Los intereses económicos que han modelado la Ciudad de México los últimos 20 años van a cambiar para hacer una ciudad más justa, o al menos eso promete el nuevo titular del Instituto de Planeación Democrática y Prospectiva, órgano encargado de determinar cómo y para quiénes crece la ciudad.
Texto: Arturo Contreras
Fotos: Diego Simón Sánchez / Archivo Cuartoscuro
CIUDAD DE MÉXICO.- El modelo de desarrollo de ciudad que tenemos está lleno de vicios que hacen que la capital del país expulse a cerca de 100 mil personas cada año. En las últimas décadas, el Estado se alejó de tareas económicas importantes, como la vivienda o el desarrollo urbano. Su lugar fue ocupado por el libre mercado, lo que creó una ciudad injusta e inalcanzable para miles, o al menos así entiende el desarrollo urbano reciente de la Ciudad de México Federico Taboada, encargado de despacho del Instituto de Planeación Democrática y Prospectiva del gobierno capitalino.
“Detrás del modelo actual de ciudad hay varios vicios: la injusticia, la entrada del libre mercado a ultranza. Sin ningún criterio han tenido como resultado la ciudad que tenemos hoy”, asegura en entrevista Federico Taboada, quien asumió el cargo hace casi una semana, y que además plantea cómo poder desafiar a las mafias inmobiliarias que se han desarrollado en la ciudad.
La principal herramienta que existe en el gobierno para poner orden al apetito voraz de las empresas de la construcción son los Planes de Ordenamiento Territorial. Sin embargo, el desarrollo de este tipo de herramientas o instrumentos ha sido atropellado, por decir lo menos.
Si bien el Instituto de Planeación tiene la potestad de desarrollar los planes y programas que rigen el crecimiento de la ciudad, su elaboración, que por ley debe ser democrática y con la participación de la ciudadanía, no se ha podido concretar por diversas razones; entre ellas, la elaboración unilateral por parte del Gobierno de la Ciudad o la falta de consultas y participación ciudadana para su desarrollo.
La intención de su nuevo titular, considerando que a la actual administración le quedan pocos meses y que el panorama político en la ciudad podría cambiar después de las elecciones del 2 de junio, es dejar las bases para lograr desarrollar los planes de esa forma.
Sus primeros pasos serían proponer una Ley de Ordenamiento Territorial que sentaría las bases para la elaboración de un Plan General de Ordenamiento Territorial, que lo mejor, a consideración del propio Taboada, sería que fuera elaborado por la siguiente administración para tener una verdadera legitimidad.
El modelo actual, asegura Taboada, ha hecho que el derecho a la vivienda no pueda ser garantizado, no solo para las 100 mil personas que son expulsadas de la ciudad, sino para cientos de miles más que padecen lo que significa vivir en las periferias de la capital.
Para solucionarlo, dice, urge tener claro el plan de desarrollo de la ciudad a futuro, un pendiente que se ha relegado en la capital del país desde hace décadas.
El último plan de desarrollo de la ciudad, que buscaba crear una urbe ordenada, accesible, con servicios para quienes vivieran en ella, se realizó en la década de los ochenta del siglo pasado. Desde entonces, la ciudad no tiene una visión sobre cómo dirigir el desarrollo.
En estos 20 años se han rematado o regalado predios públicos. También se han dado facilidades como nunca antes a las empresas de desarrollo inmobiliario. Un ejemplo es lo que pasó con el Parque Delta, un estadio de béisbol, parte del patrimonio público, que pasó a manos privadas para levantar ahí un centro comercial, comenta Taboada.
“Muchas obras, pero nunca se priorizó la calidad de las construcciones, la inversión en transporte público se desplomó y la política de vivienda desapareció”, comenta. Después, con ironía, añade: “Aún hoy no la hemos podido encontrar”.
El papel que debería tener el Instituto de Planeación en ese desarrollo es crucial, sin embargo, desde su creación, hace casi seis años, se ha relegado. Hoy, Federico Taboada, a cargo del Instituto, planea recuperar esa tarea que es crucial.
“Hoy en día ese modelo está muy cuestionado y tenemos que tener una idea clara de hacia dónde ir”, asegura.
Cuando llegó al despacho del Instituto, el jóven arquitecto y urbanista pudo hacer un análisis de una realidad conocida para muchos:
“Encontramos una ciudad muy desigual y muy injusta, sobre todo con las personas más pobres. Nuestra tarea va a ser cambiar el modelo a uno en el que podamos vivir todas y todos. Desde las personas que son trabajadoras del hogar, enfermeras, carniceros, taxistas, e incluso las personas de mayores ingresos”.
Por ejemplo, el acceso a la salud, que está garantizado en el artículo cuarto de la Constitución; si tu clínica más segura está a cuatro horas y además no hay transporte público, pues no hay mucho acceso a ese derecho
“Si una ciudad está bien planeada no tienes porque hacer dos horas de viaje a tu trabajo y puedes pagar Ia vivienda con menos del 30 por ciento de tu ingreso. Pero, en vez de ello, tenemos un alto nivel de concentración de los servicios y equipamientos públicos, en el que los más pobres tienen un menor acceso” asegura.
Cuando Taboada habla de servicios y equipamiento, se refiere, principalmente, a tres aspectos: al transporte público (que en las zonas centrales presenta una ventaja de oferta de cinco a uno con respecto a las periferias), el acceso a la cultura y a la salud.
“Parte de poder garantizar una mejor ciudad pasa por aumentar la oferta de vivienda, pero tenemos este problema que cuando mencionas el tema de la densidad, piensan en proyectos como City Towers, Be Grand o Mítikah, pero no nos referimos a eso, más bien a poder aumentar las densidades en lugares donde una casa unifamiliar ocupa terrenos de media hectárea, pero definitivamente no hablamos de crear más rascacielos”, comenta.
Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.
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