28 abril, 2024
Tras cinco días de silencio, el presidente español, Pedro Sánchez, decidió mantenerse en el gobierno y enfrentar la guerra sucia emprendida por la derecha contra su esposa. El fin de semana, recibió el apoyo de mandatarios de América Latina y de miles de militantes de su partido
Texto: Redacción Pie de Página
Foto: Redes sociales del PSOE
Actualizada 29 de abril
CIUDAD DE MÉXICO.- Pedro Sánchez seguirá al frente del gobierno español. Después de cinco días de reflexión, en los que anuló todos los actos de su agenda pública y recibió muestras de solidaridad de las izquierdas en el mundo, el presidente de España decidió mantenerse frente a la guerra sucia emprendida por la derecha y la extrema derecha contra él y su familia.
A primera hora de este lunes 29, Sánchez comenzó acudió al Palacio de la Zarzuela para tener una reunión con el Rey Felipe VI, en su calidad de jefe de Estado, e informarle en primera persona su decisión. Después regresó al Palacio de La Moncloa, donde hizo una declaración institucional en las puertas del recinto y al aire libre.
En su mensaje, Sánchez instó a la sociedad española a “mostrar al mundo cómo se defiende la democracia”, pero no habló de acciones concretas a seguir. Tampoco aclaró si se sometería a una cuestión de confianza en el Congreso de los Diputados, ni si tomará decisiones de gobierno con respecto al poder judicial o a los medios e comunicación de “la galaxia de la derecha» que lo han llevado al punto de la dimisión.
“Se trata de decidir qué tipo de sociedad queremos ser. Nuestro país necesita esta reflexión. Llevamos demasiado tiempo dejando que el fango contamine nuestra vida pública. Exigir resistencia incondicional es poner el foco en las víctimas y no en los agresores”, dijo.
Aquí, el discurso íntegro :
Buenas tardes. Como saben, el pasado miércoles escribí una carta dirigida a toda la ciudadanía. En ella les planteaba si merecía la pena soportar el acoso que desde hace diez años sufre mi familia a cambio de presidir el Gobierno de España.
Hoy, tras estos días de reflexión tengo la respuesta clara. Si aceptamos todos como sociedad que la acción política permite el ataque indiscriminado a personas inocentes, entonces no merece la pena.
Si consentimos que la contienda partidista justifique el ejercicio del odio, de la insidia y de la falsedad hacia terceras personas, entonces no merece la pena.
Si permitimos que las mentiras más groseras sustituyan el debate respetuoso y racional basado en evidencias, entonces no merece la pena.
Por muy alto que sea, no hay honor que justifique el sufrimiento injusto de las personas que uno más quiere y respeta, y ver cómo se intenta destruir su dignidad sin el más mínimo fundamento.
Tal y como les anuncié, necesitaba parar y reflexionar sobre todo ello. Y sé que la carta que les envié pudo desconcertar, porque no obedece a ningún cálculo político. Y es cierto. Soy consciente de que he mostrado un sentimiento que en política no suele ser admisible. He reconocido ante quienes buscan quebrarme, no por quien soy, sino por lo que represento, que duele vivir esta situación. Que no deseo a nadie.
También porque sea cual sea nuestro oficio, nuestra responsabilidad laboral, vivimos en una sociedad donde solo se nos enseña y se nos exige mantener la marcha a toda costa. Pero hay veces en que la única forma de avanzar es detenerse, reflexionar y decidir con claridad por dónde queremos caminar.
He actuado desde una convicción clara. O decimos basta o esta degradación de la vida pública determinará nuestro futuro condenándonos como país. Es cierto que, dado este paso por motivos personales, pero son motivos que todo el mundo puede entender y sentir como propios, porque responden a valores troncales de una sociedad solidaria y familiar como es la española.
Porque esto no es una cuestión ideológica. Estamos hablando de respeto, de dignidad, de principios que van mucho más allá de las opiniones políticas y que nos definen como sociedad. Esto nada tiene que ver con el legítimo debate entre opciones políticas. Tiene que ver con las reglas del juego.
