Desde hace casi dos años en los hospitales públicos de San Cristóbal de las Casas hay intérpretes indígenas; su aparición ha significado una mejoría en la atención de los pacientes y el regreso de las lenguas indígenas en el espacio público, pero este programa podría desaparecer
Texto y fotos: Arturo Contreras Camero
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS.- “Dice que le parece muy importante que haya estos servicios, porque si no, no habría sabido ni qué hacer”. Las palabras son de Agustín Sants Gómez, pero él no las dice. Agustín habla tsotsil y un intérprete repite en español lo que va dicendo; tiene 20 años y acaba de ser papá.
Agustín es alto, los huesos de sus hombros destacan de su sudadera mostaza, se ve un poco más joven de lo que es. Acompañó a su pareja, mucho menor que él, a dar a luz. Mientras espera a hablar con la doctora que recibió a su hija, se toma un minuto para platicar sobre la experiencia de ser acompañado por una intérprete en su paso por el hospital.
“Diría que es un gran apoyo en el sentido de que yo no tenía idea de cómo llegar aquí, o de cómo solicitar ayuda ni a dónde ir dentro del hospital”, cuenta Agustín sobre su llegada al hospital de San Felipe Ecatepec de San Cristóbal de las Casas, uno de tres hospitales de Chiapas en el que sí hay personas dedicadas, exclusivamente, a ser intérpretes de lenguas indígena. Posiblemente esos tres sean los únicos que hay en el país, una nación que se reconoce plurilingüe y pluricultiural.
Por todo el país las personas indígenas que asisten a servicios de salud reciben explicaciones menos claras sobre sus enfermedades, tienen menor deseo de regresar a atenderse en el mismo hospital y esperan más tiempo para recibir atención médica que el resto Esto se configura como una forma de discriminación sistémica, según un análisis de la más reciente Encuesta Nacional de Salud y Nutrición publicado en la revista científica Salud Pública de México.
Este estudio, como otros, asegura que los factores de desigualdad merman el acceso a la salud y enumera la distancia de los pueblos indígenas a los hospitales, la falta de alfabetización y el acceso a servicios como el agua potable entre las causas del bajo acceso a la salud, pero ninguno se centra en la desigualdad causada por no recibir atención médica en el mismo idioma que hablan las personas.
“¿Será que no me van a matar? ¿Será que no se van a llevar a mi hijo? Esos son los principales miedos con los que llegan muchas mujeres. Son cosas que no le dicen a la gente del hospital, pero sí a nosotras”, comenta Eva Guadalupe Santos, intérprete en el Hospital de Las Culturas, a donde llega mucha población de la región de Los Altos de Chiapas.
“Ya con calma les respondemos que no, que todo va a estar bien, les explicamos cada proceso de lo que les van a hacer y lo que les hace cada enfermedad. Es información que muchas veces no entienden. Eso hace que se confundan más y muchas veces no quieren venir al hospital, pero si hay alguien que habla nuestra lengua, eso ayuda a que tengan mejor acceso”, agrega.
Tanto en ese hospital, como en el San Felipe, las enfermeras reconocen que desde que colaboran con las intérpretes, han notado una mayor asistencia de personas indígenas. “Sí creo que vienen más, y hasta se van más contentos”, cuenta una de ellas.
Tanto Eva como Lucio, el intérprete que ayudó a Agustín y a su pareja, son parte de Ixchel, una organización civil que desde la pandemia de Covid19 empezó a llevar personas hablantes de lenguas indígenas a los hospitales de San Cristóbal de las Casas. Hoy suman a unas 15 intérpretes que dan servicio en tres hospitales de esa Ciudad.
Sin embargo, el financiamiento con el que cuenta Ixchel para mantener a estos intérpretes en los hospitales es limitado, por lo que una de las líneas de trabajo de la organización se ha vuelto buscar que en las leyes de Chiapas y del país se reconozca la necesidad de tener personal hablante de lenguas indígenas y se apruebe parte del presupuesto para ello.
