24 diciembre, 2023
Para la región la conferencia dejó en evidencia diferencias entre países con propuestas ambiciosas para una transición acelerada a las energías renovables, como Colombia, y otros con planes para continuar con el desarrollo de combustibles fósiles, como Brasil. Sin embargo, todos coincidieron en la necesidad de un mayor financiamiento para reducir aún más sus emisiones
Por: Fermín Koop / Mongabay
Fotos: Mongabay
DUBÁI. – Por primera vez, alrededor de 200 países han acordado abandonar los combustibles fósiles para evitar las peores consecuencias de la crisis climática. El acuerdo alcanzado en la cumbre de las Naciones Unidas sobre el cambio climático de este año, la COP28, insta a las naciones a cambiar rápidamente sus sistemas energéticos de forma justa y ordenada, pero también incluye lagunas que podrían afectar a la reducción de emisiones.
“Tenemos la base para hacer realidad la transformación. Es un paquete equilibrado e histórico para acelerar la acción por el clima”, sostuvo Sultan al Jaber, el presidente de la COP28, al anunciar lo que llamó como “el consenso de Dubái”.
Al Jaber, quién también es el CEO de Abu Dhabi National Oil Company (ADNOC), afirmó que el sector del petróleo y el gas está “dando un paso al frente por primera vez” para alcanzar objetivos ambiciosos, a pesar de que organizaciones de la sociedad civil alertaron por la influencia de lobbistas fósiles en el acuerdo y a lo largo de la conferencia.
Delegados de los países se reunieron durante dos semanas en Dubái para concluir el Balance Global, destinado a evaluar los avances en la acción climática y a esbozar qué más se necesita para limitar el calentamiento global a 1,5ºC, el objetivo incluido en el Acuerdo de París de 2015. La temperatura media mundial ya ha aumentado 1,2ºC desde la era preindustrial.
La COP28 tuvo un buen comienzo el primer día con la puesta en marcha y capitalización del Fondo para Pérdidas y Daños, un paquete financiero global para proporcionar ayuda a las naciones más vulnerables y afectadas por los efectos del cambio climático. Los países desarrollados se comprometieron a aportar 700 millones de dólares al fondo, lo que supone menos del 0,2 % del importe de las pérdidas estimadas por los países en desarrollo.
Sin embargo, las negociaciones se estancaron porque los países no se ponían de acuerdo sobre el futuro de los combustibles fósiles. Más de 100 países habían presionado para que el acuerdo incluyera un lenguaje contundente sobre la eliminación progresiva del uso del petróleo, el gas y el carbón, pero se encontraron con la oposición de la OPEP, la organización que agrupa a los principales países productores y exportadores de combustibles fósiles.
Ello hizo que la cumbre concluyera el 13 de diciembre, un día después de lo previsto. Luego de que fuera rechazado un primer borrador poco ambicioso, el texto final hace un llamado a los países, pero no los compromete, a transicionar en el uso de los combustibles fósiles en sus sistemas energéticos mucho antes o alrededor de 2050 y eliminen gradualmente los subsidios “ineficientes” que incentivan su uso. Sin embargo, el texto también reconoce el papel que pueden desempeñar los combustibles de transición, como el gas natural, en la transición energética.
En el texto también se pide a los países que tripliquen la capacidad de las energías renovables y dupliquen la tasa anual de mejora de la eficiencia energética de aquí a 2030. Sin embargo, el objetivo no menciona cómo se lograrán esas metas ni aclara el apoyo financiero necesario para que los países las logren. Los fondos insuficientes para la acción climática fueron uno de los principales temas de división en la cumbre.
Por otro lado, el texto también “enfatiza” la importancia de conservar, proteger y restaurar la naturaleza y los ecosistemas para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, realizando acciones como frenar la deforestación y la degradación de los bosques para el 2030. En la COP26, en 2021, los países ya se habían comprometido a esa meta. Sin embargo, la misma no se ha cumplido, de acuerdo a un informe publicado este año.
Para Susana Muhamad, ministra de Ambiente de Colombia, por primera vez la ciencia influyó en las decisiones de una conferencia climática. Sin embargo, advirtió sobre el riesgo de que los combustibles de transición demoren el abandono de los combustibles fósiles. “El texto crea una oportunidad para que el capital fósil continúe gobernando y no podamos cumplir con las metas de París,” agregó.
Augusto Duran, especialista en energía del Movimiento Ciudadano frente al Cambio Climático (MOCICC), una organización de Perú, sostuvo que la mención “tímida y sin mecanismos claros” a la reducción del consumo de combustibles fósiles es “irresponsable e insuficiente” y permite a los países elegir si continúan o no con su dependencia en petróleo, gas y carbón.
