Motivadas por la esperanza de una vida más digna y justa, un grupo de mujeres trans en la ciudad de Chihuahua decidió transformar su indignación y reclamos de justicia en una asociación civil que se ha convertido en un referente para el activismo LGBTTTIQ+ del norte de México
Texto: Óscar Rosales / Raíchali
Fotografías: Óscar Rosales y Raúl F. Pérez
Intervención gráfica:Jengibre Audiovisual
CHIHUAHUA. -Los automóviles no dejan de pasar por la angosta calle. La noche ha caído, así que no se distinguen los rostros de las personas que conducen hasta que atraviesan un haz de luz mercurial. La mayoría son hombres. Frenan en la esquina de la calle 12a y Juárez, en busca de un servicio, conocido por ser “el oficio más antiguo del mundo”. Ahí, a una escasa cuadra de la llamada Ciudad Judicial, es donde se encuentra la zona de trabajo sexual de la ciudad de Chihuahua.
Mayte, Kony, Tania y Kenia, bromean constantemente sobre el paso de los conductores. Su humor las caracteriza, pero también la gratitud. Agradecen a las calles que las han abrazado y arropado, que les ha permitido conocer compañeras de lucha, amigas de vida y les ha enseñado a defenderse del odio en un estado tan conservador como lo es Chihuahua. Es ahí, entre la adversidad y el cariño, que nace Unión de Fuerza y Mujeres Trans Chihuahuenses AC.
El inicio de esta asociación civil fundada en 2016 no puede entenderse sin el trabajo sexual, que ha sido una de las pocas formas de sostenerse económicamente de las mujeres trans en este estado, ya que históricamente les ha sido negado el acceso al empleo.
Aunque se pudiera pensar lo contrario, el prejuicio contra esta población persiste aún en el ámbito laboral. De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Discriminación del 2022 (ENADIS), se estima que el 10.7% de la población mayor a 18 años en México no le darían empleo a una persona trans, es decir, cerca de 14 millones de habitantes.
“El trabajo sexual para nosotras las mujeres trans ha sido nuestro sobrevivir, ha sido nuestro subsistir porque lamentablemente décadas atrás, nosotras no teníamos oportunidades, ni laborales, ni de educación, éramos desechadas de nuestros núcleos familiares a temprana edad”, explica Mayte Regina Gardea, activista y actual presidenta de Unión y Fuerza de Mujeres Trans Chihuahuenses.
A pesar de ser la única fuente de ingresos de muchas mujeres trans, las autoridades locales siempre han estigmatizado el trabajo sexual. El Departamento de Regulación Sanitaria del municipio de Chihuahua, obligaba a quienes quisieran ofrecer sus servicios a pagar un carnet de sanidad que podía costar hasta 500 pesos. De no contar con dicho documento durante una jornada de trabajo, las personas eran encarceladas desde 24 hasta 72 horas.
Kony Torres, originaria del municipio de Cuauhtémoc y quien ejerce trabajo sexual desde 2010, considera que la mayoría de las detenciones eran arbitrarias y movidas por el prejuicio. En dicho año, ella sufrió su primera detención, pese a que en el momento que sucedió no estaba en servicio.
“Andaba por aquí por la zona y pasan los del registro y me lo piden. Entonces, yo en ese momento, no estaba trabajando, yo estaba haciendo compras nada más, pero como ya me conocían, me dijeron que no, que yo estaba trabajando”, cuenta Kony. Ella resguardaba su carnet en su camioneta, a tan solo unos metros de donde fue hostigada, pero los elementos de seguridad no le permitieron acercarse a su vehículo y tampoco validar su número de registro como trabajadora sexual en la bitácora oficial. La encarcelaron en los separos por 36 horas.
A pesar de la situación, Kony disfruta el trabajo y la compañía.
“Ya casi no vengo, pero venir a trabajar para mí, el ponerme los tacones, ponerme una ropa bonita,el maquillarme, el producirme, es algo que me llena que me encanta y me fascina estar aquí en esta calle con mis compañeras, verlas, guapas, hermosas”, comparte Kony.
Mayte explica que el abuso de las autoridades y la discriminación por parte de la ciudadanía, se volvieron algo habitual. Los ataques con huevos, piedras y armas de fuego, eran tan solo algunas formas de intimidar a las personas que se dedicaban al trabajo sexual. Kony admite que, en algún momento, “perdió la esperanza”.
Sin embargo, la inspiración y la esperanza por una vida digna, se encarnó a través de dos mujeres: Ivanna Lozz y Mireya Rodríguez Lemus.
La noche sigue su curso y aparece un camión recolector de basura. Tras este, aparecen más vehículos. Hay conductores de todas las edades, desde jóvenes adultos hasta hombres de la tercera edad. Algunos voltean hacia las cuatro mujeres, otros evitan el contacto visual. Sin embargo, Mayte, Kony, Kenia y Tania no les prestan mucha atención. Bromean entre ellas sobre un pan que guarda Kony en su bolsa, y sus risas disipan el ruido ajeno. Las preguntas hechas acerca de las mujeres chihuahuenses que las inspiraron no generan incomodidad, ni rompen su buen humor, al contrario: hablan con orgullo y mucho aprecio.