Su búsqueda les ha llevado a platicar con senadores y diputados, tanto federales como estatales, con quienes han perfilado un par de iniciativas de ley que podrían obligar al gobierno a que se hiciera responsable de entregar servicios de salud en lengias indígenas.
“A nivel federal estamos promoviendo una iniciativa a través del diputado Joaquín Zebadua, él la propuso y actualmente está en observación técnica en la comisión de pueblos indígenas y en la de salud, pero en ninguna se le ha dado lectura y no se ha sometido a votación. A nivel local lo que queremos es modificar el artículo séptimo de la constitución”, comenta sobre su estrategia Lorena Gaspar, coordinadora del proyecto de gestión de la comunicación intercultural en hospitales públicos de Ixchel.
En la constitución de Chiapas, como en la de otros 17 estados, se habla de la obligatoriedad del Estado de proveer intérpretes de lenguas indígenas, pero solo en el sistema de justicia y no en otras esferas del servicio público, como en oficinas de trámites o en hospitales.
“No creo que el personal sea racista o busque discriminar, si bien se ve que no hay una buena comunicación, es porque no hablamos la misma lengua. Si no hay esta comunicación, que es tan importante para sacar el diagnóstico, pues es ahí en donde tenemos una dificultad profunda, pero esto no significa que sea intencionado un maltrato o una mala atención”, comenta Francisca Velazco López, que cubre el turno de la tarde en el Hospital de La Mujer.
A este hospital llegan mujeres embarazadas de comunidades de toda la región cuyo parto se complicó y no pudo terminar de ser atendido por alguna partera. El choque cultural para las que llegan aquí no podría ser más duro, especialmente cuando no se habla el mismo idioma.
Francisca, o Fran, como le dicen, es alta, su mirada es serena pero severa, como sus palabras. Todas las personas que trabajan en el hospital la conocen y confían en su trabajo. “Poco a poco se han ido familiarizando, tanto que ahora ven la necesidad, es más se han acostumbrado a trabajar así”.
El reconocimiento del personal del hospital no es lo que más enorgullece a Fran. Es el de las usuarias que regresan, la buscan o le dicen a otras mujeres que en los hospitales hay personas que hablan la misma lengua que ellas, como una familia entera a la que pudo ayudar.
A la madre se le había adelantado el parto por una infección y quedó internada por tres o cuatro días. Después de controlar la infección, regresó a su comunidad sabiendo que en el hospital la esperarían cuando fuera el momento.
“Pasaron las semanas que le hacían falta. Yo apenas iba a entrar al turno y me topo con el esposo en la calle. Me dice ¡Hola! Ya venimos a que nazca el bebé. La ingresaron, no sé cómo va todo, pero me da mucho gusto volver a encontrarte aquí, por favor infórmame ¿qué está pasando? ¿tú puedes pedir esa información por mí?”, cuenta Fran. “Tú ya sabes cuál es el procedimiento», le respondió, «solicitemos la información».
Casi un mes después Fran iba llegando a su turno y en el parque cerca del hospital se volvió a encontrar con la pareja. “¡Hola, otra vez! Mi cuñada se fue a la partera, tuvo complicaciones, pero no quería venir al hospital, la trajimos porque sabemos que usted está aquí, ayúdanos por favor”, le dijeron.
La respuesta de Fran fue la misma: «Ya saben el camino, vamos a preguntar y a hacer los trámites». En ese momento notó que la pareja se manejaba con más confianza en el hospital, como si el idioma no los detuviera más. “Sé que mientras me estés ayudando (a interpretar) nadie nos va a mentir”, le dijo el señor cuando dejaron el hospital por última vez.
Las enfermeras que llevan más tiempo en estos hospitales recuerdan que antes había más personas que hablaban lenguas originarias, pero muchas se fueron jubilando y las plazas fueron reemplazadas por otras de tipo administrativo, como cuenta Lisa Flor Díaz, enfermera en el hospital San Felipe Ecatepec.