Si consentimos que los bulos deliberados dirigen o dirijan el debate político, si obligamos a las víctimas de esas mentiras a tener que demostrar su inocencia en contra de la regla más elemental de nuestro Estado de derecho. Si permitimos que se vuelva a relegar el papel de la mujer al ámbito doméstico teniendo que sacrificar su carrera profesional en beneficio de la de su marido. Si, en definitiva, permitimos que la sinrazón se convierta en rutina, la consecuencia será que habremos hecho un daño irreparable a nuestra democracia.
Exigir resistencia incondicional a los líderes objeto de esa estrategia es poner el foco en las víctimas y no en los agresores. Y confundir libertad de expresión con libertad de difamación es una perversión democrática de desastrosas consecuencias.
Por tanto, la pregunta es sencilla. ¿Queremos esto para España? Mi mujer y yo sabemos que esta campaña de descrédito no parará. Llevamos diez años sufriéndola. Es grave, pero no es lo más relevante. Podemos con ella. Lo importante, lo verdaderamente trascendente, es que queremos agradecer de corazón las muestras de solidaridad y de empatía que hemos recibido de todos los ámbitos sociales. Lógicamente, me van a permitir un agradecimiento especial a mi querido Partido Socialista.
En todo caso, gracias a esa movilización social que ha influido decisivamente en mi reflexión y que vuelvo a agradecer, quiero compartir con todos ustedes lo que finalmente he decidido. De ello he informado previamente al jefe del Estado esta misma mañana. He decidido seguir, y seguir con más fuerza, si cabe, al frente de la Presidencia del Gobierno de España.
Esta decisión no supone un punto y seguido, es un punto y aparte. Se lo garantizo. Por eso asumo ante ustedes mi compromiso de trabajar sin descanso, con firmeza y con serenidad por la regeneración pendiente de nuestra democracia y por el avance y la consolidación de derechos y de libertades.
Asumo la decisión de continuar con más fuerza, si cabe, al frente de la Presidencia del Gobierno de España. Solo hay una manera de revertir esta situación: que la mayoría social, como ha hecho estos cinco días, se movilice en una apuesta decidida por la dignidad y el sentido común, poniendo freno a la política de la vergüenza que llevamos demasiado tiempo sufriendo. Porque esto no va del destino de un dirigente particular, Eso es lo de menos. Se trata de decidir qué tipo de sociedad queremos ser. Y creo que nuestro país necesita hacer esta reflexión colectiva.
De hecho, durante estos cinco días ya hemos comenzado a hacerla. Una reflexión colectiva que abra paso a la limpieza, a la regeneración, al juego limpio. Llevamos demasiado tiempo dejando que el fango colonice impunemente la vida política, la vida pública, contaminándonos de prácticas tóxicas inimaginables hace apenas unos años.
Apelo, en consecuencia, a la conciencia colectiva de la sociedad española. Una sociedad que, desde el acuerdo generoso, supo sobreponerse a las terribles y profundas heridas del peor de sus pasados. Una sociedad que consiguió vencer de manera ejemplar todos los desafíos democráticos que sufrió, que superó con éxito una pandemia, que pese al difícil contexto geopolítico que sufrimos con guerras en Oriente Medio y en Ucrania, vive un muy buen momento económico y respira paz social.
Una sociedad que asombró al mundo por su aceptación entusiasta de los derechos y de las libertades, pasando de ser un país oscuro a un referente internacional de libertades y de democracia, de progreso y de convivencia. Hoy pido a la sociedad española que volvamos a ser ejemplo e inspiración para un mundo convulso y herido. Porque los males que nos aquejan no son ni mucho menos exclusivos de España. Forman parte de un movimiento reaccionario mundial que aspira a imponer su agenda regresiva mediante la difamación y la falsedad, el odio y la apelación a miedos y amenazas que no se corresponden ni con la ciencia ni con la racionalidad. Mostremos al mundo cómo se defiende a la democracia. Pongamos fin a este fango de la única manera posible: mediante el rechazo colectivo, sereno, democrático, más allá de las siglas y de las ideologías, que yo me comprometo a liderar con firmeza como presidente del Gobierno de España.