“Con Ivanna me la pase muy padre”, recuerda Kony Torres.
Ivanna Lozz fue una mujer trans chihuahuense, quien en 2013 fue detenida junto con otras tres de sus compañeras de la zona de trabajo sexual. Tras ser llevada a los separos, el juez de barandilla ordena a las cuatro mujeres a realizarse una prueba rápida de VIH y tres de ellas son pinchadas con la misma lanceta para obtener la muestra de sangre. Al ver aquello, Ivanna se niega, puesto que el procedimiento médico no era el correcto y vulneraba sus derechos humanos.
Ante su negativa, Ivanna es golpeada e insultada por los elementos de seguridad durante su estancia en los separos.
Ese suceso, cambió algo en la mente de Ivanna. Su indignación, se hacía cada vez más evidente en las conversaciones con sus amigas y compañeras de la zona de trabajo sexual. “Tenemos que hacer algo”, se decían entre ellas.
Todas las personas sexoservidoras consideraban injusto el cobro del carnet de sanidad, y mucho más las agresiones de las que eran objeto en los separos de Chihuahua. Fue entonces que Ivanna Lozz, junto con Mireya Rodríguez Lemus, gestaron una idea: crear una asociación civil. Con esa figura legal, podrían defenderse jurídicamente e impedir que siguieran siendo víctimas de un sistema que no veía por ellas. Inspiradas por su determinación, Kony, Victoria, Patricia, Tania y Victoria, se suman a la lucha.
“Era injusto que se nos cobrara por estar ejerciendo el trabajo sexual este en estas calles, y no tuviéramos ni siquiera el acceso a condones por parte del municipio, ni condones, ni lubricantes, ni absolutamente nada, solamente era el cobro”, explica Mayte, “descubrimos que lo que estaba pasando era anticonstitucional”.
Con la orientación legal de Laura Hernández, de la organización Letra Ese, y mediante actividades para recolectar los fondos necesarios para el pago de trámites, la idea finalmente se concretó: en 2016 nace Unión y Fuerza de Mujeres Trans Chihuahuenses AC.
Organizadas a través de esa sociedad civil, las chicas son apoyadas nuevamente por Letra Ese, y se suma el Consultorio Virtual Arturo Díaz Betancourt, Fátima IBP y Brigada Callejera en Apoyo a la Mujer. Con su trabajo en conjunto, logran que la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) emita una recomendación en la que se pedía dejar de hostigar y sancionar arbitrariamente a las mujeres trans y trabajadoras sexuales.
Tras dos años de trabajo político, el Departamento de Regulación Sanitaria del municipio de Chihuahua cede y cambia su regulación, por lo que a finales de 2018 elimina el cobro del carnet para las personas sexoservidoras.
Mayte enfatiza que, aunque ya no se realiza un pago al gobierno de Chihuahua por ejercer el trabajo sexual, quienes presten los servicios deben tomar todas las medidas de prevención posibles para evitar enfermedades, como el uso adecuado del condón masculino y femenino, y realizarse regularmente pruebas de VIH y hepatitis.
La labor de Unión y Fuerza de Mujeres Trans Chihuahuenses no se detuvo ahí. Durante años, han sido todo un referente de la lucha a favor de los derechos de las trabajadoras sexuales y de la población LGBTTTIQ+ en Chihuahua. También realizan campañas de concientización sobre la salud sexual y la violencia de género, han generado espacios de diálogo sobre lo que es ser una mujer trans en México, y cada 8 de marzo son un grupo importante en la marcha del Día Internacional de la Mujer, así como en las movilizaciones por el Día Internacional del Orgullo de la Diversidad Sexual y el 25 de noviembre, Día Internacional de la Violencia Contra la Mujer.
Mayte, Kony, Tania y Kenia, coinciden en que tanto Ivanna como Mireya, fueron mujeres aguerridas y determinadas, muy inteligentes y que se capacitaban constantemente para defender los derechos de ella y sus compañeras.
“Mireya fue una guerrera empedernida que le echó todas las ganas, (…) una persona muy respetada que se educó, que se informó, que aprendió y que gracias a ella, el avance fue demasiado, o sea, se vieron cambios que jamás imaginé”, platica Kony.
“Cualquier problema que tuviéramos, cualquier cosa, fuera a la hora que fuera, ella sin duda alguna siempre estaba para nosotras, siempre estuvo para todas las chicas trans, para toda la comunidad”, comparte Tania Lozano sobre Mireya, “era como una hermana más para nosotras”.
“Han pasado cosas maravillosas, fue un antes y un después. Hoy, por ejemplo, yo me siento capaz de estar en aquí en una calle, agusto, trabajando agusto, porque yo sé que ya me puedo amparar, porque yo ya conozco mis derechos, porque aprendí a conocerlos, me aprendí a defender”, comparte Kony.
Sin embargo, aquellas dos luces en el camino, que habían inspirado y movilizado a decenas de mujeres trans en Chihuahua, se apagaron repentinamente. Ivanna Lozz falleció el quince de julio del 2018. Por otro lado, Mireya fue una víctima más del odio y un sistema de justicia penal que le apuesta a la impunidad y el olvido.
Es martes doce de julio por la tarde del 2022, a punto de que comience la puesta de sol. Un grupo de mujeres cargan una mesa blanca, extienden sus patas de fierro y la colocan en el suelo. Sobre el rectángulo de plástico, tienden un lienzo con dos franjas azules, dos rosas y una blanca por la parte de en medio: es la bandera del orgullo trans. Encima, colocan veladoras y dos marcos con las fotografías de una mujer sonriente. En una de ellas se lee “No + muertes trans”. Esa mujer es Mireya Rodríguez Lemus: se le rinde un segundo homenaje luctuoso.
Mireya fue asesinada el 30 de agosto del 2020. Su cuerpo fue hallado tres días después al interior de su vivienda en Aquiles Serdán, a las afueras de la ciudad de Chihuahua. Su muerte se sumó a la de Fabiola, Coral, Luz Clara, Pilar, “La Cuatro”, Claudia, Alexa, Susana, “La Flaca”, Leslie y Briana, algunos de los nombres de las mujeres trans asesinadas en la capital de Chihuahua.
De acuerdo con datos de Letra Ese, del 2013 al 2021, han asesinado en el estado de Chihuahua a 55 mujeres trans. La misma organización registra que, tan solo en 2023, se asesinaron a nueve personas de la población LGBTTTIQ+, lo que lo convierte en la tercera entidad federativa más peligrosa para este grupo.
GRÁFICA
Tras el suceso, la movilización de activistas locales no se hizo esperar: convocaron a protestas y reunieron firmas de 320 asociaciones para exigir resultados al gobernador de ese entonces, el expanista Javier Corral Jurado. De igual manera, solicitaron a la Fiscalía General del Estado (FGE) y a la Fiscalía de la Mujer (FEM), que el transfeminicidio fuera investigado con perspectiva de género. El caso también fue girado a la Fiscalía Especializada en Investigación de Violaciones a los Derechos Humanos y Desaparición Forzada.
Luego de la presión de la sociedad civil y organismos nacionales e internacionales, el 11 de septiembre de 2020 se giró una orden de aprehensión en contra de Iván Arturo G.P., el presunto transfeminicida, quien es arrestado dos días después.
Sin embargo, después de dos años de investigación y litigio, el ocho de julio del 2022 Iván Arturo fue liberado por el Tribunal Superior de Justicia (TSJ). De acuerdo con lo expuesto por los magistrados, existían imprecisiones en la hora de la muerte de Mireya.
Unión y Fuerza de Mujeres Trans condenó esta decisión, ya que existían más de 70 pruebas contra el imputado, como el robo y venta del vehículo de Mireya por parte de Iván, así como el hallazgo de la sangre de Mireya en la ropa del mismo.
En entrevista, Laura Hernández, abogada de Letra Ese, explicó que el informe de necropsia establece que Mireya murió entre el 29 y 30 de agosto, mientras que la última prueba de vida que se tiene de ella es una conversación que tuvo con su padre durante la noche del 29, alrededor de las 11:30 pm.
Sin embargo, la jueza Lucero Anaid Moreno Navarrete y los jueces Aram Delgado García y Ricardo Márquez Torres, dudaron de la evidencia de esta última comunicación. A partir de eso, y del dato de la necropsia, determinan que Mireya probablemente ya había fallecido el 28 de agosto.
Un carro averiado, cincuenta pesos de gasolina, nada de efectivo y mucha hambre: fue así como Kony Torres llegó a la zona de trabajo sexual de Chihuahua. Una noche de trabajo le permitió comprarse una hamburguesa y un refresco. Es un recuerdo muy presente en la memoria de Kony, con lo que reafirma su cariño y compromiso de cuidar a sus hermanas y a las calles que tanto le enseñaron.
“El estar en una calle fue lo que me da a mí el valor de descubrirme como persona”, reflexiona Kony. Mayte, Kenia y Tania, coinciden.
“Me he reencontrado con personas muy queridas, como mi compañera que nos volvemos a reencontrar aquí en Chihuahua después de mucho tiempo, y esta otra persona que tengo aquí a mi lado. Agradezco mucho a Dios que me la haya puesto en el camino, porque ha sido una persona de muchos años, que me apoyó cuando yo empecé en este trabajo”, dice Kony, mientras señala a las que ya considera como sus hermanas. “Es una demostración de que Dios existe, de que pone a las personas correctas en el camino”, agrega.
Y aunque el transfeminicidio de Mireya, como muchos otros continúan impunes, las mujeres que integran Unión y Fuerza de Mujeres Trans Chihuahuenses AC, continúan en la promoción y lucha de la defensa por los derechos de la población LGBTTTIQ+ desde la capital de Chihuahua.
Esta publicación forma parte del proyecto #NoSomosVíctimas, de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie, financiado por la Embajada Suiza en México.
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