“Lo que sí he notado es que en las nuevas generaciones como que ya no aprenden el dialecto (sic) y es que ya no les enseñan la lengua materna y es puro español, aunque yo creo que deberían de ser las dos”.
Lisa habla tsotsil, aunque decir que lo entiende sería más apropiado. Acepta que se traba. Cuando visita el pueblo de sus padres, sus tíos se la pasan corrigiendo sus errores. Como miles, los padres de Lisa migraron a la ciudad para buscar empleo, lo que dificultó que dominara su tsotsil.
Hasta hace unos cien años, antes de la Revolución, la mayor parte de la población en México era indígena y su lengua materna no era el español. Pero el mito de la “raza cósmica” y el mestizaje, junto con la búsqueda de una identidad nacional cohesionada, pretendió eliminar las diferencias culturales y lingüísticas, que se entendían como causa de los rezagos y brechas en la sociedad.
“Hubo mucha gente que perdió su vida por el racismo y a muchos todavía nos da pena hablar nuestro dialecto”, agrega la enfermera. “Y la verdad es que en cuestiones de salud es más complicado, me acuerdo que a una compañera la entendieron mal al traducir a una paciente y ya hasta la querían demandar, entonces ya muchas que sí lo hablan mejor ni dicen, porque no se vayan a meter en problemas”.
Este miedo es tan profundo que cuando cuando llegaron las intérpretes de Ixchel a los hospitales parecía que nadie hablaba otro idioma que no fuera español, a pesar de que muchas de las personas que trabajan ahí son de familias indígenas, como cuenta Lucio Huet Ara, uno de los intérpretes con más tiempo en la organización.
“Cuando empezamos había mucho recelo de otros compañeros, de que les fuéramos a robar el trabajo o que los fuéramos a estar fiscalizando, pero ya vieron que no. Aunque al principio sí desató una como competencia que hizo que otras personas que trabajan ahí empezaran a hablar sus lenguas de nuevo”, cuenta.
Lucio defiende la presencia de intérpretes especializados en los hospitales por encima de otro esquema que promueve que el personal médico sea bilingüe, principalmente porque evitar problemas de traducciones ambiguas.
“La clave es que realmente domines la lengua para que puedas hablar, que tengas fluidez, y que se conozcan los contextos de las diferentes comunidades, porque hay formas de vida diferentes a la concepción médica, por ejemplo, hay cosas que en términos médicos se pueden decir tal cual, pero en otras lenguas, decirlo así podría llegar a ser ofensivo”, comenta.
También hay diferencias regionales que no todo mundo conoce, por ejemplo, tanto en Chanal como en Tenejapa se habla tseltal, pero en un lugar dolor se dice kux, mientras que en el otro es cancuk. Sutilezas que en un quiirófano pueden ser cruciales.
Mejorar la comunicación ha sido sensacional, comenta el pediatra Paulo Moguel, del Hospital de La Mujer. “Es que es un mundo de diferencia, nosotros la mayor parte de la población que atendemos es indígena, como el 80 por ciento y de esos solo el 10 habla español”, dice en un cálculo a ojo de buen cubero.
“Antes le hacíamos como podíamos y agarrábamos al guardia o a la enfermera que hablaba tseletal y la información sí se transmitía, pero a veces no de la manera correcta. Ahora ya entendemos cuando nos dicen sus preocupaciones y sus problemas, nos comentan el trasfondo porque a veces vienen de comunidades refugidas, desplazadas por la violencia o de familias en las que sufren violencia, y eso nos ayuda a poder abordar mucho mejor las situaciones”, agrega.
El doctor Moguel considera que la interpretación sí debería ser un papel al interior de los hospitales, pues así como los médicos son especialistas, quienes hacen interpretación también.
Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona