En La Vergüenza (Tusquets, 2022), Ernaux explora el absurdo de las buenas conciencias, las costumbres de escuelas y familias religiosas. ¿Qué pensarán de ti?, ¿qué van a decir de ti?, preguntas a las que la escritora recurre a lo largo de este libro, con la mirada fija sobre las expectativas impuestas
Por Évolet Aceves / X: @EvoletAceves
Este libro inicia con una cita concisa de Paul Auster en la que afirma que el lenguaje no es la verdad sino la forma de existir en el universo.
La vergüenza (Tusquets, 2022) es un texto autobiográfico de la ganadora del Premio Nobel de Literatura 2022, la francesa Annie Ernaux, que antes de ser publicado en Tusquets, en la Colección Andanzas, se publicó en su idioma original en el año 1997.
Atrae por la forma en que está escrito, pequeños párrafos que sintetizan episodios de la infancia de la autora, marcados por momentos de violencia y una educación religiosa impuesta y severa en la que se vislumbran escenas que van desde las descripciones de las vestimentas de las coetáneas de Ernaux hasta las costumbres de una sociedad rural francesa en la segunda mitad del siglo XX, cuando la autora era una adolescente. Explora el absurdo de las buenas conciencias, de las costumbres de las escuelas y las familias religiosas.
La cotidianidad se hace presente, una cotidianidad del acontecer en la vida de Ernaux, pero también se nota en sus palabras la fluidez de un lenguaje coloquial.
Como afirma Ernaux, “No deseo escribir ningún relato, pues eso significaría crear una realidad en lugar de buscarla”, lo que ella busca es “Ser, en pocas palabras, etnóloga de mí misma”, y también afirma que “No existe una auténtica memoria de uno mismo”, por lo que resulta prolífica y enriquecedora la manera en que utiliza sus vivencias, a partir de la memoria viva, como materia prima de la disección autobiográfica, volviéndola materia literaria.
Los asuntos triviales que la autora alcanza en sus reflexiones son pensamientos que suelen ser comunes: “Existe la creencia generalizada de que no se puede ir a ninguna parte sin conocer a alguien, y admiramos a todos aquellos o aquellas que no tienen miedo de ir a donde sea”; temas que se hilvanan con su propia historia, pasando constantemente del pasado al presente de manera fluida. ¿Qué pensarán de ti?, ¿qué van a decir de ti?, son preguntas a las que la escritora suele recurrir a lo largo de este libro, la mirada fija sobre el comportamiento, puesta sobre las expectativas impuestas.
Otro punto interesante es el humor que encuentra en la cotidianidad: “Ser como todo el mundo era el objetivo general, el ideal que debía alcanzarse. La originalidad pasaba por excentricidad, incluso como la señal de estar chiflado. Todos los perros del barrio se llamaban Toby o Boby”.
A la mitad del libro, escribe: “No puedo evitar asociar la palabra privado con la carencia y el miedo, con lo cerrado. Incluso cuando se habla de vida privada. Escribir es algo público”, y esto último me hace pensar en el poder de la escritura como elemento de exteriorización. Ernaux ejemplifica la ausencia de pudor en la escritura.
Gana relevancia al ser acreedora al Nobel de Literatura en un momento en el que la escritura del yo está tan presente, y el ejercicio de la autoexploración, de revisitar la propia vida a través de la literatura como una reflexión pública le da fuerza a sus palabras; escenas de su vida que se convierten en controversias políticas, analizadas en La vergüenza desde las privaciones.
Ernaux también habla de las diferencias sociales que había entre las niñas del colegio. Las primeras eran las agraciadas, cuyos padres eran comerciantes y además tenían una cómoda situación económica o vivían en el centro, todas ellas vestían bien; las no agraciadas carecían de rasgos físicos atractivos, sus padres eran campesinos y tenían que ir en bicicleta del campo a la ciudad para asistir a la escuela. Menciona el sentimiento de inferioridad que provocaba el no haber tenido todavía la primera menstruación cuando las demás ya; y un fragmento tierno es cuando relata las ganas que tenía de asistir a misa a los once años con tacones, medias y labios pintados, pero no fue sino hasta tiempo después que su madre accedió a comprarle un par de vestidos entallados, zapatos con un tacón bajo, mas le negó usar el cinturón negro de moda que acentuaba la estrechez de la cintura y la prominencia de las nalgas de todas las mujeres en aquel verano.
Cierro con la última frase que subrayé de este libro: “En una ocasión oí a una de las mujeres del grupo decir esta frase: ‘Con el tiempo será una belleza’. Después comprendí que no hablaba de mí, sino de Élisabeth”.
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Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y entrevistas a personajes del mundo cultural. Además de escritora, es psicóloga, periodista cultural y fotógrafa. Estudió en México y Polonia. Autora de Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Desde 2022 escribe su columna Jardín de Espejos en Pie de Página. Ha colaborado en revistas, semanarios y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, El Cultural (La Razón), Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales. Trabajó en Capgemini, Amazon y Microsoft. Actualmente estudia un posgrado en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), donde radica. Esteta y transfeminista.
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