, la forma en que nos perciba la sociedad dependerá de cómo manejamos estas emociones para expresarlas al público.
Por otro lado, la cinta nos muestra que así como pasa con las emociones, es lo mismo para los recuerdos. No podemos ignorar los momentos que no son felices y quedarnos solo con lo bueno, eso sería tener una versión irreal de nuestra propia vida, pues esta está conformada por sucesos gratos e ingratos y tenemos que aprender a lidiar con ello, ya que es algo inevitable.
Nunca podremos controlarlo todo y habrán cosas que no nos gusten y que aún así tendremos que soportar, pero si nos acostumbramos a negar esa realidad entonces no podremos afrontar todos los problemas que se presentan conforme uno va creciendo, si decidimos evadirlos en lugar de hacernos cargo, lo que pasará será que se van a acumular creando uno mayor con el que no podremos lidiar.
Nadie es feliz todo el tiempo y conforme nos vayamos enfrentando a diversas situaciones experimentaremos emociones más complejas.
Y la película nos enseña que eso está bien y es normal; que los malos momentos también son parte fundamental de nuestra formación. Somos una combinación de todo nuestro pasado, nuestras experiencias y la forma en que hemos respondido ante ellas son las que nos hacen ser en la actualidad lo que somos y negar lo negativo es negar una parte de nosotros.
Finalmente, creo que es interesante resaltar el cambio que ha habido últimamente en torno a las películas infantiles.
En los últimos años hemos visto nuevas propuestas para los niños, que salen de las historias típicas románticas a las que Disney nos había acostumbrado. Se ha normalizado hablarle a las nuevas generaciones sobre temas más reales, como en este caso es el manejo de las emociones. Al ser una producción más de Pixar, destinada para las infancias, no profundiza mucho en lo que puede llegar a ser la ansiedad a mayores niveles, pero sí enseña los principios de lo que se trata.
Pero aunque no se muestre la parte más cruda, sí se le habla a los niños sobre la importancia de expresar lo que sienten sin necesidad de bloquearse con una emoción. Les enseña que en la vida van a cometer muchos errores inevitablemente, pero que eso no los define, sino la forma en que reaccionan ante tales situaciones y que no hay emociones más importantes que otras, que para que la alegría exista y se disfrute es necesario atravesar a todas las demás.
A pesar de que aún falta mucho que abordar en el tema de salud mental, es importante que desde la infancia se estén sentando las bases sobre lo que es el trabajo emocional. Que las futuras generaciones vayan creciendo con otras formas de relacionarse, en las que haya otra visión sobre las emociones y se normalicen temas como la ansiedad, que como se muestra en la película, todos tenemos en cierto nivel; pero hablarlo y difundir información puede ayudar a quienes tienen un alto grado, a quienes ya no les es funcional.
Esta película está disponible en cines.
Me gusta escribir lo que pienso y siempre busco formas de cambiar el mundo; siempre analizo y observo mi entorno y no puedo estar en un lugar por mucho tiempo
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