Las nominaciones y ganadores se determinan por un equipo que desde un inicio se ha conformado por una gran mayoría de hombres, blancos y estadounidenses. Eso nos da una idea sobre cómo se califica lo que es mejor. Los premios Óscar ponen en evidencia el impacto de la mercadotecnia en un sistema capitalista
Texto: Andi Sarmiento
Foto: Mirko Fabian / Unsplash
CIUDAD DE MÉXICO. -Este domingo 10 de marzo se celebrará la 96 edición de los premios Óscar, galardones reconocidos mundialmente en el ámbito de la cinematografía.
La historia de estos premios puede ubicarse a principios de los años 20. Hollywood se encontraba en un punto crítico para su futuro. Por un lado, se estaba posicionando como uno de los puntos con mayor producción de cine en el mundo mientras que, por otro, se hallaban en polémicas con actores, varios trabajadores se quejaban de las condiciones laborales y una buena parte de la crítica no tomaba sus cintas en serio. Además, con la llegada del cine sonoro, en 1927, productores, actores y directores de Hollywood se vieron en la necesidad de buscar alternativas para no decaer.
Poco después se formó la Academy of Motion Picture Arts and Sciences (Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas o AMPAS), conformada por 34 hombres y dos mujeres, las actrices Mary Pickford y Jeanie MacPherson, con el objetivo de promover la creación de cine en el país.
Con este mismo objetivo, en 1929 se realizó la primera entrega de los premios Óscar, nombre asignado tiempo después por un chiste local; a la ceremonia asistieron 270 personas con una entrada de cinco dólares.
Así comenzó la historia del famosos evento, que ha ido evolucionando hasta ser lo que es ahora. Actualmente estar nominado a un Óscar es considerado un prestigio y es innegable el impacto que este tiene sobre la carrera de sus nominados así como la emoción que causa en sus espectadores. No obstante, cerca de que cumplan cien años vale la pena preguntarnos si realmente son tan relevantes como nos lo hacen ver.
Las nominaciones y ganadores se determinan por un equipo que desde un inicio se ha conformado por una gran mayoría de hombres, blancos y estadounidenses. Con esos elementos podemos darnos una idea sobre cómo se califica lo que es mejor.
Para empezar, hay que ver el evento como una premiación local, no global; una oportunidad para los estadounidenses de premiar a otros estadounidenses. Si bien en 1956 se añadió la categoría de Mejor película extranjera, que antes solo era una mención honorífica, no fue hasta 2020 que una cinta extranjera ganó la categoría principal de Mejor película (Parasites de Bong Joon-ho).
En casi un siglo, solo ocho directoras han sido nominadas y únicamente tres de ellas han ganado: Kathryn Bigelow en 2010 por The Hurt Locker, Chloé Zhao en 2021 por Nomadland, y Jane Campion en 2022 por The power of the dog, siendo la primera en ser nominada dos veces. La Academia tardó 80 años en reconocer a una directora.
Igualmente, entre las contadas cintas con representación LGBT+, tan solo Moonlight en 2017, Greenbook en 2018 y Everything everywhere all at once en 2022 han sido ganadoras de la categoría fuerte de Mejor película cuando la homosexualidad ni quiera es su trama principal. En 2018 Una mujer fantástica del argentino Sebastián Lelio ganó como Mejor película extranjera, con Daniela Vega siendo la primera mujer trans en recibir este premio. Otras cintas como Philadelphia de Jonathan Demme, Call me by your name de Luca Guadagnino o Secreto en la montaña de Ang Lee, entre otras, han sido ignoradas en la categoría principal, tal vez han ganado sus actores o su música, pero no las películas en sí.
Sin desvalorizar las otras obras, hay que reconocer que la selección sí tiene un sesgo racial, de género y sexual. ¿Realmente qué tan subjetivos son los premios? En 2016 la Academia ya contaba con aproximadamente 6 mil miembros, de los cuales eran 94 por ciento blancos y 77 por ciento hombres con edad promedio de 63 años; tras las críticas, se buscó aumentar el número de mujeres y diversidad étnica para hacer la votación más imparcial. Aún así, en 2019 los integrantes seguían siendo 68 por ciento hombres y 84 por ciento blancos.
Pero no solo las nominaciones tienen cierta ideología sobre lo que tiene mayor valor; también las categorías. Por ejemplo, tener la clasificación para Mejor película animada, que ve a la animación como un género y no como un medio para hacer cine, como si una película animada no pudiera tener el mejor guión o banda sonora.
También hay que preguntarse por qué se han convertido en un evento tan relevante principalmente para el occidente. Con los años hemos visto películas ganadoras que quedan en el olvido así como otras que ni han sido nominadas pero son consideradas obras maestras. Entonces ¿por qué son tan importantes? El fenómeno de los Óscar representa el impacto de la mercadotecnia en un sistema capitalista.
En 1953, la ceremonia de los premios Óscar se transmitió por primera vez en televisión y conforme ha evolucionado se ha ido convirtiendo en un espectáculo que actualmente se puede ver por cualquier medio. Ya no solo es la premiación, ahora también se ve la alfombra roja; se habla de las vestimentas, las entrevistas y de los chismes que ahí ocurren. Ya no se trata solo de valorar la cinematografía, sino hacer de ello un entretenimiento que ocupa todos los reflectores.
Tampoco hay que olvidar que es un evento organizado por un país que es potencia mundial, que lo que hace repercute fuertemente tanto en la economía y en la política como en el entretenimiento. Entonces, la atención del evento no es solo por los premios sino también por quiénes lo hacen.
Además, fomenta la idea capitalista de la competencia. Se vende la idea de que se premia lo mejor del cine, pero sin transparencia en los criterios; clasifica un arte que es de lo más subjetivo y las discusiones se basan en quién merece más reconocimiento que quién. Se le da más importancia a una estatuilla antes que a lo que las cintas transmiten.
Si de algo han servido los Óscar ha sido en la visibilización y el reconocimiento que ha obtenido el cine, pero sí es importante verlos con una mirada crítica.
Como consumidores, podemos cambiar el enfoque que le damos a esta premiación y exigir mayor diversidad y equidad en el evento. Este año, por ejemplo, podemos preguntarnos por qué Greta Gerwig (directora de Barbie, Little women y Lady Bird) no ha sido nominada como Mejor directora mientras sus películas sí fueron consideradas.
No obstante, hay algunos avances. Por ejemplo, que Lily Gladstone sea la primera mujer indígena estadounidense en recibir una nominación. Antes de ella, la única nativoamericana en subir a ese escenario fue Sacheen Littlefeather, cuando Marlon Brando rechazó la estatuilla por su participación en El padrino.En su lugar subió ella a dar un discurso sobre la discriminación de Hollywood sobre los pueblos indígenas.
Otras formas de protesta a lo largo de la historia de los Óscar han sido censuradas y olvidadas por los medios.
El gusto por el cine no justifica dejarnos nublar por un evento que se suele utilizar como distractor ante otros problemas, tal como ocurrió recientemente con el Super Bowl: mientras acaparaba todos los focos se cometía una masacre en Rafah, el refugio más grande en Palestina. No es casualidad.
Es fundamental que entendamos los resortes que motivan el espectáculo de estos mega eventos. Si los consumimos, al menos seamos un público consciente.
Me gusta escribir lo que pienso y siempre busco formas de cambiar el mundo; siempre analizo y observo mi entorno y no puedo estar en un lugar por mucho tiempo
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