4 marzo, 2024
En Francia, las interrupciones voluntarias del embarazo se mantienen estables desde hace veinte años, con un promedio de 230 mil anuales, y este nuevo derecho constitucional se da en momentos en que Francia debate sobre la natalidad, un gran botín de la extrema derecha que históricamente ha estado en contra del derecho al aborto
Texto: Iván Cadin @ivankdin
Foto: Public Senat
FRANCIA. -Francia se convierte en el primer país del mundo que incluye en su constitución el derecho al aborto.
La sentencia, introducida en el artículo 34 de su Constitución, reza así: “La ley determina las condiciones en las que se ejerce la libertad garantizada a la mujer de recurrir a la interrupción voluntaria del embarazo.”
Fue así que este lunes 4 de marzo, el proceso legal para votar la iniciativa convocó a los 925 parlamentarios franceses (de ambas cámaras) al Palacio de Versalles. Para dar luz verde al cambio constitucional se necesitaba cruzar el umbral de mínimo 512 votos de diputados y senadores. La votación estuvo muy por encima de ese rango: 780 votos a favor, 72 en contra. Al conocerse el veredicto, el recinto estalló en aplausos. Muchas parlamentarias agitaron pañuelos verdes.
La votación a favor fue transversal, pues surgió prácticamente de todas las fuerzas políticas aunque con mayor y notable diferencia en los sectores de la derecha y extrema derecha. De hecho, los 72 votos en contra vinieron exclusivamente de parlamentarios de los partidos Los Republicano (LR), Agrupación Nacional (AN) y la Unión Centrista (UC), que va del centro a la extrema derecha.
Sin embargo, dentro de esas mismas organizaciones hubo votos a favor, incluido el de Marine Le Pen, por ejemplo, cabeza de AN, quien previo a la votación escribió en redes sociales: “Votaremos por la constitucionalización del aborto, incluso si nadie en Francia pone en peligro su acceso. Esta constitucionalización es quizás la única ‘victoria’ que Emmanuel Macron dejará en su balance al cabo de diez años” (de mandato).
A diferencia de otros países europeos vecinos, más conservadores en este tema, en Francia pesa mucho su historia local y reciente, de las diversas luchas de mujeres por su derecho a decidir. Encuestas diversas arrojan que entre un 70 y 80 % de la población apoya el derecho de la mujer al aborto.
Mathilde Panot, dirigente del grupo de La Francia Insumisa (LFI) en la Asamblea Nacional y una persona clave en el hito que hoy engalana a la Constitución francesa, subió al estrado a fijar la posición de su partido en la sesión histórica. Vestida de verde y con un pañuelo del mismo color en la muñeca izquierda, señaló: “Hoy es Francia la que, por primera vez, consagrará el derecho al aborto en la Constitución (…) Queremos que esta victoria sea un homenaje a todas aquellas que abrieron camino, desde Madeleine Pelletier, incansable militante por el derecho absoluto de las mujeres a controlar su propio cuerpo desde 1911, hasta Gisèle Halimi, Simone de Beauvoir, Simone Veil, las militantes del movimiento por la libertad del aborto y la anticoncepción. (…) Queremos que esta victoria sea en memoria de aquellas cuyos nombres recordamos todavía, pero también de todas las mujeres anónimas que han sido olvidadas”.
«Estoy orgullosa de este Congreso, que dirá que el derecho al aborto será parte de nuestra ley fundamental», dijo Yaël Braun-Pivet, la presidenta de la Asamblea, al inaugurar la reunión conjunta de las cámaras baja y alta del Parlamento en el otrora palacio monárquico.
Gabriel Attal, el primer ministro, también tomó la palabra: “Francia se dispone a cambiar la historia (…) Podemos cambiar nuestra ley fundamental para inscribir la libertad de las mujeres, con quienes tenemos una deuda, con las que han sufrido, con las que han muerto, con las que han tenido que escapar de forma clandestina al extranjero, cuyo recuerdo nos avergüenza”.
El presidente francés, Emmanuel Macron, por su parte, emitió un mensaje en su cuenta de X: “Orgullo francés, mensaje universal. Celebremos juntos la entrada de una nueva libertad garantizada en la Constitución mediante la primera ceremonia de sellamiento abierta al público en nuestra historia», invitando al público en general a darse cita el próximo 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, en la plaza Vendôme de París para promulgar la ley.
Contingentes de colectivos feministas se dieron cita en la plaza de Trocadero, a los pies de la Torre Eiffel, donde se instaló una pantalla que transmitió en vivo la sesión. El silencio expectante se quebró en gritos de júbilo cuando Braun-Pivet anunció la votación a favor.
La motivación de esta reforma constitucional no surgió en Francia, sino del otro lado del mundo, en el continente americano. Tras la decisión, en junio de 2022, del Tribunal Supremo de Estados Unidos de revertir la jurisprudencia que protegía el derecho al aborto a nivel federal (el llamado “caso Roe vs. Wade”, que desde 1973 garantizaba este derecho a las mujeres), el hecho comenzó en Francia a levantar debates e iniciativas entre diversos grupos de mujeres. Una de ellas fue, precisamente, Mathilde Panot, quien animó poco después de lo acontecido en Estados Unidos la primera votación en la Asamblea Nacional de una ley para constitucionalizar el aborto, una bandera de lucha que su partido LFI viene presentando desde 2011.
Otras iniciativas en el mismo sentido fueron presentadas posteriormente por la actual ministra de Igualdad, Aurore Bergé, y por la ecologista Mélanie Vogel (ésta en el Senado). Por cuestión estratégica parlamentaria, Bergé retiró su iniciativa y se plegó a la originalmente presentada por Panot. A diferencia de otros rubros, en este proyecto tanto la izquierda como el bloque de derecha presidencial, lograron un acuerdo, logrando aprobar el texto en la Asamblea Nacional por 492 votos a favor contra 30 en contra.
Aprobado, el texto pasó al Senado, de mayoría de derechas y cuyo control tiene los republicanos. El presidente de esta cámara y líder de la mayoría conservadora, Gérard Larcher, se pronunció en contra “a título personal” de la ley, indicando que “la Constitución no es un catálogo de derechos sociales”.
No obstante, el texto pasó nuevamente: 267 votos a favor, 50 en contra. Sin embargo, senadores republicanos eliminaron la frase “derecho” de la iniciativa por “libertad de la mujer a interrumpir su embarazo”. Posteriormente, el gobierno afinaría el texto por segunda ocasión: “libertad garantizada”. Presentada de esta manera la iniciativa, el documento adquiría la forma de proyecto de ley constitucional y ya no como propuesta parlamentaria, situación que lo dotaba de un ágil proceso legislativo de salida si resultaba con mayoría de votos. Y así fue, tras un proceso de 18 meses.
Sobre el tema, la Conferencia Episcopal Francesa (CEF) señaló que “el aborto, que sigue siendo en su origen un atentado contra la vida, no puede contemplarse únicamente desde el ángulo de los derechos de la mujer”. Esta organización llamó a que este lunes se realizara una jornada de ayuno y oración. «En la era de los derechos humanos universales no puede existir un ‘derecho’ a suprimir una vida humana», afirmó por su parte la Academia Pontificia para la Vida, organismo del Vaticano.
Francia despenalizó el aborto en 1975. A lo largo de estos años, los ataques y grupos de presión de sectores conservadores en contra de la medida siempre han estado presentes, con sus altas y bajas, aunque históricamente con una fuerza reducida.
Se decidió inscribir el aborto en la Constitución francesa dado el ascenso a nivel mundial de la (extrema) derecha y de pensamientos conservadores: está el caso referido de Estados Unidos, pero también tenemos a Hungría y Polonia. La reivindicación del “derecho a la vida” que se escucha cada vez más en España o Italia. En América Latina la Argentina actual, El Salvador o el revés que tuvo este derecho en el primer borrador constitucional en Chile.
Pero también este hito constitucional en Francia otorga a las mujeres de este país herramientas para obligar a los sectores públicos a garantizar el acceso al aborto, pues a pesar de ser legal en el país desde hace casi medio siglo, su acceso es en ocasiones relativo, ya que existe desigualdad de condiciones en función del lugar de residencia, estatus migratorio, procedencia o/y nivel social, esto sin contar la “objeción de conciencia” que pretextan muchos médicos para no realizarlo cuando las pacientes lo exigen.
En Francia, las interrupciones voluntarias del embarazo se mantienen estables desde hace veinte años, con un promedio de 230 mil anuales.
Este nuevo derecho constitucional se da en momentos en que Francia debate sobre la natalidad. El propio presidente habló en enero pasado de un “rearme demográfico” en Francia, llamando a procurar tener más hijos, pues Francia tiene una caída en su tasa de natalidad. Este tema es también un gran botín de la extrema derecha, pues animan a los franceses blancos a tener más hijos, para así evitar lo que ellos llaman “el gran reemplazamiento” (culturas ajenas que “amenazan” a una Europa blanca y cristiana). Estos grupos, históricamente, han estado en contra del derecho al aborto.
La década de los setentas fue decisiva en la lucha por el derecho al aborto en Francia:
En 1971 se publicó el manifiesto “Yo he abortado”. Conocido popularmente en Francia como el “manifiesto de las putas”, 343 mujeres asumen públicamente que abortaron clandestinamente, exponiéndose a procesos penales. Redactado por Simone de Beauvoir, el desplegado fue firmado por otras mujeres como Catherine Deneuve, Marguerite Duras, Gisèle Halimi, Jeanne Moreau, Françoise Sagan, entre otras.
“Un millón de mujeres abortan cada año en Francia”, manifestaba el texto. “Lo hacen en condiciones peligrosas debido a la clandestinidad a la que están condenadas a pesar de que esta operación, realizada bajo supervisión médica, es muy sencilla. Hemos silenciado a estas millones de mujeres. Declaro que soy una de ellas. Declaro que tuve un aborto. Así como exigimos el libre acceso a métodos anticonceptivos, exigimos el aborto gratuito.”
En 1972 estalla el llamado “proceso de Bobigny”, donde se lleva a juicio a una mujer de 16 años que, tras haber sido violada, abortó con la ayuda de su madre. La abogada Gisèle Halimi logra absolver a la joven, marcando un antes y después.
Tras intensos debates y una presión fortísima, la ley Veil, que garantiza el aborto en Francia, se aprueba en enero de 1975 durante la presidencia de Valéry Giscard d’Estaing. Lleva este nombre por la Ministra de Salud de entonces, Simone Veil. Inicialmente, la ley contemplaba hasta la décima semana de embarazo para poder abortar. Posteriormente se extendió hasta la duodécima semana. En la actualidad, el rango para solicitar el embarazo es de catorce semanas.
Vale señalar que si en Chile no se hubiese rechazado el primer borrador constitucional que se presentó a votación en 2022, este habría sido el primero en elevar a rango constitucional el derecho a las mujeres a una interrupción voluntaria del embarazo.
«Las chilenas nos ayudaron a que aquí lo lográsemos», dijo en la sesión histórica en Francia la diputada de LFI, Raquel Garrido, nacida en Chile y llegada a Francia con su familia al ser exiliados por la dictadura pinochetista. Para la diputada francochilena, la decisión tomada en Francia «va a tener repercusiones en todo el mundo».
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