La semana pasada, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid abrió una investigación contra la esposa del presidente de España, Begoña Gómez, a partir una denuncia de Manos Limpias, un sindicato de dudosa reputación ligado a la ultra derecha.
El juez que admitió el trámite es Juan Carlos Peinado – cuya hija milita en el Partido Popular- con una denuncia de siete páginas que incluyen ocho recortes de El Confidencial, Voz Pópuli, The Objective, ES Diario y Libertad Digital con informaciones sin pruebas sobre Begoña Gómez.
Tras el escándalo, Pedro Sánchez anunció el miércoles que se retiraría unos días a reflexionar con su familia su posible dimisión. El mandatario señaló a los medios de comunicación de la “galaxia de la derecha”, a los jueces conservadores y a los dos principales líderes de la derecha española, Alberto Núñez Feijóo, del Partido Popular, y Santiago Abascal, de Vox, de dirigir una campaña de mentiras contra él y su familia.
Sin embargo, esta no es la primera vez que la derecha española usa la desinformación y el lawfare contra los políticos y candidatos de izquierdas.
Lo mismo han pasado líderes del partido Podemos -Pablo Iglesias, Irene Montero, Victoria Rosell- y otros, como Mónica Oltra (Iniciativa del Poble Valencia) y Ada Colau (Barcelona Comú). En todos los casos, las causas se han archivado, por falta de pruebas, pero “los daños de la prensa son irreparables”, escribió Víctor López en Público.
El sábado pasado, unos diez mil militantes del Partido Socialista Obrero Español se manifestaron frente a la Moncloa, sede del Ejecutivo de ese país para pedir a Pedro Sánchez, su titular actual, que no deje el cargo, decisión que informará si toma este lunes.
El presidente español inició el suspenso de su decisión a través de una carta, el mismo día en que un tribunal inició un juicio en contra de su esposa, Begoña Gómez, quien enfrenta acusaciones de corrupción y tráfico de influencias en lo que el mismo Sánchez ha calificado como una guerra sucia desde la extrema derecha de esa nación.
Según reportó BBC Mundo, una decena de miles de personas se movilizaron de todos los rincones del país a la calle de Ferraz, donde tiene dirección la sede del poder ejecutivo español. Entre los gritos resonaban los “Pedro, no te rindas” y el “No estás solo”.
Desde la mitad de la semana pasada el presidente y líder de la izquierda en ese país anunció que cancelaría todas sus reuniones oficiales para poder reflexionar en su futuro después de que Miguel Bernad, un líder de extrema derecha denunciara la supuesta corrupción de Begoña Gómez desde su organización Manos limpias.
“Y yo, no me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer que vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también”, dijo Pedro Sánchez en la carta que publico el miércoles.
Alrededor del mundo, líderes de la izquierda, como el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva y el de Colombia, Gustavo Petro
El presidente brasileño informó a través de sus redes sociales que había mantenido una conversación con Pedro Sánchez: “Hablé hoy con el presidente español Pedro Sánchez para solidarizarme con su liderazgo y su papel para una España democrática cada vez más justa, próspera y humana. Su fuerza y su papel son importantes para su país, para Europa y para el mundo”
Por su parte el presidente de Colombia, Gustavo Petro, se solidarizó con el español y recordó que en su país, la derecha ha tenido el mismo tipo de comportamiento. “Mi solidaridad con el presidente de España y su familia”, dijo en un mensaje en X, antes Twitter. “Aquí en Colombia la derecha, hace tiempos franquista, hace la misma faena con el primer gobierno progresista desde hace muchas décadas”.
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