Para América Latina, la conferencia dejó en evidencia diferencias entre países con propuestas ambiciosas para una transición acelerada a las energías renovables, como Colombia, y otros con planes para continuar con el desarrollo de combustibles fósiles, como Brasil. Sin embargo, todos coincidieron en la necesidad de un mayor financiamiento para reducir aún más sus emisiones.
La región posee alrededor del 15 % de los recursos mundiales de petróleo y gas natural, y menos del 1 % de los recursos mundiales de carbón. Entre ellos hay grandes reservas de shale gas, algunas de las cuales se están explotando activamente en Argentina, que se está posicionando como exportador de gas. Brasil, Venezuela y Colombia están entre los principales exportadores de combustibles fósiles.
De acuerdo a la Agencia Internacional de Energía (IEA), la producción de petróleo y gas en América Latina aumentó alrededor de un 5% en 2022 y se espera que crezca este año. Ello ocurre a pesar de las enormes oportunidades en energía solar y eólica. El financiamiento es la principal barrera, sostuvo la IEA, el cual debería duplicarse al 2030 para cumplir con los compromisos climáticos anunciados.
Gustavo Petro, presidente de Colombia, resaltó la urgencia de la transición en la COP al unirse a un bloque que promueve un tratado de no proliferación de combustibles fósiles que ponga fin a la exploración y expansión. Sin embargo, aclaró que para poder avanzar con el plan el país debería buscar fuentes de financiamiento alternativas que permitan compensar las exportaciones petroleras.
“Ya hay contratos de explotación a varios años, y otros en exploración firmados. Pero lo que no queremos es que se expanda más”, afirmó Petro. “Tenemos que reemplazar las divisas fósiles por otro tipo de actividad. Y lo que nosotros encontramos en el corto plazo es la diversidad natural de Colombia. Desde las nieves de los Andes al Caribe, hasta las selvas, el desierto y las grandes montañas”.
En el otro extremo estuvo Lula de Silva, el presidente de Brasil. Mientras que un año atrás, en la COP27, era visto como un líder en la acción climática al tomar el lugar del expresidente Jair Bolsonaro, la realidad fue otra en Dubái. Lula fue cuestionado por los planes de Brasil de expandir el uso de combustibles fósiles, realizando una licitación de 600 nuevas áreas de exploración y uniéndose a la OPEP como un observador mientras se estaba desarrollando la conferencia.
Para Peri Dias, representante de la ONG 350.org, Brasil podría haber sido el máximo goleador en la COP28, considerando la baja de la deforestación de cerca del 50 % lograda por Lula desde su asunción en enero del 2023, pero la ambigüedad en sus posiciones sobre los combustibles fósiles le jugó en contra. “A los ojos de la opinión pública mundial, el resultado fue un cero a cero o, como mucho, una victoria sin brillo”, agregó Dias.
Un informe presentado en la COP por organizaciones ambientales y expertos en energía concluyó que la mayoría de los países de América Latina deberá eliminar los combustibles fósiles en la próxima década para poder cumplir con las metas del Acuerdo de París. Por ejemplo, Brasil debería dejar de usar petróleo en 2034 y gas natural en 2031 y México en 2037 y 2033.
No es una meta necesariamente imposible. La inversión en energías renovables en la región ha aumentado un promedio del 10 % cada año en la última década, proporcionando casi 100 GW de capacidad eólica y solar en 2022. Hay unos 320 proyectos eólicos y solares en cartera en América Latina, de los cuales unos 200 están en fase de pre-construcción o construcción.
“El acuerdo en la COP28 muestra que los combustibles fósiles están de salida. América Latina tiene muchas oportunidades para transformar su sector energético, con países que ya lo hicieron, como Chile y Uruguay”, sostuvo Enrique Maurtua Konstantinidis, analista en cambio climático. “El problema está en el financiamiento, somos los que menos fondos climáticos recibimos”.
Cumplir con los compromisos de acción climática de América Latina requiere una inversión de entre 3,7 % y 4,9 % del PBI regional por año hasta 2030, de acuerdo con un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe presentado en la COP. A modo de comparación, en 2020 el financiamiento climático en la región fue de solo 0,5 % del PIB regional.
La próxima conferencia de cambio climático se desarrollará en noviembre de 2024 en Azerbaiyán. El país obtiene dos tercios de sus ingresos del petróleo y el gas, por lo que las discusiones sobre la transición energética seguramente continúen en el centro de la escena. Luego será el turno de América Latina, con Brasil como sede de la COP30 en la ciudad de Belén en 2025.
“El planeta es como una persona de mediana edad que descubre que tiene diabetes, colesterol y presión arterial y el médico le indica que tiene que cambiar sus hábitos para mejorar calidad de vida y extenderla. Tenemos un diagnóstico, ahora hay que abordar los síntomas”, sostuvo Manuel Jaramillo, director general de la Fundación Vida Silvestre de Argentina.
Este artículo se publicó originalmente en Mongabay, aquí puedes consultarlo.
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