9 marzo, 2024
Este es el testimonio de una médica de Médicos Sin Fronteras que narra lo que se vive actualmente en Rafah, Gaza
Texto y foto: Médicos Sin Fronteras
RAFAH, GAZA. -Hoy es lunes 12 de febrero. Me desperté a medianoche a causa de un bombardeo y no pude volver a dormirme. Hacia las 5 de la mañana hubo un ataque aéreo muy fuerte y al principio pensé que era mi casa la que había sido alcanzada.
En cuestión de segundos, pensé en mis hijos y oí cosas cayéndose por la habitación. Así que cubrí con las sábanas a mi hija pequeña, que dormía sobre mi brazo, y fui corriendo a ver cómo estaba el resto. Mi hija mediana dormía a mi lado. La cubrí con mi cuerpo. Un montón de cosas caían sobre mi espalda, golpeándome. Cascotes, maderas… muchas otras cosas que ni siquiera sé lo que eran. Todo en cuestión de segundos.
En ese momento, no sentí nada más que dolor. Mi mente ni siquiera estaba allí; yo estaba como ida. Después de comprobar que mis hijos estaban bien, bajé a ver cómo estaba el resto de mi familia. Estamos viviendo en su tejado. Bajé hasta donde estaban ellos. Gracias a Dios están todos vivos y nadie resultó herido. Salimos de casa durante una hora; hasta que salió el sol. Cuando volvimos, pude ver mejor lo que había pasado. Todo estaba cubierto de arena, de polvo. Todas las ventanas y puertas estaban agujereadas. Hemos perdido muchas cosas, pero al menos estamos vivos.
Un amigo me llamó para preguntarme si estaba bien, pero, para hacer honor a la verdad, ya he olvidado qué significa estar bien. Aquí lo que nos preguntamos todo el mundo es, simplemente, si estamos vivos. No es fácil aguantar en esta situación.
Las personas que estaban en esa casa estaban allí buscando refugio. No sé el número, nadie sabe cuántas eran exactamente, pero lo han perdido todo. En nuestra casa, mientras comprobábamos los daños, encontré pedazos de carne humana. Encontramos una extremidad inferior entera, perteneciente a alguien que no sabemos ni quién es. Cuando vi los trozos de carne en el suelo, lloré. Sé que este mensaje no significa nada para mucha gente y que tampoco servirá para cambiar nada, pero lo que sí sé es que, si no hemos muerto ahora, lo haremos en el próximo ataque aéreo o en el siguiente. Y para ser sinceros, aquel que muere puede considerarse afortunado.
El que sobrevive está condenado a sufrir una y otra vez, como si fuera víctima de una maldición; abandonado por todo el mundo. No es justo. No sé cómo la gente puede dormir sabiendo que nuestros hijos e hijas sufren esta injusticia. Sólo somos civiles. Yo soy médica. Mi esposo es médico. Y estamos sufriendo desde el primer día de esta guerra. No sé si va a terminar pronto. No sé si vamos a sobrevivir la próxima hora o la siguiente. Sólo sé que lo único que evita que mi mente se desmorone es mi fe en Dios, ya que él es misericordioso. Él es misericordioso y él… él no nos defraudará… al contrario de lo que sí ha hecho la gente del mundo entero.
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